Mono Azul, el puente escondido entre España y América
En 2005 dos jóvenes decidieron crear en Sevilla una editorial independiente que cubriese "ese hueco en el que el mercado no es Dios"
7 abril, 2010 02:00Ana Clemente y Jabo H. Pizarroso, fundadores de Mono Azul Editora. Foto: Jesús Morón
Marta CaballeroArrancaba el año 2005 cuando Ana Clemente y Jabo H. Pizarroso, que se habían conocido estudiando Cine en La Habana, cambiaron de rumbo y orientaron sus inquietudes laborales hacia el sector editorial. Fundaron en Sevilla, bajo una sombra lorquiana, Mono Azul Editora, una casa de libros "pequeña, que mima los ejemplares y los cuida", según define su dueño cinco años y una treintena de libros editados después. En este tránsito bailan todo tipo de volúmenes -de Isabel Oyarzábal a una antología de la poesía cubana del siglo XIX, de Pessoa a una reunión de poetas nortemaericanos-, siempre bajo la misma música de acercamiento de culturas.
En total, Mono Azul tiene tres colecciones: Cazadores en la Nieve, para narrativa; Vuelapluma, centrada en ensayos y memorias; y E la Nave Va, dedicada a autores norteamericanos del siglo XIX. Más allá del esmero estético y de los temas, su intención era recuperar obras que "abriesen las telarañas del corazón de los lectores, acercándolos a literaturas en uso continuo, en las que la palabra importa y tiene sentidos, en las que es incitadora de una verdad práctica", esboza con poesía Pizarroso. Con menos retórica, la suya es una editorial que tiende puentes entre España e Hispanoamérica, recuperando escritores no publicados en nuestro país o descatalogados.
Así las cosas, ¿qué hueco cubrieron en el copado mercado editorial de un país de publicación compulsiva? El editor lo tuvo claro, "el espacio en el que el mercado no es Dios". Un nicho éste recóndito y, por ello, dificultoso. No fue difícil un lustro atrás dar visibilidad a sus libros, aunque Mono Azul puede presumir hoy de tener una representación importante en las librerías. No obstante, sus gestores echan en falta "más implicación, más complicidad entre los libreros y la editorial". Además, hubo un segundo obstáculo que sortear (y que sortean) unido a la confusión mercadotécnica, pues las pequeñas editoriales, denuncia Pizarroso, pueden ser prontas damnificadas del "masivo desembarco de superventas y lectores digitales".
"El sueño del libro digital es ser libro en papel"
No tienen miedo: "Lo más probable es que si actuamos bien, haya un espacio para literatura de calidad representada por las editoriales pequeñas. Con libros en papel, por supuesto. El sueño del libro digital es ser libro en papel". Tienen un arma a su favor, el resurgir de la literatura independiente: "Pareciera, de ocho años a esta parte, que hubiera comenzado una segunda transición en España. Lo digo porque una eclosión de este tipo se dio en los setenta. Nuevos emprendedores hemos accedido al mundo del libro. Existen facilidades en torno a la elaboración, difusión... producto todo de los avances tecnológicos". Arma de doble filo, no obstante: "Internet es la herramienta. Pero también la tumba donde se pueden confundir todas las voces, absolutamente todas las voces, de editoriales, autores y demás. Creo que el crecimiento en este aspecto va a seguir. Las editoriales pequeñas son termitas. Una plaga de bibliodiversidad y un agujero de voces que pueden enmarañarse y babelizarse.
¿Y la crisis? Según el editor, "ha llegado para quedarse y ha resentido todas las fuentes de financiación". A su juicio, el libro "se ha quedado en cueros", pero se mantiene a flote gracias al potente tejido de la industria libresca. "Ahí, en la cultura, y en la riqueza que genera, existe un camino de futuro. Sobre todo porque en algo ayudará este sector a este país ladrillero y de cemento. Un libro no engaña. Un libro es un producto y no lo es. Un libro es conocimiento encuadernado", concluye.
Su web: www.monoazuleditora.com