Diego Armando Maradona, Muhammad Ali, Nadia Comăneci y Roger Federer

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Letras

Literatura y deporte en la Feria del Libro, un tándem imbatible con una gran hinchada de lectores

Bajo el paraguas de la FLM, que dedica esta edición al deporte, penetramos en el fenómeno con los editores de Libros del K.O. y Panenka y los escritores Eduardo Sacheri y Marcos Pereda.

31 mayo, 2024 02:06

El escritor Javier Marías relató en una columna publicada en 1995 que varios años antes coincidieron en el Santiago Bernabéu los novelistas Juan Benet y Juan García Hortelano, el editor Javier Pradera y "el rico empresario Querejeta". El Real Madrid se enfrentaba a la Real Sociedad y estos asistieron "cada uno por su cuenta y medio disfrazados para que nadie los reconociera". Entonces "no había intelectual que se atreviera a confesar públicamente que le gustaba el fútbol", aseguraba Marías.

"Era visto por las derechas como un elemento carnavalesco, populachero y vulgar que no merecía un sitio literario, y por las izquierdas como una suerte de opio de los pueblos", confirma Eduardo Sacheri a El Cultural. "Mientras que en Francia, Italia, Inglaterra o Latinoamericana la relación entre literatura y deporte estaba muy asentada, en España lo más habitual era mirarlo por encima del hombro", apunta al respecto Marcos Pereda, que acaba de publicar Príncipes y esclavos en Ariel y cuenta con otros dos libros sobre ciclismo.

Aitor Lagunas, fundador de la revista Panenka, considera que el caso de nuestro país se explica mediante "el uso que la dictadura hizo del fútbol". Y es que "se tenía la sensación, desde ciertos sectores progresistas, de que era una actividad que embrutecía y alienaba. Si te gustaba Woody Allen, no te podía gustar el fútbol", apostilla Lagunas, cuya aventura al frente de Panenka está a punto de cumplir trece años. Recuerda que entonces el panorama en torno a la literatura deportiva era "mucho más desértico", mientras que hoy es “un binomio cada vez mejor avenido”.

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Con el periodista Marcel Beltran al frente, Panenka ahora cuenta con su propio sello editorial, desde el que se han publicado ya diez títulos, y estará del 10 al 16 de junio en el Espacio Talento a Bordo de la Feria del Libro de Madrid, que este año dedica su 83ª edición al deporte.

A Álvaro Llorca, editor de Libros del K.O., le parece "una jugada digna de aplauso", al tiempo que celebra que se hayan derribado los "prejuicios". Si bien "desde finales del siglo XIX el deporte ocupa un lugar social cada vez más importante", como apunta Sacheri, la popularidad en las últimas décadas no tiene parangón.

"Si te gustaba Woody Allen, no te podía gustar el fútbol". Aitor Lagunas (Panenka)

Lagunas cree que los formatos audiovisuales –las retransmisiones deportivas, cada vez más elevadas, y la brillantez de ciertos documentales– son un antecedente ineludible del boom editorial. La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) habla de "un gran repunte" de publicaciones y facturación. No existe una cifra exacta de ventas porque no hay un desglose de la materia como tal, pero la categoría en la que se integran estos libros, 'Estilo de vida, deporte y ocio', "está muy bien posicionada", aseguran.

Desde Libros del K.O. dan buena cuenta: el 23,3% de los libros que publicaron en 2023 albergaban la temática deportiva, mientras que en 2021 Subcampeón, de Ander Izaguirre y Zuhaitz Gurrutxaga, y en 2012 Plomo en los bolsillos, de Izaguirre, vendieron más de 10.000 ejemplares cada uno. Libros del K.O. ostenta el honor de ser un sello pionero en la apuesta en serio por la literatura deportiva en nuestro país. "No procedemos del mundo editorial, sino del periodismo, y echábamos de menos un tipo de reportajes que no encontrábamos en los medios tradicionales", aclara Llorca.

La editorial que saltó a la fama en 2015 por el secuestro judicial del libro Fariña, de Nacho Carretero, había comenzado su "acercamiento biográfico y emocional" al deporte desde su nacimiento, en 2011. Así, libros tan importantes como El autoestopista de Grozni (y otras historias de fútbol y guerra) (2012), de Ramón Lobo, o Con fina desobediencia (2019), de Fermín de la Calle.

