Contra el tiempo
Ana María Shua
10 mayo, 2013 02:00Ana María Shua. Foto: Lucio Ramírez
El libro contiene además una entrevista-diálogo final entre ambas escritoras. A Shua le basta un tema tan cotidiano (y realista) como el desquiciamiento de una madre desbordada con sus tres hijos pequeños -asunto central del primer cuento- para montar toda una inquietante historia (fantástica) de monstruos y enemigos inesperados. Ya advirtió Hoffmann, como más tarde Freud, que a menudo lo siniestro reside en el espacio de lo familiar. Monstruos familiares, secretos vergonzosos, pueden surgir también en el recuerdo y gran fusión de planos de una fantasmal "Sala del piano". Y a veces el mal reside en un bebé extraterrestre desactivado gradualmente por el amor, o en la negrura de una pesadilla, o en la tragedia irreparable de quien pierde un hijo ("La señora Luisa contra el tiempo") o al querido padre ("Los días de pesca"), donde un homenaje de Shua a su progenitor nos sitúa ante el misterio infranqueable de que los seres queridos dejen repentinamente de existir.
La vida gasta bromas y paradojas, que se lo digan si no al fotógrafo de estudio de "Una sesión de tomas" (relato hondo y humorístico), o al conductor avispado que en la autovía se salta un peaje (en "La mujer herida"), pensando quizá que le aguarda un domingo tranquilo entre amigos y no una rocambolesca historia de maltratadores, policías y difuntos. A veces el monótono viaje a un pueblo de provincias en el que se embarca un escritor, reserva sorpresas violentas ("Ha llegado un escritor"). De encuentros casuales, exilios y vagos recuerdos de amigos de militancia política, que quiebran o hacen tambalear el espinazo de nuestras vidas, va también esta selección de afinados textos, y en esto es ejemplar el congreso médico de "La columna vertebral". Contra el tiempo es un libro poderoso y logrado, donde dos joyas destacan sobre la elevada media del conjunto: el asombroso "La revancha", donde una anécdota del mundo del boxeo -la peripecia de El Flaco- nos seduce por su gracia, naturalidad, suspense y ritmo, en una historia deslumbrante de amor-odio ; y el prodigioso cuento "El viejo en el jardín", donde el día de piscina (pileta) y parrillada de un anciano rico con sus nietos sirve para el repaso vital de este "viejo exigente y desconfiado", con un gran cruce de planos final en el que Ana María Shua muestra que también existen "horribles recuerdos del futuro".