Image: Gilles Legardinier: Nunca empiezo imaginando un personaje sino un sentimiento

Image: Gilles Legardinier: "Nunca empiezo imaginando un personaje sino un sentimiento"

Letras

Gilles Legardinier: "Nunca empiezo imaginando un personaje sino un sentimiento"

El escritor francés publica en España Día de perros (Planeta)

13 octubre, 2015 02:00

Gilles Legardinnier. Foto: V. Colin para Coming Soon Productions

En el corazón de París, cerca de la Sorbona, la Escuela de Medicina y el parque del Luxemburgo, hay un café que hace esquina, muy concurrido por el mundillo intelectual francés. Estamos en Los Editores. Allí, hemos quedado con el escritor Gilles Legardinier, una celebridad en Francia, por sus novelas de humor y sus portadas disparatadas de gatos con sombrero. "Antes de que nadie me conociese como autor, quería por lo menos que mi libro provocase una sonrisa en los lectores que lo veían expuesto en las librerías". Gilles Legardinier es un autor de pelo blanco, mirada enérgica y generosa sonrisa. Ha trabajado siempre en el mundo del cine, en mas de 2000 películas y escribe desde que era un niño. "Todo lo veo a través de la escritura", comenta. Estos días se publica en España Día de perros (Planeta). "Es una pena que no me hagan viajar a Madrid o Barcelona, ¡lo estaba deseando! Me encanta España, para mí, es como estar en casa. Me siento cercano a los españoles. Creo que tenemos un mismo lenguaje en el humor y una misma sensibilidad. Creo que podría emocionar a un público español. Los valores de la familia, la posición del individuo en la sociedad es muy parecida en Francia y en España".

Pregunta.- Usted que viene del mundo del cine, ¿qué es lo que le atrae de la escritura y qué no puede encontrar en la realización de una película? ¿Qué es lo que le hace pasar de uno al otro?
Respuesta.- No he dejado el mundo del cine en absoluto. De hecho, lo que más me emocionaba cuando empecé era estar en una sala oscura, llena de gente y ver cómo todos se emocionaban por lo mismo, vibraban por las mismas cosas y en las mismas escenas. Un día me dije que yo quería ser el fabricante de esas emociones compartidas. En el cine, eso nace en el espíritu, en el corazón, en el trabajo de unas personas muy concretas que son los guionistas. En Francia se tiene la idea de que para escribir hay que ser alguien muy inteligente. Los demás nos sentimos aplastados por nuestra literatura. Yo, siendo bastante simple y natural, no me atrevía. Hasta que me puse a leer los guiones que recibíamos y me di cuenta de que la mayoría eran malos. Me puse entonces a escribir la historia yo mismo. ¡Pensé, si hay tantos capullos que lo intentan, por qué no puedo ser yo uno de ellos! El resto ya lo sabe.

P.- ¿El haber trabajado en tantas películas y estado en contacto con el cine, le ha ayudado en la forma de escribir novelas?
R.- No. Uno puede tener el sentido de la imagen, del ritmo, pero no se habla a un lector como se habla a un espectador. Un libro se murmura en la oreja de un lector. El lector está solo. Viene a buscarte cuando le apetece y si le aburres deja el libro. Una película se muestra. El espectador no está solo, le haces ir al ritmo de la película. Los capítulos de un libro permiten el variar la lectura, el dejar el libro y volverlo a coger más tarde. La literatura tiene un poder íntimo y una forma de "estar disponible" que me gusta muchísimo y que no tiene el cine. Para mí cada capítulo es una mini película. No es el mismo ritmo y la intimidad que se consigue es mayor.

