Ensayo

Una filosofía de la historia

Agnes Heller

18 julio, 1999 02:00

Traducción de Marcelo Mendoza Hurtado. Gedisa. Barcelona, 1999. 333 páginas, 3.350 pesetas

L o primero que sorprende de este libro, una vez sopesado su contenido, es su título. ¿Por qué escoger un rótulo tan cargado semánticamente como el de "filosofía de la historia" para una reflexión "posmoderna" sobre la historicidad intrínseca, ontológicamente constitutiva, de la existencia humana? Agnes Heller no se interesa aquí, en efecto, por la filosofía de la historia entendida como metodología de la historia en cuanto disciplina científico-social. Que nadie busque, pues, en estas páginas una reflexión más sobre la debatida naturaleza de la explicación histórica, sobre la clásica polémica entre explicación y comprensión o sobre la especificidad de las leyes históricas. Pero tampoco una filosofía "fuerte" (o especulativa, si se prefiere) de la historia al modo de la kantiana o hegeliana, herederas del enfoque cristiano de la historia como un proceso de "salvación" teleológicamente orientado, que el propio Marx asumió, reinterpretándolo en clave materialista, en una de las vertientes de su obra. Es más, de acuerdo con la convencional tesis "posmoderna" que Agnes Heller hace suya, si algo habría decididamente caduco son estos relatos. Ni finalidad, pues, del proceso histórico, ni racionalidad, ni progreso, ni leyes de la historia, ni sentido. Si la historicidad que ahora interesa a Agnes Heller tiene que ver con algo es con nuestra condición de seres arrojados al Mundo, y que precisamente por eso "tenemos mundos". La autora se sitúa en las antípodas de toda posible "versión teleológica totalizadora del relato de la especie humana".
Nada más lógico, pues, que la apelación de Agnes Heller al primado del fragmento, que justifica, además, reclamándose de la libertad que le ofrece "la imaginación histórica posmoderna", cualquier cosa que esta sea, dado que, en realidad, tal imaginación es más bien "poshistórica", como es sabido. Abandonada, en cualquier caso, la "historia universal", como el contexto sistemático en el que los datos históricos y sus interconexiones cobran un sentido y radicalizando y llevando al límite reflexiones que Popper, por ejemplo, desarrolló ya en su día -esto es, mucho antes que los "posmodernos" franceses o italianos- con una batería argumental muy superior, Heller decide instalarse en un paisaje en ruinas desde el que todo sentido superior, sea la autorrealización de la especie humana, el triunfo de la razón o la instauración de una sociedad emancipada, revela su obsolescencia. El hueco que deja el sentido pasa a ser ocupado por conceptos que Agnes Heller toma de la filosofía de la existencia: contingencia, apuesta, decisión existencial, autonomía moral, reconocimiento, esperanza... El concepto mismo de verdad pasa, en esta onda, a ser reformulado como la "idea regulativa de una conducta de vida significativa", algo así como un doble de la "autenticidad".
Se diría, cerrado el libro, que su autora se ha tomado demasiado al pie de la letra la tesis de la muerte de los "grandes relatos" y del fin de los "grandes proyectos". Algo más que discutible, dado el auge de los "grandes proyectos" cosmológicos (del "bing-bang" al proyecto Genoma), políticos (de la ONU a la "globalización") y aún históricos (como el tan debatido relato del "final de la historia") a que asistimos. Y, por otra parte, convendría no olvidar que fue precisamente en el marco de las grandes filosofías de la historia, todo lo superadas hoy que se quiera, donde por primera vez se introdujo en nuestra cultura la reflexión sobre algo tan representativo del mundo contemporáneo como el cambio social y sus pautas. Los esfuerzos de Heller por renovar su pensamiento tras el abandono del paradigma en el que tan brillantemente trabajó durante años han dado, sin duda, frutos mejores que este libro. Que no deja de contener también, claro es, reflexiones estimulantes y destellos de ingenio filosófico.