Ensayo

Los orígenes de Roma

T. J. Cornell

12 marzo, 2000 01:00

Traducción de T. de Lozoya. Crítica. Barcelona, 1999. 572 páginas, 4.975 pesetas

La obra de Cornell es al mismo tiempo expositiva y crítica y constituye un ejemplo de historia ambiciosa tanto por su vocación de abarcar un amplio campo de investigación, como por su valentía en poner de relieve constantemente los límites del conocimiento

La Historia de las civilizaciones clásicas, que inició Methuen en Londres en 1983 ha reemprendido su marcha recientemente de la mano de la editorial Routledge. Cornell es, sin embargo, uno de los pocos autores que se mantienen, para la realización de una obra que le ha exigido muchos años de trabajo. El arco temporal abarcado y el grado de profundidad justifican la magnitud del esfuerzo.

Los casi ocho siglos que abarca representan un campo de trabajo extensísimo, no sólo por la cantidad de problemas suscitados en ellos, sino porque exigen diferentes metodologías y porque la crítica de las fuentes ofrece todos los aspectos que forman el objeto de estudio del historiador de Roma. La Arqueología requiere una especial atención para los primeros momentos de la Historia de Roma. En el momento final del período, el amplio desarrollo de la circulación monetaria exige también la colaboración de la Numismática. Todos estos campos de estudio han tenido que someterse al eje crítico representado por el análisis de las fuentes escritas, principal objeto de estudio del autor.

éste es el aspecto más digno de relieve de esta importante obra, el de la actitud tomada por el autor ante los problemas de historicidad de una literatura tan difícil de evaluar desde ese punto de vista. La literatura antigua de tema histórico tiene un objetivo fundamentalmente literario y ello puede arrastrar a los historiadores hacia posturas extremadamente escépticas. Sin embargo el autor sabe que el historiador del mundo antiguo ha de buscar la realidad donde pueda encontrarla, y que los límites entre veracidad y fantasía en la literatura antigua no están sometidos a normas lógicas excesivamente rígidas. Por ello reconoce que no se puede desechar ninguna fuente y que tal vez haya más verdad de lo que algunos críticos aceptan en algunas historias que colman los siglos estudiados.

Por ello, la obra es al mismo tiempo expositiva y crítica y constituye un ejemplo de historia ambiciosa, tanto por su vocación de abarcar un amplio campo de investigación, a través del cual se revela un largo proceso capaz de hacer accesible una importante parcela de la antigöedad, así como por su valentía en poner de relieve constantemente cuáles son los límites del conocimiento, pero también las afirmaciones a que cree poder atreverse, aunque a veces resulten osadas. Los capítulos finales, donde se señalan los rasgos de la Roma activa y esclavista, reflejan la satisfacción que el autor ha sentido al alcanzar su objetivo, que parece haber seguido un camino paralelo al de la propia Roma para definir su carácter de potencia mediterránea.