Image: Günter Grass

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Letras

Günter Grass

“No soy la conciencia de nadie”

20 febrero, 2003 01:00

Gönter Grass. Foto:Mercedes Rodríguez

La última semana de febrero recala en España el Nobel Günter Grass, febril polemista que ha sido y es espejo implacable y parcial de la realidad europea de los últimos 50 años. Viene a presentar su última novela, A paso de cangrejo (Alfaguara), un relato menor (según los críticos) sobre un submarino en las postrimerías de la II guerra mundial, que no tiene nada que ver, por ambición y calidad, con El tambor de hojalata o El rodaballo. Además, vendrá a decir, tan alto y claro como siempre, su parecer de los últimos acontecimientos internacionales. Para abrir boca, El Cultural publica un resumen de sus últimas opiniones, aparecidas en "Welt-am-Sonntag", y los primeros tramos de su novela, vertida al castellano por Miguel Sáenz.

Los acontecimientos se han precipitado desde que Grass concediera esta entrevista, en la que se niega a ser "la conciencia de mis compatriotas".
-¿Qué opina de George Bush?
-Creo que ese hombre es un peligro, una amenaza para la paz mundial. Me recuerda una de esas figuras shakespeareanas cuya ambición es superar a su padre -el viejo, moribundo rey- y proclamar: "Mira, he terminado tu proyecto". Está decidido a llevar a la Guerra del Golfo a un nivel más alto de complejidad impulsando un segundo conflicto. Bush junior está impulsado por motivos familiares, conducido por lo que ha heredado de su padre. También los intereses económicos de los Bush desempeñan su papel. Sobre todo, lo que impulsa esta guerra con Irak son intereses políticos y económicos. La tercera razón, por supuesto, es la posición de los Estados Unidos como todopoderosa potencia mundial. La Administración norteamericana desea dirigir al resto del mundo, pero sabe demasiado poco sobre el mundo lejos de sus fronteras. Esa peligrosa combinación de intereses políticos, económicos y familiares junto a su ignorancia convierten a un político en una amenaza real.

El resentimiento del Tercer Mundo
-¿Hay una relación entre el neoliberalismo y el terrorismo, que ahora luchan uno contra otro?
-Sin duda alguna. Inmediatamente después del terrible ataque del 11 de septiembre, señalé que la razón residía en el resentimiento del llamado tercer mundo hacia la abundancia del primero. Hasta que no arranquemos de raíz las causas de ese resentimiento, el terror continuará. En los años 70, Willy Brandt dirigió nuestra atención hacia la terrible desigualdad que asolaba el mundo. él predijo que si no acertábamos a establecer un nuevo orden social en el mundo, más justo, podrían producirse ataques violentos. Es lo que estamos viendo hoy. Por supuesto, hay otras razones pero la causa principal no puede ser subestimada. Sueño con un orden mundial en el que los países desarrollados y subdesarrollados se sienten a la misma mesa, y en el que los recursos materiales, tecnológicos y económicos se repartan de la manera más justa posible. Mientras este sueño siga siendo eso, un sueño, no habrá paz en el mundo.

-¿Y quién es el responsable?
-El Norte y el Oeste. En nuestro mundo de superabundancia, hemos fracasado al proteger nuestros intereses a expensas de los demás. Este agocentrismo es el resultado de la teoría y la práctica neoliberales, que nos empujan a no mirar más allá de nuestros intereses. Si Bush repite su experimento afgano, nos encontraremos con una nueva ola terrorista.

-¿El Grass escritor es inseparable del Grass artista o el pintor es autónomo e independiente?
-Mi creatividad se caracteriza por una contante e interactiva relación entre la palabra y la línea. El primer ejemplo de esta relación es mi poesía. Créame, la fuente de muchos de mis versos son dibujos y escenas.

-En su mundo, pues, las palabras y las imágenes no están separadas.
-Estas conexiones pueden reconocerse en mi prosa. Cuando escribo, el manuscrito no está reservado sólo para las palabras, rompo la monotonía del texto con dibujos, figuras. Tras laboriosas intervenciones, se convierten en litografías, e incluso en esculturas. En realidad, la relación entre el artista y el escritor funciona en dos niveles, una primera de interacción y mutuo enriquecimiento, y otra de autonomía.

-Mucha gente le considera la conciencia de la posguerra alemana, especialmente después de la muerte de Heinrich Böll.
-No, sería un error absoluto verme de esa manera. Como Böll, siempre he rechazado la idea de ser la personificación de la conciencia de mis compatriotas. Dígame, ¿qué peso de conciencia debo soportar, cuántas conciencias debo aliviar o purificar? Como un cuidadano consciente de mi país, y como autor, estoy íntimamente conectado a mi sociedad. Basado en mis experiencias y mis principios políticos, apoyo algunas decisiones y me sumo para protestar contra otras. Si hay un gran debate, tomo partido. Este compromiso, o si lo prefiere, este activismo, es algo que siempre he practicado. Y perseveraré. A ese respecto, no promociono ni apoyo el egocentrismo de aquellos autores cuya conciencia les distancia de su entorno social. Pero eso no significa que encarne la conciencia de nadie. Rechazo ese papel que me convierte en representante de un grupo de gente.