P.- Los personajes de Día de perros están dotados de una descripción psicológica y física importante. Sus diálogos, llenos de humor, nos hablan de la vida que nos rodea y piensan sobre la familia, el amor y la economía tal y como podríamos pensar cada uno de nosotros. ¿De dónde surgen estos personajes a quienes poco les falta para ser de carne y hueso?
R.- Mis personajes nacen de sentimientos, no nacen de una persona en concreto. Lo que busco es compartir un sentimiento. Luego me pregunto sobre el personaje que mejor lo transmitiría, un joven, una mujer, una persona mayor, etc. No es caricatura sino generalidad. Cuando se habla de una duda amorosa, por ejemplo, se piensa automáticamente en una mujer. Cuando se habla de sabiduría, se piensa en un hombre mayor. Nunca empiezo imaginando un personaje sino un sentimiento.

P.- Y usted, ¿se halla en alguno de sus personajes?
R.- Yo estoy en todos ellos, incluso en los malos. Todo parte de mí. Pero no copio nada de la realidad. Para mí, el trabajo de un escritor es ofrecer al lector un ambiente que no ha conocido, unos hechos diferentes a los de su propia vida. Los sentimientos son los mismos que conoce y comparte. Mi deseo es simplemente que los vea de forma diferente.

P.- En todas sus novelas, los personajes están al borde de un cambio importante en sus vidas. ¿Ha vivido usted situaciones en las que su vida toma un rumbo diferente?
R.- ¡Todos los días! No. La verdad es que no tengo la impresión de haber pasado tantas pruebas. De hecho, lo que puedo hacer me interesa mucho más que lo que soy. Observo a los demás desde que soy un niño. Tanto la persona que esta detrás en este bar, como el chico en la calle. Miro constantemente a mi alrededor. Veo a la gente sufrir, renunciar, tropezar, y casi siempre por las mismas cosas. Eso es lo que me inspira. Tengo una gran capacidad de empatía que me ayuda a la hora de escribir.

P.- Ya que conoce tan bien el mundo del cine, ¿hay proyectos en marcha para adaptar sus novelas a la gran pantalla?
R.- Sí. Tengo en marcha cuatro adaptaciones. Pero lo hago despacio. Intento evitar errores. Hoy en día en Francia cuando una novela funciona se hace una película pero, normalmente, no es buena. Las cuatro películas saldrán poco a poco. Miro con mucho detalle los guiones.

P.- Y los gatos que aparecen en las portadas de todos sus libros, ¿qué representan? ¿Es usted un aficionado de estos animales en particular?
R.- Con mi primera novela, Demain j'arrête, mis editores me propusieron poner una chica guapísima en la portada. Yo en cambio quería que el lector pudiese imaginar a su personaje femenino. Un gato con un gorro peruano en la cabeza me pareció divertido y además tenía que ver con unas escenas en la novela. Esa portada me trajo muchísima suerte y he querido que, para los demás libros, se guardase mi misma identidad visual. El gato tiene algo que me fascina. Es el único animal que vive en nuestra intimidad y que nos juzga, tiene una mirada sobre nosotros. El perro siempre está de acuerdo con su dueño. El gato, en cambio, al juzgar nuestros actos, es como un juez que nos devuelve a lo que somos y que nos preguntemos sobre nosotros mismos.

P.- En sus novelas, en las que el humor tiene un lugar importante, con finales felices, en las que los personajes se relacionan como en una obra de teatro, ¿cómo le gustaría que su lector saliese después de la lectura de una de sus novelas? ¿Qué mensaje querría darle?
R.- Sinceramente, no hay ningún mensaje. No creo en los mensajes. Para mí, la mejor educación que se puede dar a los niños es a través del ejemplo. El libro es como una fábula, una historia que cada uno entiende a su manera y con el que hará lo que quiera en su vida. Día de perros salió hace más de dos años en Francia y me llegan todo tipo de mensajes de mis lectores. Uno de ellos, y que me ha emocionado, me decía que gracias a mi libro había retomado contacto con sus hijos. Eso me habla. Eso me llega. Pero no tengo la pretensión de hacer llegar ningún mensaje. En cambio, me preguntaba cómo me gustaría que los lectores salieran tras la lectura, pues bien, me gustaría que estuvieran felices y abiertos de espíritu.