Catherine Lacey: "Todo el mundo necesita desaparecer en algún momento"
Catherine Lacey
La escritora norteamericana presenta en España su debut novelístico, Nunca falta nadie (Alfaguara), la historia de una mujer que abandona a su familia y su estable pero insatisfactoria vida en Nueva York para tratar de encontrarse a sí misma.
El germen de la historia fue un viaje que la propia Lacey hizo en las mismas condiciones aunque por motivos muy distintos. "Viajé a Nueva Zelanda para realizar una investigación sobre granjas biodinámicas porque, en un principio, quería escribir sobre política alimentaria", explica. "Una vez allí, me quedé sin dinero y comencé a hacer auto-stop". Ante las similitudes con su personaje, Lacey deja claro que no es una novela autobiográfica, aunque asume que hay momentos en los que ha conectado con Elyria. "Escribir en primera persona se parece bastante a actuar. Tienes que llegar a ser ese personaje para que la escritura te salga de forma sincera y fluida".
Pregunta.- Usted iba para ensayista, para escritora de no ficción, ¿cómo terminó escribiendo una novela?
Respuesta.- Siempre he escrito ficción pero de manera más personal, para mí misma. Pensaba que no estaba hecha para escribir novelas con lo cual nunca he escrito ficción seriamente. Esta novela surgió cuando estaba trabajando en un libro de no ficción con el que estaba teniendo muchos problemas. Cada vez que enviaba partes de ese ensayo me decían que no era bueno. Y después de años de que me rechazaran en el mundo ensayístico, me volqué con varias historias cortitas que tenía y me di cuenta de que podía unirlas en una novela conformando una única historia.
P.- Aún así es ficción planteada como no ficción, ¿cómo encontró la voz, como conoció a Elyria?
R.- Cuando escribí el libro estaba confusa con mi vida y decidí utilizar la ficción como un lugar donde jugar con la confusión, emplearla en crear un personaje más perdido que yo. Las historias cortas que estaba escribiendo estaban relacionadas con Nueva Zelanda y con hacer auto-stop, pero eran historias un poco más secas, con una protagonista que simplemente estaba informando de lo que pasaba. Así es como ve la gente a Elyria, como una persona calmada, a la que no le ocurre nada especial, pero yo pensé que en su cabeza tenía que haber algo distinto. Encontré el tono al escribir una de las partes en las que está dirigiéndose directamente a su marido, ahí fue la primera vez que sentí el interior del personaje. Tuve que dejar todo lo que había escrito y empezar de nuevo ya con esta voz.
P.- El viaje que acomete Elyria es un viaje interior, ¿por qué llevarla a Nueva Zelanda, a la otra punta del mundo?
R.- Me gusta viajar y creo que cuando sales de tu entorno habitual, de tus puntos de referencia, ves cosas de ti que en el contexto diario no puedes ver. Tampoco fue una elección consciente. Estaba escribiendo estas historias cortitas un poco porque sí, pero tras unirlas y pensar en la novela simplemente mantuve el paisaje de fondo. Aunque podría ocurrir en cualquier otro lugar.
P.- Hay momentos en los que empatizamos con ella, que la vemos normal, pero entrando en su cabeza vemos algo que falla, ¿qué es?
R.- Supongo que está en un estado caótico, de hacerse muchas preguntas. Está en un momento de dudas y confusión, analizando todo en su vida. Cuando escribes un personaje para una obra de ficción a veces es útil coger un aspecto de una personalidad y exagerarla, ampliarla, retorcerla... En cierto sentido es una persona normal, pero a la vez es incapaz de dejar de estar asombrada por estar viva y por todas las complicaciones inherentes al día a día. Todos sabemos que es cierto, que un día vamos a morir, pero podemos seguir pagando nuestras facturas y seguir viviendo, porque si no estaríamos como Elyria, simplemente andando por ahí y creándonos problemas. Ella no tiene la capacidad de hacer algo así.
