Letras

Neal Stephenson: "La Edición es una antigua y astuta industria que hacía dinero mucho antes de que existieran derechos de autor"

El escritor estadounidense de Ciencia Ficción publica Anatema y llega a España con motivo de los premios UPC

22 octubre, 2009 02:00
Daniel Arjona
Neal Stephenson (Fort Meade, Maryland, 1959) escribió en 1992 una divertidísima novela protagonizada por un veloz vendedor de pizzas a domicilio que parodiaba la tendencia ciberpunk que por entonces poblaba los libros de ciencia ficción de ordenadores, redes, implantes y amenazadoras inteligencias artificiales. Snowcrash fue una de esas obras de culto que dio fama e innumerables lectores a su autor, estandarte de una generación de escritores de ciencia ficción que no sólo se interesaban por ordenadores y tecnologías sino que además ejercían de hackers y se movían en ellas como peces binarios en el agua digital. Luego llegarían La era del diamante (1995), ganadora de los premios Hugo y Locus, y Criptonomicon, novela en cuyas más de mil páginas bullían la criptografía, las máquinas de Turing y los paraísos informativos de Internet en escenarios de la II Guerra Mundial y del presente.

El éxito de Criptonomicon llevó a Stephenson a escribir una desconcertante, excepcional y aún más vasta precuela, el Ciclo Barroco, compuesta por tres torrenciales novelas de otras mil páginas cada una en las que no se arredraba en relatar el origen de la ciencia moderna y del capitalismo, y cuyas páginas protagonizaban Newton, Leibniz o la Royal Society. La inagotable imaginación de Stephenson da ahora su último y sustancioso fruto, Anatema (Ediciones B), la detallista y obsesiva reconstrucción de un mundo extraterrestre y de sus habitantes, mitad monjes, mitad científicos, cuya descripción no es menos capital que la oportunidad que ofrece a los personajes de discutir acerca de relojes milenarios, matemáticas, neoplatonismo, biología, efectos cuánticos, Kurt Gödel, Roger Penrouse y Freeman Dyson. Tan impresionante como ardua, tan compleja como cautivadora. Stephenson estará mañana en Barcelona como invitado especial a la entrega de los premios UPC de Ciencia Ficción.

PREGUNTA.- En Anatema crea un planeta y lo describe meticulosamente. Otros autores ilustres como Ursula K. Le Guin, Walter M. Miller o incluso Jorge Luis Borges hicieron también nacer mundos de la nada ¿Se siente deudor suyo?
RESPUESTA.- Por supuesto que cada escritor debe algo a los escritores que llegaron antes, y yo no soy una excepción. No sé si la metáfora de la deuda nos sirve realmente; ¡resulta imposible devolver tanta deuda! Si de verdad tenemos tal deuda, entonces todos estamos en quiebra. Tal vez sea mejor decir que debemos apreciar a los escritores que vinieron antes que nosotros y esforzarnos por crear una obra que los futuros escritores puedan apreciar a su vez. Dicho esto, vale la pena tener en cuenta que los escritores de ciencia ficción inventan mundos todo el tiempo ¡Es lo que hacen para ganarse la vida! Muchos miles de mundos imaginarios se han inventado y otros nuevos se crean cada día.

P.- Criptonomicon y el Ciclo Barroco suscitaron un debate sobre si aquello podría definirse como Ciencia Ficción. Con Anatema parece más clara su pertenencia al género. ¿Cómo describiría lo que escribe?
R.- La pregunta habitual "¿En qué sección de la librería se pueden encontrar sus libros?" se ha convertido ahora en "¿Cuál es el grupo de fans a los que gusta su trabajo y cómo se identifican a sí mismos?" Si conozco a alguien en una fiesta y tengo que explicar como me gano la vida, digo que soy escritor. Si me preguntan si he publicado algo, entonces me corrijo a mi mismo y digo que soy autor. Si quieren saber que tipo de libros escribo, les digo que ciencia ficción, ficción histórica y thrillers. Si todavía quieren saber más, intento cambiar de tema, ya que, más allá de eso, es imposible decir algo significativo con un par de frases cortas. El asunto es que lee mis libros toda clase de gente. Algunos de ellos son típicos seguidores de la ciencia ficción pero hay muchas personas que no encajan en ese estereotipo en absoluto. Si hay algo de mi carrera que me haga sentir orgulloso es la gama tan amplia de personas que leen mis libros.

P.- El tono críptico y la complejidad de Anatema la convierten, al menos en su primera parte, en una obra de lectura difícil. ¿No teme alejar a muchos lectores?
R.- En cualquier novela que se desarrolla en un mundo diferente, el principio es naturalmente un poco más difícil que en otra ambientada en el mundo donde vivimos, puesto que el lector tiene que aprender la terminología, la geografía y la estructura social de un lugar nuevo. Las personas que leen habitualmente obras de ciencia ficción y de fantasía están acostumbradas, pero los lectores de ficción en general no suelen estarlo, lo que puede hacer que en los primeros capítulos la novela parezca inusualmente lenta. Así pues, cuando la gente dice que Anatema es un libro difícil de leer, lo tomo como una buena señal de que el libro está siendo leído, no sólo por los habituales lectores de ciencia ficción y fantasía, sino también por otro tipo de lectores. Para ellos, ofrezco las siguientes palabras de aliento: muchos lectores dicen que si puedes terminar las cien primeras páginas, más o menos, y aprender los conceptos básicos del mundo, el libro se vuelve más fácil. Dicho esto, sí, ésta es una novela un tanto difícil debido a su temática, que tiene que ver con la física y la filosofía. No creo que cada libro deba ser como Anatema. Pero una de las cosas buenas del mundo de las Letras es la increíble variedad de literatura que está disponible para el lector curioso, y, en ese mundo hay espacio de sobra para libros como éste.

