Letras

Aitana Alberti, sobre el testamento de ALBERTI

"Es un expolio y una burla"

12 diciembre, 1999 01:00

El día 30 de noviembre el abogado de Aitana Alberti, don Juan Bosco Rodríguez recibió, en su despacho de El Puerto de Santa María, el último testamento firmado por Rafael Alberti el 10 de diciembre de 1996 ante el notario Andrés Tallafigo Vidal. Se trata de un testamento de ocho páginas en las que se detalla la última voluntad del poeta, pormenorizada hasta los más mínimos detalles: casas, objetos, dibujos, derechos de autor, cartas, manuscritos... Todo tiene su destinatario. Todo está atado y bien atado, para asombro y desconsuelo de Aitana Alberti, la única hija del poeta.

"Es un expolio y una burla". La voz de Aitana llega desde La Habana serenamente, con una serenidad como nacida hace dos mil años y entrenada férreamente las últimas semanas a base de sospechas. Pero la realidad ha ido más lejos que sus temores. El testamento que ha recibido por correo electrónico Aitana Alberti la ha dejado perpleja: sólo le dona aquello que su padre le había ido regalando en vida a lo largo de los años y que, por tanto, ya tenía. Nada más.

"Se trata de esos regalos que un padre hace a una hija y que los tengo por aquí, por mi casa, en algunos casos desde hace veinte o treinta años. Es un expolio verdadero. Es terrible".

"Aitana, la despojada" pone en su remite del correo con dolorido humor. ¿De qué le han despojado? o, mejor, ¿qué le deja Alberti en su último testamento?

Para Aitana
El testamento de Rafael Alberti es sencillo, está redactado de forma ambigua y consta de nueve apartados. El primero lo dedica a María Asunción, su viuda; el segundo, a los hijos de ésta, Marta y David; el tercero, a Aitana su única hija; el cuarto, a Beatriz Amposta, su amor romano, y los últimos, más generales, a su viuda y su hija. A su hija Aitana le dona lo siguiente:

-Los derechos de autor de la antología de poemas El amor y los ángeles.
-El manuscrito de El cuaderno de Rute.
-Una carta de Benjamín Palencia con dibujos.
-Para ella y sus hijas Altea y Marina "un valiosísimo cuadro original de Miró".
-Un cuadro de técnica mixta de Robert Motherwell.
-Un dibujo de García Lorca.
-Cartas y manuscritos de Neruda, Picasso y otros amigos, así como grabados y dibujos que ya están en su poder desde hace años como un anticipo de esta herencia
-Y 33 cuadros de distintas épocas de su vida de Rafael Alberti.

Aitana puntualiza cada una de estas donaciones y dice que todas eran ya suyas. Para empezar, y respecto a la Antología El amor y los ángeles dice que se publicó en Litoral en el año 98 y que "se trata de una antología hecha por mí y en la que lo único original es la estructura de la compilación. Lo que me da son los derechos como antología, que ya tengo, puesto que es mía, no los derechos de los poemas. Segundo: el manuscrito del Cuaderno de Rute también se publicó en Litoral en los primeros años 70. Yo lo descifré y lo ordené después de que una prima nuestra lo encontrara. Así que mi padre me lo regaló y aquí lo tengo, casi borrado desde entonces. La carta de Benjamín Palencia me la regaló mi padre en los años sesenta y tiene, efectivamente, unos dibujitos en los extremos. La tengo enmarcada en mi casa de La Habana y María Asunción la debió de ver aquí cuando estuvo con mi padre en el año 90. Respecto al cuadro de Miró se trata de un gouache en cartón que me regaló en 1977 y tengo una carta manuscrita en la que cuenta el regalo que me hace. El Motherwell me lo regaló y yo lo vendí en el año 90, y así le informé de ello, porque necesitaba el dinero. El dibujo de García Lorca ni siquiera era de mi padre: lo compré yo en Málaga hace treinta años, y, finalmente, las cartas de Neruda, Picasso, etc, las doné yo a la Diputación de Cádiz, y Rafael Román, su presidente, podrá dar a quien lo desee el listado de todos los documentos donados por mi para la Fundación de mi padre".
Los treinta y tres cuadros no son tales, dice Aitana: "Son más, entre dibujos y pinturas, grandes y pequeños, que yo presté al museo de Bellas Artes de La Habana para una exposición en el año 90. Se expusieron sólo 33 y ella los debió de contar, y por eso cree que son 33, pero son más y forman una exposición itinerante que ha recorrido ya Paraguay, Uruguay, Chile, Argentina..."

Reitera Aitana Alberti que todo ello ha ido regalándoselo su padre a lo largo de la vida, a lo largo de cincuenta años, "como única hija que soy", así que yo no me podía ni imaginar, dice, que ella lo tuviera en cuenta, incluso que supiera que lo tenía, puesto que lo tengo, en la mayor parte de los casos, desde muchos años antes de que María Asunción se casara con mi padre. Que lo considere "como anticipo de la herencia" me parece un insulto.

Con tristeza, remata: "aunque nada más fuera para disimular, me podía haber dejado algo, algún mínimo detalle, que no tuviera ya. Pero no. Nada. Es brutal"

A María Asunción
El primer apartado del testamento se refiere, como es natural, a las donaciones a María Asunción Mateo, su viuda. Es breve, sólo contiene dos puntos y le dona lo siguiente:

-Los derechos de autor de Canciones para Altair.
-Todo el contenido de las casas donde han residido.