P.- Parece muy perdida, pero vamos descubriendo que sus pensamientos tiene una lógica interna, ¿no es preocupante que alguien que vemos tan irracional no lo sea?
R.- Sí que lo es, pero todos los tipos de locura tienen cierta lógica detrás. Conozco una persona que en un momento de su vida pensaba que todo el mundo quería envenenarle, lo creía realmente. Pensaba que la gente quería matarle y lo razonaba de forma bastante convincente, podía justificarlo perfectamente.
P.- ¿Cree que si cualquiera pudiera entrar en nuestra cabeza de forma tan completa pareceríamos todos así de inestables?
R.- Absolutamente. Aunque sería según el momento, claro. La mayoría de las veces, todos vamos con el piloto automático puesto, pero en ocasiones tenemos pensamientos que son auténticas locuras. Como cuando estás en un metro atestado de gente y piensas: "voy a empujar a este tipo en la siguiente parada para seguir sin que me moleste". Sí que lo piensas, pero evidentemente no lo haces porque no es lo correcto.
P.- Explora la necesidad física de desaparecer, de dejar de ser, pero ¿se puede huir de uno mismo?
R.- En cierto modo, todos tenemos que tener momentos en los que desaparecemos, para poder ver con más claridad, con más distancia. Me gusta mucho viajar sola porque cuando estás en un lugar donde sabes que no te vas a encontrar a nadie que conoces puedes ser quien quieras ser en cierto modo. Hay cosas que se mantienen pero hay otras cosas que puedes romper y ser alguien que no eres. Aunque normalmente, con toda esta libertad que tienes te das cuenta de que en el fondo sigues siendo el mismo, y vuelves a tu vida normal con una nueva visión de quién eres o de quién podrías ser. Elyria, por ejemplo, sigue siendo la persona rara que es en su casa a pesar de estar en la otra punta del mundo.
P.- El personaje de Werner le dice: "nada es suficientemente bueno para ti y quieres algo imposible". Todos tenemos en algún momento esa sensación, pero ¿qué nos ata, qué nos impide imitar a Elyria?
R.- Yo creo que no podemos simplemente coger un avión y marcharnos, sobre todo sin decirle a nadie a donde vamos. Tienes derecho a irte, a dejar una relación, tu trabajo, pero está bien y es educado decirle a la gente que te vas, equilibrar el deseo de escaparse con el de no hacer daño a los demás. Además, el irte en sí, el escaparte de esta manera, no va a ayudarte a resolver el problema. Hay gente que piensa que si se va de la ciudad o deja el trabajo, su vida va a ser más fácil o van a ser más felices, y no tiene por qué ser cierto.
P.- En la novela no existe ni un principio ni un final, nada se resuelve, no hay respuestas, ¿existe una finalidad o es simplemente un relato?
R.- Creo que ninguna historia consiste únicamente en contar una historia, no escribo para entretener a la gente. Simplemente es un documento que refleja un momento en mi vida en el que exploro unas ideas. Elyria se va y vuelve, y según como leas el libro y veas el mundo, puedes pensar que no ha cambiado o que es una persona totalmente distinta. De todas formas, me parece bien cualquier lectura, me encanta que la gente experimente algo con el libro que a mí ni se me había pasado por la cabeza, porque no tenía ninguna intención al escribir, no estaba pensando en cómo quería que este libro fuera leído.
P.- En la actualidad está trabajando en otra novela, ¿qué nos puede contar?
R.- El libro se llama The Answers, y se publica en Estados Unidos en abril del año que viene. Trata sobre distintas personas que están tratando de responder a preguntas que realmente no tienen respuesta. El personaje central es un hombre que está haciendo experimentos intentado resolver el amor romántico, saber qué es lo que necesita una pareja para ser realmente feliz. No pretendo resolver el misterio, porque cuando escribo, al igual que cuando leo, no busco mensajes ni respuestas, solo una voz que coja un tema y lo mastique, que me permita pensar de un modo diferente, especular.