P.- Ha estado cuatro años trabajando sobre Anatema. ¿Qué ha sido lo más difícil y qué lo más satisfactorio?
R.- La parte más difícil fue leer a Husserl. La más satisfactoria fue simplemente escribir una gran historia en un mundo que yo había creado. Tardé mucho en inventarlo, pero una vez me sentí cómodo en él, me pareció un lugar fácil y agradable en el que contar una historia.

P.- ¿Cómo ve lo que se escribe actualmente en la Ciencia Ficción? ¿Cree que está a la altura de las circunstancias de la apuesta que supone la revolución tecnológica?
R.- Realmente no me considero una autoridad en la Ciencia Ficción. Ésta se ha convertido en un vasto campo con numerosos subgéneros y tiene sus propias publicaciones y sus escuelas de crítica literaria. Uno no puede asistir a convenciones de Ciencia Ficción o leer una revista especializada sin resultar impresionado por la sofisticación de la gente que participa en ese dialogo.

P.- ¿Qué autores de ciencia ficción sigue con más interés?
R.- El año pasado leí un montón de Stephen King (la serie Dark Tower). Y soy un gran admirador del fallecido David Foster Wallace. Me doy cuenta de que muchas personas no clasificarían a King o Wallace como escritores de ciencia ficción, pero creo que encajan en una definición más amplia del género. Siempre he admirado a Pynchon aunque no he leído su último libro todavía. Etgar Keret, Matt Ruff, Sean Stewart, y China Mieville casi siempre escriben libros cuya lectura es un placer.

El tránsito a la digitalización

P.- ¿La digitalización acabará con la industria del libro cómo ha ocurrido con la de la música o puede ocurrir con el cine?
R.- La edición es una antigua y astuta industria que estaba haciendo dinero mucho antes incluso de que el concepto de derechos de autor existiera. No tengo ninguna duda de que dentro de cien años tendremos un negocio llamado edición que aún va a ganar dinero y atraer a gente brillante para trabajar en él. Es cierto también que, a causa de la digitalización, la industria se transformará muy diferente de lo que es hoy. La transición va a ser fea y dolorosa. Puedo dar fe de ello, ya que personas con quienes he trabajado han comenzado a perder sus trabajos y han tenido que dedicar todo su ingenio para inventar nuevas maneras de ganar dinero.

P.- He leído que se lamenta del escaso valor en que la sociedad tiene al ingeniero, al geek, a pesar de su revolucionaria contribución al progreso. ¿A qué cree qué es debido?
R.- Creo que ya no es así. En inglés tenemos dos términos de argot, nerd y geek, que son similares en su significado, pero que han llegado a tener connotaciones diferentes. Nerd es el más antiguo de los dos y el que tiene más connotaciones negativas. Geek ha llegado más recientemente, pero transmite un significado más positivo. Una de las cosas importantes acerca del geek es que no se limita a los campos técnicos. Así, como ejemplo, una persona que tiene un interés apasionado por la Guerra Civil estadounidense, podría describirse como un geek de la Guerra Civil. Por lo tanto, el término describe a cualquier persona fascinada profundamente por un área particular y ha llegado a dominar sus conocimientos y habilidades. Creo que el concepto de geeks, y el respeto que se muestra ahora para los geeks, es una de las maneras con que la sociedad moderna se está adaptando a un mundo que se ha vuelto tan complejo que simplemente ha hecho imposible que la gente sepa todo. En un mundo así, tienes que estar contento con la posesión de un conocimiento superficial de la mayoría de los temas y ser geek en uno o dos de tu interés particular. Si necesitas recibir alguna ayuda o alguna información sobre algún tema en los que no estés versado, ve y encuentra a alguien que sea un geek de ese tema y consigue que te ayude.

P.- ¿Qué opina de la imagen que se tiene de usted como gurú de la Era Informática?
R.- En el mundo de la informática, hay una definición cínica de "gurú" como "alguien que ha leído el manual de instrucciones", y en esta acepción me gusta ser llamado "gurú". Pero si por "gurú" se entiende alguien que es consultado por su sabiduría, entonces no creo que valga para mí. Con frecuencia me invitan a asistir a conferencias y a dar charlas, pero en la mayoría de los casos quieren que hable sobre temas como la realidad virtual o la criptografía, acerca de la que he escrito libros hace muchos años, pero con la que ya no estoy muy familiarizado.

P.- ¿Cómo ve un libertario como usted la política de la nueva administración Obama?
R.- No sé hasta qué punto soy realmente un libertario, pero tengo que admitir que mi instinto político básico es favorecer la libertad individual en detrimento del poder institucional. Y una parte importante de mi carrera ha sido la de escribir literatura sobre los geeks, que tienden a tener tendencias libertarias. Así que es opción que entiendo y con la que simpatizo. Desde ese punto de vista, pasamos por un mal momento después del 11 de septiembre bajo la Administración Bush. Lo que condujo a una división dentro de los republicanos entre una mayoría autoritaria y una minoría libertaria. Esa división no ha sido resuelta todavía, los republicanos no han tomado una decisión acerca de lo que quieren ser. Todo el mundo suponía que Obama renunciaría a algunos de los poderes que la Administración Bush se arrogó a sí misma después del 11 de septiembre, pero no ha sucedido tan rápido como debería. De todos modos, la situación ha mejorado algo, y por lo menos uno tiene la sensación de que está tratando con un hombre intelectualmente activo con el que se puede razonar.