A Marta y David
Otro apartado del testamento, el poeta lo reserva a las donaciones a Marta Borcha Mateo y David Borcha Mateo, los dos hijos de María Asunción, viuda de Alberti. Para Marta, le deja los derechos de autor de La Arboleda perdida,(los tres tomos), Sobre los ángeles, A la pintura y Retorno de lo vivo lejano. Para David, los derechos de autor de Marinero en tierra, Ora marítima, Baladas y canciones del Paraná y Los ocho nombres de Picasso-

La hija del poeta comenta que son los libros de su padre más importantes, los que más derechos de autor pueden proporcionar lógicamente, y expresa especial tristeza respecto a Retorno de lo vivo lejano, que "son poemas de amor dedicados a mi madre, María Teresa León".

A Beatriz Amposta
A la compañera de Rafael Alberti durante cinco años, Beatriz Amposta, que vive actualmente en la casa romana del Trastevere que habitaron Alberti y María Teresa León, le reclama en el testamento un plato de cerámica blanca de Picasso y un original de Miró, que reiteradamente, por escrito, le ha venido reclamando. Nada dice el testamento, en cambio, de esa casa de la avenida de Garibaldi ni del valiosísimo libro manuscrito, Amor en vilo, que el poeta regaló y donó con acta notarial a Beatriz Amposta.

También figura: Y del remanente, dos tercios a su hija Aitana, el de legítima y el de mejora, y el otro tercio, de libre disposición a María Asunción Mateo y sus descendientes.

Finalmente, le concede a su viuda el ejercicio de los derechos de explotación de toda su obra, tanto literaria como pictórica, en toda la amplitud prevista por la Ley de Propiedad Intelectual.

Diez testamentos
Rafael Alberti firmó diez testamentos en cinco años. A él, que le horrorizaba esa palabra y que cuando, años atrás, la abogada Cristina Almeida le aconsejaba que debería hacerlo, se ponía literalmente enfermo, a él, que odiaba toda previsión, le hicieron firmar diez testamentos. Su hija Aitana da fe del horror que sentía su padre con la idea de hacer testamento: "Habría que ver cómo ha sido el crescendo de la manipulación entre el primero, en 1991, y el último, cinco años más tarde". Los dos primeros con tan sólo veinticuatro horas de diferencias. éstas son las fechas: el 9 de mayo de 1991, el 10 de mayo de 1991, el 10 de octubre de 1992, el 11 de junio de 1993, el 29 de septiembre de 1993, el 25 de mayo de 1995, el 27 de febrero de 1996, el 3 de abril de 1996, el 26 de septiembre de 1996 y el 10 de diciembre de 1996, que es el único válido, puesto que el último invalida los anteriores.

Sobre la legitimidad del testamento Aitana no dice nada. Los abogados tienen la palabra, pero, a no dudar, utilizarán las fisuras posibles para defender sus derechos.

"Para mí es terrible, termina Aitana, la coincidencia de este documento con la proximidad del aniversario 97 de mi padre".

Inusual actividad testamentaria, según el abogado
El despacho de Juan Bosco Rodríguez, que defiende los derechos de Aitana Alberti ha escrito el texto siguiente

Desde el pasado martes, día 30 de noviembre, obra en mi poder copia autorizada del último testamento, otorgado notarialmente en el mes de Diciembre de 1996, por Don Rafael Alberti Merello.

A la vista del certificado del Registro General de Actos de última Voluntad, resulta evidente que el Sr. Alberti desarrolló desde 1991 a 1996 una inusual actividad testamentaria, habida cuenta que en dicho periodo llegó a otorgar un total de diez testamentos.

Conocido por mi cliente, Doña Aitana Alberti León, el contenido del mismo, y analizado en unos primeros exámenes, pudiere calificarse éste cuanto menos como sorprendente, dada la multiplicidad de legados específicos que confiere a personas concretas y el espíritu que inspira el mismo en su totalidad.
Ante la necesidad de concluir inicialmente el estudio de algunos de los principales pormenores de dicho documento, y en evitación de conclusiones prematuras por apresuradas, una vez se llegue a una primera opinión general se dará a conocer, tras el oportuno contraste de pareceres con la Sra. Alberti, la posición legal de ésta frente al mismo, sin que en ningún caso el conociemiento de este último testamento implique por sí mismo aceptación alguna ni en todo ni en parte de su contenido.

No cabe por menos recordar que el derecho sucesorio español implica la necesidad de reservar a, en este caso, la única heredera legítima forzosa, la parte legalmente ineludible; así como que Doña Aitana Alberti sucede tanto a su padre como, en la parte correspondiente, a los derechos de su madre Doña María Teresa León.

La complejidad de inventariar todos los bienes y derechos del Sr. Alberti, así como los que provienen del fallecimiento de su primera esposa, implica la necesidad de un mínimo rigor en las manifestaciones y posición final frente al testamento del que ahora se trata.

No es comprensible que, habiéndose remitido una explícita comunicación por fax -confirmada en su recepción- al bufete que representa los demás intereses en la sucesión, al día de la fecha no se haya tenido en mi despacho razón ni contacto alguno en lo que se suponía un adecuado y oportuno canal abierto de comunicación entre todas las partes, constándonos sin embargo los diversos y reiterados mensajes y pretensiones dirigidos a mi representada, con total omisión de las habituales normas de relaciones interprofesionales y del propio mensaje inicial remitido a la Sra. Alberti.