Por no hablar de la ya emblemática colección Holligans ilustrados, formada por libros en los que autores como Manuel Jabois, Enric González, Ignacio Martínez de Pisón, Enrique Ballester, Antonio Agredano y Alfonso Armada diseccionan bajo una lupa personalísima a los equipos de los que son hinchas.

"Mientras que en Europa o Latinoamericana la relación entre literatura y deporte estaba muy asentada, en España se miraba por encima del hombro". Marcos Pereda

La editorial Altamarea no le va a la zaga. Bajo la premisa de hacer libros determinados por la historia o la política, comprendieron muy pronto que el deporte era un nicho que explotar. Con Futbolítica, de 2021, y Un siglo cuesta arriba. Historia popular y política del ciclismo, publicado este año, Ramón Usall capitanea un catálogo que en lo deportivo incluye a autores como Ignacio Pato (No es fiera para domar. Una historia centenaria del Rayo y Vallecas) y va desde títulos de gran calado social –Fútbol y fascismo, Dios, patria y muerte. Guerra y fútbol en los Balcanes, Fútbol y poder en la URSS de Stalin...– hasta los dedicados a Pasolini, Maradona o Mágico González, repletos de curiosidades.

Entre las joyas que presenta su fondo editorial, destaca Arqueros, ilusionistas y goleadores, de Osvaldo Soriano. Según Sacheri, es uno de los escritores argentinos que, junto a Roberto Fontanarrosa 'El Negro', "elevaron el relato futbolero a grandes alturas".

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Conocida su inclinación por la crónica de largo aliento, la literatura latinoamericana ha legado grandes autores de literatura deportiva. Además de Bolaño, Benedetti o García Márquez, que señaló que en las crónicas deportivas se conservaba la épica del periodismo, resultan imprescindibles los nombres de Eduardo Galeano y su inextinguible Fútbol a sol y sombra, Juan Villoro (Balón dividido, Los once de la Tribu, Dios es redondo, No fue penalti…), Martín Caparrós (Ida y vuelta, una correspondencia con Villoro) y, por supuesto, Sacheri, que opina que "el fútbol es extremadamente literario, a diferencia del boxeo, que es más cinematográfico".

Por su parte, Pereda cree que el boxeo es "un espejo de la humanidad muy potente", pero considera al ciclismo como el deporte más literario, pues "tiene una particularidad muy importante: recorre la geografía de los sitios".

"El fútbol es extremadamente literario y el boxeo, más cinematográfico". Eduardo Sacheri

No es casual, por tanto, que deportes minoritarios como el boxeo o el ciclismo encuentren mejor encaje en editoriales pequeñas. Más allá de la trilogía de las grandes vueltas que incluyó Gallo Nero en su catálogo –imperdible la dedicada al Giro, del gran cronista italiano Dino Buzzati–, sobresalen en la escena editorial independiente la editorial Contra, que ha publicado cuatro libros del periodista deportivo Axel Torres o la autobiografía de George Best, y Libros de Ruta, que se ocupa del ciclismo en exclusiva.

La demanda, no obstante, condujo a esta última a crear un nuevo sello, LDR Sport, para acoger más disciplinas –publicaron La carrera más sucia de la historia, en torno al duelo, marcado por el dopaje, entre Ben Johnson y Carl Lewis en las Olimpiadas de 1988–, mientras que Córner, nacida como editorial independiente, fue integrada en Penguin Random House y ahora publica sus libros en el sello Roca.

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Los grandes grupos editoriales no son ajenos al fenómeno. Si a principios de siglo Aguilar concentraba buena parte de los relatos atravesados por el deporte, la proliferación de títulos en los últimos años ha propiciado la diseminación en distintos sellos.

