Ensayo

Cine: 100 años de filosofía

Julio Cabrera

30 enero, 2000 01:00

Gedisa. Barcelona, 1999. 364 páginas, 3.300 pesetas

Hace un par de años, Jordi Balló y Xavier Pérez publicaron en castellano La semilla inmortal, libro-linterna que iluminaba los temibles prejuicios del intelectual moderno acerca del cine como arte popular. Balló y Pérez se permitían el lujo de relacionar el itinerario moral de Van Damme en Sin escape con el sacrificio del Mesías. Demostraban la grandeza creativa del cine vinculándolo con los relatos fundacionales de la ficción universal.
La tesis de Cabrera es tan revolucionaria como la de Balló y Pérez: el cine puede ayudarnos a comprender la esencia de los problemas filosóficos a través de una equilibrada poción mágica hecha de racionalidad y emoción. Cabrera apunta varias subteorías de lúcida radicalidad: 1/El cine es una forma de pensamiento que hace que lo emocional redefina lo racional; 2/La invención de los "conceptos-imagen", expansivos y frecuentemente alegóricos, frente a los "conceptos-idea" filosóficos; 3/La desmitificación de la categorización estética de algunos títulos fundamentales de la historia del cine; 4/El cine es un arte apocalíptico, un arte que pone en crisis a la condición humana.

Cine 100 años de filosofía es un libro que no teme en hacer más asequibles las teorías filosofías de Heidegger, Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche para vincularlas con películas tan poco filosóficas como Thelma y Louise. No en vano, el libro está estructurado en "ejercicios", ampliados con una biografía del filósofo en cuestión y una selección de sus textos. Cada uno de los capítulos demuestra una hipótesis, basada en un filósofo y sus implicaciones cinematográficas. El turista accidental es una película profundamente hegeliana y Blow up demuestra que, como decía Descartes, es imposible creer en todo lo que vemos. No sería ninguna locura afirmar que, junto al modélico libro de Balló y Pérez, éste es el ensayo más inteligente sobre la naturaleza del cinematógrafo publicado en castellano. Sólo un "pero": la editorial ha olvidado "españolizar" los títulos. Un defecto que no empaña la calidad del texto: cosas de la rapidez editorial.

S. S