Ensayo

Ideologías y movimientos políticos

Edición de Antón Mellón

2 mayo, 1999 02:00

Tecnos. Madrid, 1998. 462 páginas, 3.400 pesetas

Ideologías y movimientos.... es de lo mejor que he leído junto a la clásica Historia de las ideas políticas de Touchard. Subrayo en algunos de los ensayos que lo componen la originalidad, en otros la síntesis y en todos
su lectura estimulante.

H asta hace unos años las ciencias políticas carecían de identidad propia en titulaciones y planes de estudios, acaso por la dificultad de advertir cuándo el profesor hacía ciencia y cuándo simplemente política. Y aunque tales dudas persistan después de todo, no podemos negar que se han escrito tratados y manuales rigurosos y ejemplares como el que paso a comentar. En su género Ideologías y movimientos políticos contemporáneos es de lo mejor que he leído junto a la clásica Historia de las ideas políticas de Jean Touchard, ambos en Tecnos. No encuentro elogio mayor.
Tres ensayos destacan con nitidez sobre los demás: "Liberalismo Clásico (de Locke a Constant)" por Joaquín Abellán, "Nacionalismo y Federalismo" por Miquel Caminal y "Pensamiento contrarrevolucionario (de Maistre a Maurras)" por Joan Antón y Marco Esteban. Abellán hace hincapié en la naturaleza moral de la filosofía liberal, y realiza una prolija presentación del desarrollo del pensamiento liberal en Francia, Gran Bretaña y Alemania. Por otro lado, Miquel Caminal propone tres acepciones para el concepto de nación -política, cultural y jurídica-, analizando sus interacciones y la más representativa de sus expresiones políticas: el federalismo. Finalmente, a partir de una reflexión de Isaiah Berlin -la dicotomía entre defensores de la razón y defensores de la tradición- Antón y Esteban definen al pensamiento contrarrevolucionario como categoría de análisis político. Este brillante estudio da pie a su vez al titulado "Facismo: la utopía facista", de Encarna Ruiz y el mismo Joan Antón.
No quiero dejar de resaltar además los ensayos de Joan Botella y María Àngels Rodríguez ("Anar-
quismos"), Xavier Torrens ("Racismo y Antirracismo"), Elena Grau Biosca ("Feminismo: pensar la política desde la diferencia femenina"), Enric Tello ("Ecopacifismo: una visión política emergente"), Eduard Gonzalo ("Comunitarismo") y los comentarios finales de Rafael del águila y Fernando Vallespín ("Epílogo: ideologías políticas y futuro").
Subrayo en algunos de ellos la originalidad, en otros la síntesis y en todos su lectura estimulante.      Estimulantes también -aunque en otra medida- se me antojaron los titulados "Fundamentalismo Americano" (Carlos Cañeque), "Democracia Cristiana: ¿existe un pensamiento político democristiano?" (Cesáreo R. Aguilera de Prat) y "Postmodernismo: la libertad de los postmodernos" (Ramón Maiz y Marta Lois). De Carlos Cañeque me sorprendió la importancia que le concede a cierta secta -más que movimiento político- influyente sobre el partido Republicano. Con ese criterio el Opus Dei merecería un estudio aparte, y para mí no ha lugar ni a lo uno ni a lo otro.
En cuanto al ensayo de Aguilera de Prat, me pregunto por qué los democristianos no entran en el mismo saco junto a los fundamentalistas americanos y los ideólogos del "Islamismo", cuyas propuestas políticas son estudiadas por Bernabé López García y Miguel Hernando de Larramendi. La democracia cristiana es un malentendido, porque si es demócrata no tiene que ser cristiana. Y por último tenemos el ensayo de Ramón Maiz y Marta Lois, más cerca de la filología que de la politología, a no ser que se demuestre que quienes redactan los discursos plazueleros de los políticos dominan la deconstrucción, la intertextualidad y los recovecos de la episteme (porque el logos no existe, ¿no?).
Dejo para el final los estudios de ángel Rivero - "Liberalismo Conservador (de Burke a Nozick)" y "Liberalismo Radical (de Paine a Rawls)"-, "Populismo latinoamericano" de Ferrán Gallego y "Comunismo" de Antonio Elorza, tal vez los más flojos del conjunto.
Respecto a los estudios sobre el liberalismo, el autor es muy dueño de proponer sus propias categorías, pero no debería ignorar un texto de Hayek titulado precisamente "Por qué no soy conservador" (Los fundamentos de la Libertad). Uno tiene la impresión de que estos capítulos dedicados al Liberalismo parten a priori de una actitud despectiva ("me circunscribiré, en lo que sigue, al análisis de los temas del liberalismo conservador, sus convicciones políticas, sus autores y sus incoherencias", pág. 47).
Rivero carga la suerte en las ideas de Lord Acton (a quien por católico le formuló los mismos reparos que a los democristianos), y se salta a la torera a Karl Popper, Isaiah Berlin y Ludwig von Mises. Parafraseando a Borges, "el doctor apela a un procedimiento que debemos calificar de sofístico, para no poner en duda su inteligencia; o de candoroso, para no dudar de su probidad".
Por otro lado, a Antonio Elorza le tocó una de las cosmovisiones políticas más complejas de todos los tiempos: el comunismo. Mis reparos aquí no son de fondo sino de forma: Elorza y el comunismo merecían un libro sistemático y unitario. Y para concluir aquí queda mi perplejidad por el título del ensayo de Ferrán Gallego, que no me place, no sé si por populista o por latinoamericano. ¿No hay populistas en Europa? Después de unas disquisiciones introductorias, el autor repasa los casos de Argentina, Bolivia y México, y en los tres casos se detiene antes de la década de los 70. Cuando menos arbitrario.
En la presentación de Ideologías y movimientos políticos contemporáneos asoman algunas veces los conceptos de "hegemonía" y "poder". No me acuerdo qué hacía Gramsci cuando escribió sobre ellos. ¿Era ciencia o simplemente política?