Ensayo

Nulla dies sine linea

Antonio Saura

10 octubre, 1999 02:00

Patrick Cramer, Éditeur. Ginebra, 1999. Sin paginar (300 páginas aproximadamente). 8.000 pesetas

N ulla dies sine linea (Ningún día sin una línea) es, como bien dice su prologuista, Olivier Weber-Caflisch, "un diario. Un diario inacabado." Es, indudablemente, el diario de un pintor, que se sirve de su oficio para recoger algunos de los acontecimientos ocurridos en el transcurso de un año, el de 1994, y a su través revelarnos que le pasaba a él mismo en ese lapso de tiempo. Saura (Huesca, 1930 - Cuenca 1998) mismo lo definió como "un diario plástico subjetivo".

Porque Nulla dies sine linea es, también, un anuario interior de algunas de las impresiones y vivencias del pintor en un amargo periodo de su existencia que se inicia en el otoño de 1992, cuando, impedido físicamente, no pudo pintar cuadros y decidió hacer un dibujo diario durante un periodo de tiempo determinado; prosigue en la primavera de 1993, en la que, convaleciente de una intervención quirúrgica, vuelve al dibujo o a la pintura sobre papel, pero autoprescribiéndose las técnicas, las dimensiones e incluso el tipo de papel; y se desarrolla, como hemos anticipado, en 1994, a lo largo de un año en que, dicho con sus propias palabras: "Realizo un dibujo cada día a partir de un suceso o una imagen extraída de la prensa diaria. Durante un año entero estaré ocupado por esta idea extrema que ya condiciona mi vida, puesto que si dibujar puede ser un placer, el tener que buscar un pretexto a partir del cual surja el dibujo, se convierte en una preocupación diaria y en una traba." De hecho sólo en cinco -enero, febrero, marzo, noviembre y diciembre- de los doce meses cumple su obligada tarea. En los siete restantes sólo unos cuantos días de cada mes dibuja. Lo que sí hace día a día sin cesura es elegir una entre cuantas noticias lee en las revistas o periódicos.

El libro reproduce la noticia de cada día, que resulta perfectamente legible, y a su lado el dibujo realizado por el artista. Si en éstos está, a mi juicio, todo Saura, de una manera, además, tan espontánea como liberada -siempre he creído que donde mayor margen hay para la libertad del artista es, precisamente, en el trabajo de encargo-, en la recopilación de las noticias están, a la vez, todos los fantasmas saurianos y esa suma compatible de horror y caricatura brutal que, como una máscara, se desprende del rostro de la humanidad retratado en la prensa.
Sirva de ejemplo la mención de las seis únicas que "ilustra" del mes de abril: El día 1, un artículo sobre las obsesiones antisemitas de un colaboracionista francés juzgado en Lyon; el 2, la oposición de un obispo brasileño a la celebración de un concurso de tangas durante la Semana Santa; el 3 (sábado), que 18 jóvenes fueron atendidos de intoxicación etílica y 3 policías resultaron heridos durante la noche en Cuenca (por cierto, el dibujo de Saura bien podría servir para una campaña antialcohólica); el 4, la muerte del fascista Leon Degrelle; el 5, la reconstrucción del rostro de "Lucy" la homínido más vieja hasta entonces descubierta; el 6 y último, los setenta heridos en accidentes múltiples en la autopista francesa nº 6. Matanzas en distintos lugares del mundo, experiencias biológicas y nucleares degradantes, la hambruna que engulle áfrica, asesinatos pasionales, prohibiciones eclesiásticas, el erotismo del cuerpo de la mujer, anuncios de prensa, etc. etc.

Los comentarios de Saura surgen por distintas vías, tres de ellas principales y reiteradas: del texto de la noticia, de una sugerencia de la imagen gráfica que acompaña a ésta o de una imagen aislada -en cuyo caso el tono suele ser siempre sarcástico a la vez que las fotografías de mujeres abundantes- y como imagen lateral al propio texto. De algún modo, el libro nos introduce, más que nos devuelve, en un Saura de ultratumba. El artista si no advertido de su muerte, que se produjo pocos años más tarde, si era consciente de que la enfermedad, compañera de viaje durante largos trechos de su existencia, ganaba terreno a la salud. De ahí quizás que por un lado resuma sus obsesiones, pero también que se incline por los aspectos más estrafalarios y sarcásticos de la realidad de los otros. El suyo es un calendario de la condición humana.