Image: Caperucita en collages

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Letras

Caperucita en collages

por Santos Sanz Villanueva

5 mayo, 2005 02:00

Fue conocida, y muy conocida, Carmen Martín Gaite como novelista, hasta el punto mismo en que la popularidad se convierte en fama. En los años anteriores a que una madrugadora enfermedad cortara su vida, reunió lectores por decenas de millares, sus conferencias se llenaban de un público variado, jóvenes y mayores que acudían a escuchar a aquel personaje querido de estampa singular con aquellas boinas y colgantes tan suyos...

La fama, digo, le vino como novelista, pero fue mucho más que inventora de ficciones. Fue una polígrafa que dilató su escritura por todos los campos del saber humanístico: articulista, ensayista, crítica de novedades literarias, narratóloga, traductora, poeta, dramaturga, dietarista y, en fin, pero no en último lugar, investigadora pura y dura, erudita, en sus imprescindibles trabajos sobre Melchor de Macanaz, el conde de Guadalhorce o los usos amorosos de la Ilustración y la postguerra. Con todo, esta múltiple actividad sólo da una perspectiva externa de un trabajo polifacético, y a ello escapa un fondo hasta hace poco secreto y que ahora se va haciendo público. La salmantina era por encima de todo una artista, tenía la sensibilidad primera y de fondo de artista. Por eso, en el inmenso legado de documentos que dejó a su muerte, y donde hay pruebas adolescentes e incluso infantiles de ese talante, se constata cómo toda experiencia la convertía en materia creativa: libretas escolares, agendas con estampas, cartas creativas...

Todo ello está inédito y, aunque de desigual interés, desvela una personalidad ya orientada hacia un futuro previsible, en el cual dio forma a dicha inclinación. Hace poco se ha conocido una prueba de la afición de la autora a dar un sesgo creativo a la experiencia cotidiana. Acumuló no menos de medio centenar de unos "cuadernos de todo", libretas cuyo rótulo refleja su inclasificable contenido y en las que se encuentran observaciones del día, borradores, apuntes, piezas narrativas, y, lo que aquí quiero destacar, dibujos propios y textos e ilustraciones ajenos recortados y pegados al lado de sus notas. Todo ello responde a un entretenimiento de raíz creativa más gustoso que utilitario, más placentero que reflexivo: sin pretensiones de hacer arte en grande, pero dando rienda suelta a esa sensibilidad artística señalada, va haciendo unos curiosos, amenos y no por ello insignificantes collages. De modo que era casi inevitable que cuando en el último trimestre de 1980 estuvo en Estados Unidos dando clase y conferencias plasmara aquella experiencia en un cuaderno. Uno más, quizás marcado por el peso aplastante de lo gráfico y de los materiales pegados (un sobre de correo, una tarjeta de una conferencia, una foto de la Torci, la hija luego llorada...) sobre la escritura y con una guía unitaria que no existe en otras libretas: todo gira en torno a Nueva York.

Tiene este cuaderno un punto de partida, un homenaje al periodista y cronista taurino Ignacio Alvarez Vara, que le encendió el deseo de viajar a América y le descubrió al pintor Hopper, con cuyo mundo plástico de soledades misteriosas tanto se identificaba la propia Martín Gaite. Con este gran amigo madrileño tenía el hábito de hacer pequeñas excursiones que luego se comentaban por carta. Cuando se conozca ese interesantísimo epistolario también inédito se verá que la comunicación estrecha entre ambos corresponsales justifica el envío de Vision of New York (el manuscrito se encabeza en inglés) a alguien que puede entender que en él se guarda un retrato complejo, aunque de aspecto sencillo, de la autora, con gozos, ilusiones, temores y autorreproches.

Estados Unidos fue, desde aquel viaje, una referencia inexcusable para Carmen Martín Gaite. Desdoblada en la Miss Lunatic de Caperucita en Manhattan, salió de un amargo trance personal. La fascinación y la sorpresa ante la vida americana se reflejan en este collage que es una fiesta para los ojos y como una ventana con vistas a Nueva York y a la propia autora.