Ensayo

Universo sin fin

Cayetano López

30 enero, 2000 01:00

Taurus. Madrid, 1999. 568 páginas, 3.500 pesetas

Tenemos un magistral recorrido por las teorías científicas que intentan explicar el nacimiento, evolución y final del Universo. Cayetano López expone las aproximaciones que la física ha hecho para tener una visión de cuanto puede acontecer

Buen momento el de la aparición de este libro. Cuando, ante la llegada del año 2000 se volvían a desatar, aunque quizá con no tanta virulencia como en otras ocasiones, falsos augurios de cataclismos, de la inminencia del fin del mundo y de gratuitas supercherías cuyo posterior incumplimiento deja impasibles a los sedicentes profetas, tenemos aquí un magistral recorrido por las teorías científicas que intentan explicar cómo puede describirse el nacimiento, evolución y final del Universo. Y, para empezar, un palmetazo que da el autor a los supersticiosos del número, sobre todo de un número tan redondo como el presente, recordándoles la obviedad de que es un número que arbitrariamente se ha puesto en un calendario y no en otros y que no tiene ningún poder sobre los hechos. Algo parecido a la boba discusión de cuándo comienza el nuevo siglo y milenio, a la que encima se ha querido adornar de ribetes científicos y que, después de todo, seguramente a nadie importa un cohombro.

Naturalmente, ésta no es más que la anécdota inicial, destrozada hasta el ridículo por el grueso del texto que expone exhaustivamente cada una de las aproximaciones que la física ha ido haciendo, simultánea o sucesivamente, para tener una visión de cuanto puede acontecer, tras interpretar igualmente con métodos rigurosamente científicos lo que en el Universo ha venido sucediendo. De tres índices se vale para ello: la constante de Hubble, la densidad media de materia y energía y la constante cosmológica. De ellos depende la evolución del Universo y cada orden de valores que se les supongan a esas constantes conforman un modelo cuya adecuación al Universo real es preciso verificar. Así, dentro del último siglo se ha ido pasando del Universo heredado del siglo anterior, estático, eterno, sin principio ni fin e infinito, a un Universo finito diseñado sobre una geometría distinta de la lineal, a un estado estacionario después y todavía a un Universo cambiante en expansión que tiene un principio o con la presencia de una singularidad en el pasado e incluso a un Universo cíclico. Si se confirman los valores que hoy parecen más probables se llegaría a una nueva concepción que nos permita incluirlos de manera natural en nuestros esquemas: el autor sigue reivindicando así para la física la calificación de ciencia experimental.

Pero el fin del Universo que tan próximo ven, al conjuro de una cifra convencional, nuestros catastrofistas, y que tampoco tiene por qué coincidir con el fin de la Tierra ni el de ésta con el fin de la vida humana, no es previsible antes de centenares de millones de años. Y también para este fin se barajan distintas hipótesis. Una -correlativa a la del Big Bang, la Gran Explosión- sería el Gran Crujido, es decir, la contracción: si el Universo nació de la nada en una violenta singularidad, desaparecerá en esa misma nada por otra singularidad tan violenta como la que le vio nacer. A esta hipótesis, que los físicos no encuentran por lo visto muy deseable, se opone la todavía más tenebrosa del Gran Gemido, que hoy parece más probable, con una expansión indefinida del Universo, que lleva a un enfriamiento y a una dilución progresiva de la materia, algo similar a lo que se llamó la "muerte térmica".
Imposible resumir aquí el desarrollo de todo este argumento, que el autor logra felizmente de un modo asequible a todos, sin formulaciones explícitas, detallando incluso repetidamente y con la mayor claridad cada uno de los conceptos o de los pasos que la ciencia ha dado para emitir y confirmar sus hipótesis, en una progresiva ascensión que todavía sigue abierta. Y la impresión que produce, aun conociendo mejor o peor los temas de que trata, al verlos ahora presentados en su conjunto, es, a mi ver, por una parte de pasmo ante las magnitudes espaciales y temporales que despliega y, por otra, de asombro y de admiración por el trabajo, el ingenio, el enorme esfuerzo y la inteligencia crítica puestos por la física en sus investigaciones para dar una explicación del Universo.

Quizá mejor que cuanto pueda decir ahora será transcribir uno de los párrafos que se puede entresacar de los que tanto abundan en el libro: "Por primera vez en la historia, aquel 23 de febrero de 1987 instrumentos diseñados por el hombre detectaron neutrinos procedentes de fuera de nuestra Galaxia. La muerte de una gran estrella, ocurrida hace unos 170.000 años, era la causa de las señales que llegaban a nuestro planeta tras un prolongado recorrido por el cosmos. La estrella explosionó y expulsó al espacio exterior fotones y neutrinos cuando los primeros hombres Neanderthal deambulaban por la superficie terrestre, y ambos frentes, de neutrinos y de luz, separados constantemente por un intervalo de unas tres horas, se fueron desplazando durante todo ese tiempo, 170.000 años, mientras los humanos evolucionaban, se extendían por toda la tierra firme, se imponía nuestra propia especie de Homo sapiens y nacía y se desarrollaba el lenguaje, la agricultura, el arte, la civilización y la ciencia. Cuando ambas oleadas estaban al final de su viaje, faltando para llegar a su término en la tierra tan sólo unos 30 de los 170.000 años, consiguieron los humanos identificar los neutrinos, y sólo dispusieron de instrumentos capaces de distinguir los que venían de la SN1987A en el último instante, un año antes de su llegada."

La verdad es que da un poco de vértigo.