Ensayo

Discurso de un italiano...

Giacomo Leopardi

14 febrero, 1999 01:00

Edición de Carmelo Vera Saura. Pre-Textos. Valencia, 1998. 302 páginas

Es este uno de los primeros y más significativos textos de ensayo de Leopardi, considerado por el propio Vera Saura como "la primera formulación de la estética y de la poética leopardianas y que señala algunas de las constantes propias de su poética futura"

C ontinúa a buen paso la difusión en nuestro país de la obra de Giacomo Leopardi (1798-1837). En unos casos, desde la difusión de su poesía, que ha tenido el pasado año notables muestras. También se ha avanzado en el estudio global de la obra del poeta y del ensayista. De ello fue muestra el volumen colectivo que la Universidad Complutense de Madrid dedicó el pasado año a Leopardi, con ocasión del bicentenario de su nacimiento ("Mentre nel mondo si favelli o scriva"). También se han celebrado provechosos encuentros entre poetas italianos y españoles y estudiosos de ambos países, como el convocado en la Universidad de Sevilla, coordinado con entusiasmo y sin sectarismos por el profesor Carmelo Vera Saura.
Es precisamente Carmelo Vera el autor de esta edición del Discurso de un italiano en torno a la poesía romántica, uno de los primeros y más significativos textos de ensayo de Giacomo Leopardi; obra que ha sido considerada por el propio Saura, y no sin fundamento, como "la primera formulación de la estética y de la poética leopardianas y que señala algunas de las constantes propias de su poética futura". En efecto, este texto que Leopardi escribe a comienzos de 1818, es decir, cuando sólo tenía veinte años, va mucho más allá de sus tempranos trabajos de erudición, de contenido más tosco y menos original, como fueron su Historia de la Astronomía (1811) y su Ensayo sobre los errores populares de los antiguos (1815).
Lo significativo del Discurso es que en él forcejean por nacer, y a la vez ya se decantan, las primeras ideas fundamentadas de Leopardi y, además, es un texto que nace dentro de una etapa vital y creativamente muy significativa. No olvidemos que 1818 es el año en que llega a Recanati Pietro Giordani, el que será gran amigo y consejero del poeta; y que su presencia abrirá en el autor de los Canti una nueva etapa de ilusión social y de esperanza creativa. También de septiembre de 1818 es la creación de "A Italia" y "Sobre el monumento de Dante que se preparaba en Florencia", dos poemas que abrirán la futura edición de los "Cantos" y que el poeta ya consideraba como muestras de su verdadera voz, aunque ambos textos arrastraran muchas resonancias neoclásicas, en concreto de Dante y de Petrarca.
El Discurso de un italiano en torno a la poesía romántica es la respuesta por escrito que Leopardi dio en la revista "Spettatore italiano", de Milán, a las "Observaciones del Caballero Ludovico de Breme sobre la poesía moderna", también publicadas en dicha revista a comienzos de año y en las que dicho caballero comentaba la edición italiana de El infiel de Byron. En realidad, la respuesta leopardiana permaneció inédita, en su mayor parte y sólo vería la luz, de manera completa, en 1906, cuando Giuseppe Mestica la editó (Le Monnier, Florencia, 3ª ed. 1924).
Como muy bien señala Saura, el Discurso tenía un precedente en algunas de las primeras páginas del Zibaldone, también de 1818, pero es en el texto posterior donde, por vez primera, el autor resume ideas hondas, muy ambiciosas -¡tan alejadas de las alicortas de nuestros días!- sobre cuál debía ser la misión de la verdadera poesía. En el Discurso, Leopardi parece inclinarse -engañosamente, en apariencia- por un neto clasicismo, al centrarse en el ejemplo de sus amados grecolatinos, frente a las poéticas del norte, más melodramáticas y exasperadas y, en consecuencia, más "románticas". Pero, en realidad, Leopardi se estaba mostrando como un romántico de nuevo cuño, muy profundo y depurado, siendo con ello un precursor en Europa del mejor Romanticismo.
La naturalidad de las poéticas de la Antigöedad, el afán de expresar lo sublime y lo infinito desde el concepto, para él tan querido, de "illusione", su crítica a la ciega razón, la perenne voz de la naturaleza y la revitalización de los mitos, son conceptos centrales de este Discurso que esclarece sus ideas pasadas y que serán avanzadillas de las que, de inmediato, Leopardi desarrollará en el mismo Zibaldone, en su rico epistolario y, de manera práctica y reveladora, en los poemas centrales de los Cantos, es decir, los que van desde el "El Infinito (1819) a "El sábado en la aldea" (1829). Estos veinte años de intensa y lúcida creación poética serían la mejor demostración práctica de cuanto, teóricamente, anunciaba el Discurso.
Carmelo Vera Saura nos ha ofrecido un texto muy fiel en su versión y claro y cuidadoso en su exposición crítica. Trabajos como el suyo amplían, para los lectores españoles, el conocimiento de una obra de dimensiones e importancia extraordinarias, pero -gracias a esfuerzos como el que comentamos- no imposibles de transmitir.