Letras

Gris desvaído y sin sorpresas

Lo mejor del año: Análisis

27 diciembre, 2003 01:00

Especial: Lo mejor del año

Resulta desazonador comprobar cómo los mejores ensayos publicados en España durante 2003 son obras traducidas de otras lenguas. ¿Tanto nos ha afectado el pensamiento débil?

El crítico, como el simple lector aficionado para quien la literatura es la tabla de salvación frente a una realidad vulgar y gris, comienza cada año con esperanzas renovadas. Confía en descubrir un nombre nuevo y valioso, alguna obra vigorosa y original, síntomas de renovación en una actividad progresivamente desfigurada por criterios mercantiles, sometida al cerco implacable de gigantescos depredadores cuyas lecturas se centran exclusivamente en los balances económicos y en los estudios de mercado. Siempre esperamos que el año nuevo lo sea de verdad, y no sólo en una cifra; que en el horizonte literario aparezca tal vez un digno émulo de Lope, un Valle-Inclán renovado, un Bécquer redivivo y actual, un Ortega de nuestros días, capaz de abrirnos los ojos para ver lo que oculta la superficie coloreada de las cosas. Esperamos algo deslumbrante, un inesperado y precioso regalo de Reyes, pero los Reyes suelen mostrarse esquivos y sólo nos dejan videojuegos, balones de fútbol y carbón.

El año que ahora concluye ha tenido un color gris desvaído. No ha habido grandes sorpresas, ni siquiera entre los libros mejores. Porque no puede sorprender a estas alturas que Carlos Fuentes o Vargas Llosa escriban una buena novela. Tampoco los lectores empedernidos de Vila-Matas habrán encontrado en el autor otra cosa que una variación más -diestramente escrita, sin duda- de su preocupación monotemática. Algunos nombres de calidad incontrovertible entre nuestros narradores, como Luciano G. Egido o Fernando Aramburu, parecen haber decidido tomarse un breve respiro después de sus hondas novelas anteriores. Entre los poetas, la crítica ha apostado por valores seguros, como Gamoneda o García Montero. Tampoco aquí hay novedad. Es de agradecer que se hayan reunido todas las obras de poetas como Rafael Morales y Leopoldo de Luis -y pienso también en alguno ya fallecido, como Jesús Delgado Valhondo-, no siempre debidamente tenidos en cuenta y que ahora pueden releerse completos, con el gozo que proporciona rastrear, libro tras libro, el itinerario de una vida fervorosamente dedicada a la poesía. Lo más alentador de la literatura narrativa me parece el afianzamiento de dos nombres de los que cabe esperar mucho: José á. González Sáinz, con su novela Volver al mundo, y el argentino Alan Pauls, que en El pasado exhibe un portentoso muestrario de recursos narrativos que convierten la lectura en una fiesta.

La modalidad literaria que ha mostrado más deficiencias es el ensayo. En este apartado, la pobreza es alarmante, y empieza por una indefinición del objeto mismo. Se toman como ensayos simples monografías históricas -incluso con eruditas notas a pie de página-, libros de memorias, análisis circunstanciales del presente político y hasta recopilaciones de entrevistas. Incluso algunos premios dedicados al ensayo han galardonado obras que, en rigor, no lo eran. La confusión lleva al río revuelto, y en él no asoman construcciones como En torno al casticismo o La rebelión de las masas, sino productos híbridos y superficiales. A comienzos del siglo XX, los ensayos de Unamuno, Ortega, Azaña y otros autores inundaron los periódicos y dignificaron su calidad. Hoy es cierta actitud periodística la que invade el ensayo y lo trivializa al introducir en él con frecuencia motivos ocasionales -a menudo de naturaleza política; los nacionalismos han dado mucho de sí-, enfoques y análisis más propios del reportaje de actualidad que de la prosa reflexiva e incitadora de un género que Ortega caracterizaba como "la ciencia, menos la prueba explícita". Resulta desazonador comprobar cómo los mejores libros de ensayo publicados en España durante el año 2003 son obras traducidas de otras lenguas. Conviene que volvamos la mirada hacia nosotros mismos. ¿Tanto nos ha afectado el "pensamiento débil"?