Los tiempos mexicanos de Max Aub
Edición de E. Meyer
29 noviembre, 2007 01:00Max Aub. Foto: Archivo
Sorpresa y alegría produce encontrar un grueso tomo con escritos olvidados de Max Aub. Lo primero porque hallándose en marcha sus Obras completas, éste habría sido su marco idóneo, pues un libro suelto siempre se pierde un poco. Alegría por disfrutar una vez más de la punzante prosa del escritor trasterrado, en esta ocasión la diseminada en publicaciones periódicas mexicanas entre 1943 y 1972.Nunca nada tuvo dimensiones comedidas en este hombre prolífico e infatigable, cuyo trabajo en el presente caso se debe a la urgencia de resolver el cocido, sobre todo en los primeros años del exilio. Más de 300 artículos, algunos extensos, y alrededor de un millar de páginas no son poca cosa. Esta materia, en general muy jugosa e interesante, la recoge Eugenia Meyer tras una meritoria labor hemerográfica que ha requerido, antes de rescatar los artículos y relatos, localizar los periódicos y revistas que los acogieron. Hubo, además, dos empeños de Aub de contar, como contaron en su día escritores de la talla de Larra o Clarín, con plataformas personales: una, la revista literaria "Los Sesenta", y otra, el periódico "El Correo de Euclides", que sacaba por año nuevo aquel escritor de fuerte vertiente lúdica a quien tanto interesaron las artes gráficas.
Al frente de los artículos pone la recopiladora una trayectoria de Aub sintética, correcta, pero sólo valiosa para quien no tenga noticia del autor, lo cual no será común ante un libro de alcance bastante restringido. No proporciona Meyer, en cambio, lo que hubiera sido necesario, información acerca de las características de los medios donde aparecieron los textos (ideología, planteamientos y difusión). La diversidad de estos medios, que va de la prensa nacional (donde Aub firma en suplementos culturales) a revistas incluso académicas, requiere la variedad de los artículos. Tenemos desde pura glosa de actualidad (lúcido el obituario de Cernuda) hasta auténticos ensayos (excelentes páginas sobre Heine). Con ellos conviven unos cuantos textos de irónica invención y piezas narrativas, no muchos, algún escrito conocido (el falso discurso de ingreso en la Academia Española) y una serie de "Elogios" de carácter moral.
La prosa en la Prensa de Aub, es, como suya, vivaz en la expresión e independiente e incisiva en los contenidos, casi nunca rutinaria (aunque hay páginas para salir del paso) y con observaciones polémicas. Merecen destacarse las notas inteligentes sobre Baroja, que clavan al vasco, en lo bueno y en lo malo, es decir, en lo que hace de él un escritor singularísimo; su reivindicación de Galdós; el respeto hacia Machado o los apuntes de la recepción en el exilio de escritores del interior peninsular. Y debe subrayarse, porque esto se ve tanto en las notas ligeras de Prensa como en los ensayos, la vasta curiosidad intelectual de Aub, sus conocimientos de cultura clásica e hispánica.
El bloque más numeroso de estos escritos periodísticos se dedica a la gran pasión de Aub, el teatro, de mucha menos repercusión que la narrativa, donde al fin y al cabo sí ha logrado un nombre sólido. Esos artículos dan cuenta de las novedades de la cartelera y lamentan el desinterés de los mexicanos por el género. Hace, en fin, pura crítica de actualidad, en la que junto a generosos reconocimientos de obras españolas van varios palos inmisericordes (curiosos en alguien que soportaba muy mal la crítica). Especial interés tienen los comentarios teatrales genéricos, propios de la mirada del dramaturgo que atiende al conjunto del espectáculo y no da prioridad a la literatura dramática.
Este oportuno rescate de Max Aub renueva el interrogante que uno ya se ha hecho otras veces: ¡qué papel habría desempeñado este escritor sin lectores en la literatura española si la guerra no hubiera dado con él en el exilio!