Ensayo

Cómo soportar la libertad

Chantal Thomas

17 octubre, 1999 02:00

Traducción de Mauro Armiño. Tusquets. Barcelona, 1999. 144 páginas, 1.600 pesetas

Thomas, que pertenece sin duda a una generación tan poderosa como es la de mayo del 68, ha escrito un texto en el que, cumplido el medio siglo de existencia, vuelve la vista atrás y reflexiona sobre su vida y su obra. El libro muestra un talento literario poco frecuente

No es fácil evitar un gesto mezclado de sorpresa y admiración al finalizar la lectura de estas páginas. Su autora, nacida en 1945 en Francia, recibió el premio Grandgousier el año pasado. Se premió a un texto que mezcla con sutileza ensayo y autobiografía. Chantal Thomas, que pertenece sin duda a una generación tan poderosa y marcada como es la de mayo del 68, ha escrito un texto en el que, cumplido el medio siglo de existencia, vuelve la vista atrás y reflexiona sobre su vida y su obra. Su narración muestra un talento literario poco frecuente en una directora de investigación del prestigioso Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), especialista en literatura del siglo XVIII y autora de ensayos como Marquis de Sade (1978), Casanova. Un voyage libertin (1985), Don Juan o Paulov (1989), o el libro de relatos La Vie réelle des petites filles (1995).

A lo largo de estas páginas, Chantal Thomas impresiona doblemente al lector. En primer lugar, por su capacidad de observación. Alcanza a ver aquello que pasa desapercibido para la mayoría. Por otro lado, su capacidad expresiva es contundente. Apoyada en la luz que arroja sobre situaciones emboscadas y en su talento comunicativo, pone al lector contra las cuerdas. En la tercera página afirma con rotundidad: "La libertad no existe". Dicho lo cual se lanza a mostrar los gestos de una vida, la suya propia, dedicada al ejercicio de la libertad y al estudio de personajes que como Don Juan o Casanova viven más allá, instalados en el libertinaje.
A la vez que Thomas disecciona a sus personajes en láminas transparentes para que puedan ser contemplados al trasluz de su razón discursiva, levanta su admiración incondicional por quienes han ido encarnando la independencia -¿no es ésta lo más parecido a la libertad?- en los dos últimos siglos: Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, Arthur Rimbaud, Virginia Woolf o Isabelle Eberhardt.

Maestro en el arte del vivir, el Casanova que recupera la investigadora francesa no es el feminista del texto de Françoise Hamel ni el reivindicativo de Philippe Sollers (Casanova, l’admirable): "Libertad es libertinaje". Su Casanova se encarna en el paseante que huye de la cárcel de los Plomos en Venecia sin mirar atrás, sin bienes y sin nostalgia, pero capaz de adaptarse a todo como un curtido viajero.

El juego de manos de Chantal Thomas parece muy sencillo, pero en realidad no lo es tanto. A primera vista se diría que consiste en negar primero la libertad para después mostrar, a través de retazos biográficos pertenecientes a vidas tan distintas como las ya señaladas o algunas otras como las de Gustav Flaubert o Ernest Hemingway, que al menos unos pocos sí han podido ser libres.

Sin embargo hay que contar con la muerte, ni siquiera un superviviente de Auschwitz como Primo Levi, que acabaría suicidándose, puede escapar a ella. De este modo, Chantal Thomas refuerza su negación de la libertad con la presencia del suicidio. Cesare Pavese es una sombra constante a lo largo de estas páginas. Nadie está a salvo porque todos estamos amenazados por la soledad y ésta es la antesala de la muerte.

Al reflexionar sobre la soledad, Chantal Thomas desciende al suelo de la vida cotidiana y muestra con un detalle lleno de ricos matices distintos momentos en los que ella se ha sentido sola.

En primer lugar nos traslada a la playa como lugar ideal para conocernos a nosotros mismos: "Un lugar perfecto para un aprendizaje sin maestro". Más adelante se sirve del estudio de Jules Michelet sobre la mujer para introducirnos en el reducido y angustioso ámbito de la mujer sola que vive en una habitación alquilada.
La difícil soledad del "cuarto" nos la presenta la ensayista e investigadora francesa con dos referencias esenciales: el libro y la cama. El primero constituye un refugio pasajero, imposible en ocasiones cuando la luz es inadecuada o muy pobre; la segunda es también un puerto excepto cuando se ha hecho el amor y el deseo de estar sola se enfrenta a la incomprensión de la pareja.

La cuidada traducción con notas contribuye con eficacia a entender mejor un texto fragmentario que ensalza el paseo, el viaje y la soledad. No contiene instrucciones de uso pero en su impertinencia, en sus contradicciones, en su acoso al lector consigue engendrar una conmovedora tristeza entreverada de reflexión.