Por ejemplo, Libros Cúpula, GeoPlaneta o Espasa, integrados en el Grupo Planeta, atienden a demandas más comerciales (biografías de deportistas vivos y famosos, un libro sobre el caso Negreira, etc.); Ariel y Debate publican textos con un tono más ensayístico (Rayografía de Nicolás Casariego está en Debate); y los sellos más prestigiados por su significación literaria acogen nombres como el de Galder Reguera (Hijos del fútbol está en Seix Barral) o Carlos Marzal (Nunca fuimos más felices, en Tusquets) y Pablo García Casado (La madre del futbolista, en Visor), poetas estos últimos, que se atreven con novelas cuyo pretexto temático es el deporte.

"Lo importante en los libros sobre deporte es que la mirada sea capaz de trascender". Álvaro Llorca (Libros del K.O.)

Si obviamos la sustancial diferencia entre literatura sobre deporte y libros deportivos, en los que incluiríamos el desarrollo personal, cabe preguntarse si existe un género para categorizar los textos que nos ocupan. "No me parece que el deporte tenga esa estatura", sentencia Sacheri. Llorca, de Libros del K.O, cree que el factor diferencial que lo distinguiría como género es "que la mirada sea capaz de trascender" y Pereda se muestra partidario de alejarse del "minuto y resultado" para hacerse cargo de "lo que nunca se cuenta. Lo que importa", como leemos en el prólogo de su nuevo libro.

A Helenio Herrera, entrenador del Inter de Milán en los primeros años 60 tras su paso por el Fútbol Club Barcelona, le interesaba "aquello que sucedía donde no estaba el balón", según recordó el escritor y cineasta Gonzalo Suárez, entonces su asesor técnico, en La suela de los zapatos (Seix Barral). El director de Remando al viento transformó la lógica futbolística de Herrera, segundo marido de su madre, en una consigna literaria que impulsaría sus crónicas, entrevistas y reportajes sobre deporte. Desde entonces, ese "mirar donde nadie mira", sea cual sea la disciplina que se aborde, sigue siendo la máxima literaria de los mejores autores de literatura deportiva.

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Suárez fue, para muchos, el precursor del Nuevo Periodismo, tan reivindicado desde Estados Unidos a través de figuras como Tom Wolfe. La vocación de transversalidad –los movimientos sociales como contexto, la dignidad del perdedor, la épica y la mitología como catalizador de arquetipos– impregnó las obras de autores como Gay Talese (El silencio del héroe) o Norman Mailer (El combate). El boxeo había sido abordado antes, desde lo literario, por autores de la estatura de Arthur Conan Doyle o Jack London y después por Joyce Carol Oates (Del boxeo) o, en España, por Eduardo Arroyo (Panamá Al Brown).

Del tenis se ocupó David Foster Wallace en La broma infinita y en El tenis como experiencia religiosa –antológico el artículo sobre Federer– y no conviene olvidar la autobiografía de Agassi, Open. Entre las obras de autores internacionales contemporáneos, destaca la autobiográfica de Murakami (De qué hablo cuando hablo de correr), el cuento de Peter Handke (El miedo del portero al penalti), la crónica de Nick Hornby (Fiebre en las gradas) y el ensayo de Simon Critchley (En qué pensamos cuando pensamos en fútbol).

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En España, la influencia de Gonzalo Suárez puede rastrearse en las crónicas, de alto voltaje literario, de Manuel Alcántara, José Luis Garci, Carlos Arribas o David Gistau. Antes, Miguel Delibes evocó magistralmente el ciclismo en algunos pasajes de su obra y Manuel Vázquez Montalbán legó el imprescindible ensayo Fútbol: una religión en busca de un dios. Como bien apunta Marcos Pereda a El Cultural, no existe un libro como La España vacía, título quintaesencial del neorruralismo, que sea referencia para fijar la alianza entre deporte y literatura. Lo que sí hay es un bagaje que explica una pujanza editorial sin precedentes.

De todas las consecuencias provechosas, Pereda señala la capacidad de transformación social del deporte. Igual que tantas veces ha servido como reivindicación contra el racismo, el verano pasado comprobamos cómo la selección española de fútbol femenino hizo temblar los cimientos de la Federación tras el triunfo en el mundial, recuerda el autor. Y, por supuesto, hay libros como el de Silvia Barba, Cuando ellas tocaron el cielo, recientemente publicado en Espasa, para que la doble gesta no quede en el olvido.