Amor y obstáculos
Aleksandar Hemon
8 abril, 2011 02:00Aleksandar Hemon. Foto: Duomo
Y ahora que ya he hecho de cenizo, estas líneas tomarán un color más festivo. Porque, al margen de su posición en la Gran Jerarquía de la Literatura Universal (una discusión que sólo preocupa a la crítica y, sin duda, al autor), Hemon merece la pena por dos razones esenciales: la primera es el sutil e inteligente tratamiento que le da a su condición apátrida. Recordemos que el autor se encontraba en Estados Unidos cuando estalló el sitio de Sarajevo, en 1992, de modo que tuvo que seguir la guerra desde la distancia, alejado de su familia y afrontando la difícil tarea de integrarse en un país y una lengua que no eran los suyos. Es una vida atractiva, claro: está la Historia empujando al escritor, luego la crónica de su ascenso social de mano de obra barata a novelista de éxito... Y sobre todo, está el idioma. Ese salto escalofriante: a los treinta, abandonar tu lengua para escribir en otra. Todo esto, en manos de Hemon, no es un pastel sino un festival de ironía con la piedra de toque de la tradición literaria siempre en mente.
Su otra gran virtud es la pasión narrativa. Hemon y sus personajes se entusiasman contando historias, por terribles que sean. He aquí uno de los grandes temas de su literatura: la necesidad de narrar. En los libros de Hemon siempre se desgranan relatos, chistes, chismes, recuerdos y enormes patrañas. Lo hace un escritor, o su padre, o su amigo granuja: narran. Reinventan, porque les reconforta hacerlo. Esto es lo más genuino de Hemon, el verdadero motor que da vida a sus libros: que se divierte contando. Por eso, y por mucho que en él se advierta la influencia centroeuropea, como muy bien señala la crítica más instructiva, a mí hace tiempo que me parece, sobre todo, un novelista americano.
Amor y obstáculos reúne ocho relatos estrechamente relacionados entre sí que presentan todas las constantes de Hemon: la ironía que enfría, en forma de carcajada, el aliento del horror; el fuerte contraste entre un Chicago no se sabe si pueril o confortable y una Sarajevo violenta pero enérgica; la memoria como premonición. Son descacharrantes los retratos de dos escritores, el "poeta nacional" Muhamed D. y el ganador del Pulitzer Dick Macalister. Ambos son personajes fuera de órbita, desconcertantes tipejos que mienten con soltura, seducen con igual descaro y circulan un poco pasmados frente al mundo. Y sin embargo, toda la sátira que empapa esos fragmentos no evita la iluminación final: el escritor es una figura que emite dignidad.
Amor y obstáculos, por cierto, es un excelente título. Y ciertamente, el narrador se sobrepone a su propio sarcasmo, a las circunstancias y al tedioso bucle identitario para rescatar varios amores: la familia, la dignidad, la literatura. La traducción de Damià Alou, impecable. Lástima que se hayan colado varias faltas de ortografía en la edición, pero ésa es otra historia.