Image: El número 11

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Letras

El número 11

Jonathan Coe

21 abril, 2017 02:00

Jonathan Coe. Foto: BBC

Traducción de Mauricio Bach. Anagrama. Barcelona, 2017. 416 páginas, 20,90 €, Ebook: 9,99 €

Los políticos actuales parecen incapaces de aportar nuevas ideas. Orillan la solución histórica que siempre ha funcionado, aumentar la justicia social. Dejan así el campo ideológico libre a los defensores del Brexit, a los votantes de Donald Trump o de Marine Le Pen. Nos sumergen en una peligrosa retrotopia: el pasado fue mejor. Por fortuna, existen escritores que saben ofrecer una alternativa a tal premisa. Hacer cambiar de opinión al prójimo resulta complicado, y por ello conviene ir por partes, describir la realidad social, para combatir las tendencias autoritarias. Así procede Jonathan Coe (Birgminham, 1961), relatando en su novela la manera en que el Partido Conservador británico ha demolido parte del estado de bienestar y permitido el obsceno enriquecimiento de los líderes de las finanzas.

La avaricia insaciable de los ricos, auspiciada y protegida desde el Número 11 de Downing Street, la residencia del Ministro de Hacienda, George Osborne, durante el gobierno de David Cameron. Y todas las distorsiones de la verdad propagadas con devota dedicación por la prensa sensacionalista, propiedad de Rupert Murdoch, adicta a las noticias falsas, forman la esencia de esta novela. Una píldora verbal muy eficaz contra los que no quieren ver la necesidad de retomar el camino de la igualdad democrática.

Coe procede sin tendenciosidad, ofrece un fiel testimonio de la distribución de la riqueza y las quiebras sociales. No busca la confrontación, sino mostrar el contraste existente entre las diversas capas de la sociedad inglesa del presente. Los enfermos de cáncer de clase media no reciben los medicamentos que les puedan alargar la vida, y los ricos sí, porque tienen el dinero para comprarlos. Los jóvenes de clases adineradas asisten a los mejores colegios privados, y si están pasando un fin de semana en su casa en el lago de Ginebra, y surge un problema que no entienden, Rachel, la protagonista, es traída en el avión familiar desde Londres para que les explique a las niñas cómo resolverlo. Estas familias adineradas tienen mucho en común: los empleados del servicio doméstico, que limpian las casas, cocinan y conducen, los que les pasean a los perros varias veces al día, los profesionales, ex inspectores de Hacienda, que les ahorran impuestos.

La novela relata momentos de la vida de Rachel, una inteligente joven de clase media, graduada en Oxford. La conocemos de niña, de visita en casa de sus abuelos. Gente de costumbres inalterables, lectura del periódico, almuerzo, tele para ella, ordenador para él, cena a las seis. Por la tarde, otra vez tele y ordenador, un güisqui para el abuelo, y así cada día. Cuenta entre sus amigas a Allison, una joven de color, lesbiana, que perdió una pierna en accidente. De niñas vivieron juntas una extraña aventura, la de conocer a unas personas estrafalarias, que no encajan en los moldes habituales, por su distinta sensibilidad, porque acogen en sus casas a inmigrantes que huyen de la policía o de quienes les emplean y abusan de su estatus de trabajadores ilegales. Los abuelos, las gentes diferentes, los inmigrantes, e incluso los concursantes de un reality show patético, son los olvidados de esta sociedad. Presentes en las estadísticas, en la tele, pero que en realidad no cuentan.

El número 11 aparece aquí y allí en la obra, y viene a significar que el poder de Hacienda determina la vida pública, y su capacidad para dislocar la realidad. Val, una ex cantante, cuando sale del trabajo de bibliotecaria a tiempo muy parcial toma la línea 11 de autobús, y permanece sentada la hora larga que tarda en dar la vuelta completa a Birmingham, para ahorrar la costosa calefacción y estar caliente. Los nuevos ricos gustan de las remodelaciones, la caprichosa Madiana Gunn, empleadora de Rachel, que recuerda mucho a Melania, la esposa de Donald Trump, quiere que le construyan 11 pisos bajo tierra. Uno para estacionamiento, otro para una piscina con palmeras, varios pisos para el servicio, y así. Al final, gracias a un golpe de audacia autorial estas remodelaciones revelarán los secretos ocultos del subsuelo.