Ensayo

Viajes con burra

Robert L. Stevenson

4 julio, 1999 02:00

Trad. A. Pareja. Maeva. 210 págs. en los mares del sur Trad. A. Esclasas. Ed. B. 402 págs.

L a burra se llamaba "Modestine". Stevenson ya había viajado antes, pero nunca en burra, así que se las vio canutas para conseguir imprimir al cuadrúpedo el ritmo deseado y, lo que era más difícil, para sujetar a la albarda el fardo con su equipaje. Si Churchill inventó el primer tanque, podemos creer que Stevenson fue el padre del saco de dormir forrado de oveja, principal pertrecho de ese dormitorio de Dios que tiene por dosel las estrellas.
Stevenson emprende un viaje en 1878 por tierras de Francia con sed de aventura, pero la mayor que encontrará en su camino será la de escapar al celo apostólico de un cura y un militar metido a trapense en el monasterio de Nuestra Señora de las Nieves. Aproximándose nuestro Sancho Panza escocés a las cimas teñidas por la sangre de las matanzas religiosas de un siglo atrás, retrata la situación de tolerancia entre protestantes y católicos con deliciosa amenidad y sentido del humor. De alguna escena dialogada tal vez haya bebido Wodehouse. Un humor casi negro despunta en la memoria de la masacre de los Camisards: "un pastor llevaba un gorro frigio negro, como celebrando su proximidad a la tumba...". Hay en este viaje con burra mucha poesía. Stevenson dedica las más bellas páginas a hablar de las estrellas. Viajar es enfrentarse a la vida, "bajar de este lecho de plumas de la civilización y encontrar bajo los pies el granito del globo, cubierto de afilado pedernal". Modestine pasa discreta. Al final es vendida y llorada por quien la había aguijoneado sin dolor. Diez años después un Stevenson consagrado por sus obras maestras, tuberculoso y prolífico, viaja a Polinesia en busca de salud. Allí morirá.
En los mares del Sur es un valiosísimo testimonio sobre las islas Marquesas, Pomutú y Gilbert de hace cien años, un clásico de antropología donde Stevenson observa al indígena como a un igual. "El coral crece, la palmera brota, pero el hombre se va", dice una canción del sur. Porque el hombre "se va" en Escocia como en Hawai.