Image: Gabriel Orozco

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Letras

Gabriel Orozco

Museum of Modern Art, Nueva York. Del 13 de diciembre al 1 de marzo

23 diciembre, 2009 01:00

Pieza de Gabriel Orozco expuesta en el MoMA.

Es una de las exposiciones más esperadas en Nueva York. Gabriel Orozco, uno de los más grandes artistas que han dado las dos últimas décadas, tiene ahora su retrospectiva en el templo del arte.

Gabriel Orozco nació en la ciudad mexicana de Jalapa en 1962. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de Ciudad de México y cuando terminó esos estudios viajó a Europa instalándose primero en Madrid, donde realizó un curso en el Círculo de Bellas Artes bajo la tutela del artista manchego Nacho Criado, para visitar más tarde otras ciudades europeas. Desde mediados de los noventa es uno de los artistas fundamentales para entender el desarrollo del arte de nuestros días. En 1993 participó en "Projects", el ciclo de intervenciones específicas que organiza el MoMA y 16 años después realiza una de las retrospectivas más esperadas.

No es fácil etiquetar y clasificar el trabajo de Gabriel Orozco. Muchos dirán que es escultor pues es cierto que es autor de algunos de los trabajos en el ámbito de lo objetual y de lo tridimensional más reconocibles de las últimas décadas. En la planta dos del edificio de la calle 53 puede verse su gran Mobile Matrix, el esqueleto gigantesco de una ballena encontrada en Isla Arena, en la Baja California, que, junto a un equipo de veinte ayudantes "intervino" dibujando sobre él para enfatizar su propia estructura. Mobile Matrix fue mostrada por vez primera en la Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México y es la primera vez que sale de ahí para ser ahora expuesta en Nueva York. Dice Orozco que no es un artista monumental lo cual no quiere decir que sea necesariamente un artista de formatos menores. En una de las clásicas discusiones en torno a su trabajo suele salir a colación la posibilidad de realizar una pieza de gran alcance con medios escasos y modestos. Orozco no considera, por ejemplo, Mobile Matrix una pieza necesariamente mayor que La isla dentro de la isla, la bellísima imagen fotográfica del skyline de Nueva York imitado con trozos de madera. Sigue en este sentido algunos ejemplos de trabajos de artistas que trabajaron en los 60 como Piero Manzoni, capaz de invertir el mundo con sus famosas "bases", o Cildo Meireles, capaz de rejuvenecer navegando en el Polo Norte en el sentido contrario a las agujas del reloj.

Una de las piezas más conocidas de Orozco es su bola de plastilina que hace rodar por las calles para que se impregne de la experiencia. Es una escultura realizada con un material efímero y maleable que, en su rodar por las calles, adquiere un sesgo situacionista de algún modo próximo a la que impera en la obra de Francis Alÿs, artista belga residente en la Ciudad de México. En esa línea de subversión de la nobleza del material, realizó en 1994 un trabajo titulado My hands are my heart. Con sus propias manos daba forma a un bloque de arcilla. La forma de corazón viene dada por el propio proceso de modelado del bloque.

Más allá de lo puramente escultórico pero sin alejarse del ámbito de lo tridimensional, Orozco es también responsable de fotografías ya míticas en el acervo artístico reciente. Las imágenes de las vespas de Berlín, realizadas cuando obtuvo la residencia del DAAD en Berlín, no son una documentación pues a Orozco no le interesa la fotografía que documenta sino la que sencillamente muestra situaciones y eventualidades que son aparentemente anodinas pero que implican transformaciones, leves las más de las veces, del entorno cotidiano. En su mencionado trabajo para Projects, en 1993, pidió a todos los vecinos de la calle 53 (la calle en la que se encuentra el MoMA) que pusieran una naranja en el alfeizar interior de la ventana. Se trata de un sencillo ejercicio de transformación de la realidad cotidiana, leve pero certero, una suerte de desviación poética de lo real que tiende a producir momentos de extrañamiento. Muchos de sus trabajos ocurren secretamente, sin estar necesariamente expuestos al escrutinio del público. Son trabajos que ocurren en el tiempo y no en el espacio, que son fruto de un transcurso del que muchas veces el público no es consciente.Y es que Orozco admite sentir cierta predilección por las vicisitudes de lo micro. Habla el artista de su interés por la estelas, lo que dejan tras de sí los entes dinámicos, eso que "no se sabe si es pasado presente o futuro". Las estelas, nos dice, están en el centro de su trabajo.

Esta exposición del MoMA, una mid-career survey, como lo llaman los anglosajones, recorre veinte años de trabajo pero no lo hace de una forma lineal o cronológica sino que constituye un recorrido trabado que salta de lenguaje en lenguaje, de formato en formato… En la planta segunda, donde se encuentra el Departamento de Grabado e Ilustración de la institución neoyorquina, el artista ha instalado un mural enorme con sus Samurai Tres Invariants, un trabajo que el MoMA adquirió en 2008 y que está aquí expuesto en su mayor parte. Se trata de un conjunto de 450 grabados digitales en los que el artista juega con la circunferencia y con cuatro colores para crear secuencias generadas por ordenador en las que el azar juega un papel central. El trabajo toca muchos palos, desde el grabado tradicional hasta la instalación pasando por las posibilidades que aportan los nuevos lenguajes digitales.

Gabriel Orozco no se quedará en el MoMA. En abril viajará al Kunstmuseum de Basilea, que coincidirá con Art Basel en junio, para después mostrarse en el Pompidou parisién y más tarde, ya en 2011, en la Tate Modern de Londres. Una superproducción itinerante que dará mucho que hablar.