Ensayo

Ejército e Industria: el nacimiento del INI

Elena San Román

16 enero, 2000 01:00

Crítica. Barcelona, 1999. 355 páginas, 2.900 pesetas

Elena San Román ha escrito un libro fundamentado y original que conmueve las interpretaciones tradicionales. La más llamativa de sus tesis es la relativa al origen predominante militar que tuvo el INI, y que debe remontarse a los años de la I Guerra Mundial

Resulta grande y fructífera la atención prestada por los historiadores a la economía del franquismo. No solo se justifica dicho interés por la particular naturaleza del régimen político de Franco, sino por razones específicamente económicas. España traspasó definitivamente el umbral de su revolución industrial a mediados de la década de 1950. En 1975, la renta per cápita española llegó casi al ochenta por ciento de la media de la Unión Europea. Por lo demás, fue tan dilatada la etapa histórica del franquismo que abarca contenidos muy diversos, y aún contradictorios, en las políticas económicas aplicadas por los sucesivos equipos de gobierno.

El libro de Elena San Román se ocupa de los orígenes del Instituto Nacional de Industria, una de las instituciones generadas al comienzo de la era de Franco que más atención ha recibido de los historiadores. Sirvan de ejemplo, entre decenas de trabajos, el volumen de Pedro Schwartz y Manuel Jesús González, Una historia del Instituto Nacional de Industria (1941-1976), publicado en 1978, o la obra INI: 50 años de industrialización en España, de Pablo Martín Aceña y Francisco Comín, aparecido en 1991, sin omitir la biografía Juan Antonio Suanzes 1891- 1977 que, sobre el fundador del Instituto, y presidente del mismo durante veinte años, dio a la imprenta Alfonso Ballestero en 1993.

En ese panorama bibliográfico, Elena San Román ha escrito un libro fundamentado y original que, como toda obra que descubre nuevas perspectivas, conmueve las interpretaciones tradicionales generalmente aceptadas. A partir de una minuciosa investigación en archivos oficiales y privados, la autora plantea nuevas interpretaciones. La más llamativa es la relativa al origen predominante militar que tuvo el INI, y que debe remontarse a los años de la Primera Guerra Mundial, cuando los Estados mayores de los principales ejércitos europeos decidieron evaluar la organización industrial de sus respectivas naciones con vistas a una movilización económica general.

España no intervino en aquel conflicto, pero sí combatió, durante el primer cuarto del siglo XX, en Marruecos. Fue entonces cuando los mandos militares, artilleros e ingenieros sobre todo, tomaron conciencia del atraso del la industria española, de su dependencia del exterior y de su deficiente localización -mayoritariamente en la periferia- desde el punto de vista estratégico. El proyecto del ingeniero naval militar Suanzes, plasmado en 1941 como Instituto Nacional de Industria, procedería, por tanto, de una preocupación anterior a la guerra civil, aunque la reconstrucción económica posterior a 1939 fuese una de sus circunstancias precipitantes.

Otro precedente claro del Instituto Nacional de Industria, destacado por todos los historiadores, es el IRI -Instituto per la Riconstruzione Industriale-, concebido por Mussolini, especialmente desde 1937, como centro neurálgico del crecimiento económico italiano. Sin embargo, Elena San Román rebate que Suanzes se dejara influir por la ideología fascista, aunque compartiese -ello resulta indiscutible- algunos de sus presupuestos esenciales como el nacionalismo económico y el intervencionismo del Estado en el desarrollo de la industria.

La autora nos muestra a un Suanzes distante, si no hostil, con Serrano Súñer, entre otros falangistas, cuya actitud hacia la iniciativa privada habría sido, por lo demás, más propicia que la del fundador del INI. Pero Suanzes manifestó también sus desavenencias con otros gobernantes del primer franquismo, desde los ministros militares -destacadamente Salvador Moreno- a Joaquín Benjumea y Demetrio Carceller.

No se trataba sólo de pugnas por el control del poder económico, sino que se planteaban dos políticas industriales diferentes dentro del Régimen: por un lado, el conservadurismo afín al proteccionismo del Estado y al corporativismo empresarial, heredero de la Restauración y de la Dictadura de Primo de Rivera. Por otro, el estatismo intervensionista, con un nacionalismo rayano en la xenofobia, beligerante hacia la empresa privada, a la que reprochaba su falta de capacidad y su insaciable afán de lucro. Suanzes sería el representante máximo de esta tendencia.

Elena San Román afirma -y a ello dedica la tercera parte del libro- la ausencia, en el planteamiento inicial del INI, del principio de subsidiariedad. El INI no trató sólo de actuar en los sectores industriales yermos de iniciativa privada, sino que impuso la empresa pública allí donde habían ya prendido intereses particulares como, por ejemplo, en los combustibles sintéticos, los automóviles y la aeronáutica.

El libro de Elena San Román complementa, con nuevos y ricos matices, algunos de los conocimientos que teníamos acerca del origen del INI y de su fundador. Así, recordamos las afirmaciones de Schwartz y Manuel Jesús González sobre el pensamiento económico de Suances partidario a ultranza de la maximización del producto sobre otros criterios como el de las ventajas comparativas o el de la simple rentabilidad. Y se capta mejor el perfil psicológico del ideador del INI, de una indudable tenacidad y capacidad de trabajo, obsesionado hasta el final en un proyecto de industria totalitaria en el que todos, al cabo del tiempo, dejaron de creer desde Carrero Blanco, que lo protegió en un principio, hasta Franco, de quién Suanzes se sentiría incomprensiblemente abandonado.