Ensayo

La opinión amordazada

Abrasha Rotenberg

12 abril, 2000 02:00

Taller de Mario Muchnik. 380 páginas. 2700 pesetas

La opinión amordazada el libro en el que se describe la vivencia del gran periódico argentino que se enfrento a la dictadura no es un mero conjunto de recuerdos sino el relato bien trabado de una terrible experiencia que podría repetirse en cualquier país.

Pocas veces unas memorias personales reúnen además de un interés histórico específico las características de la novela de acción policíaca o la capacidad de convertirse en accesibles para todos. ése es precisamente el caso de La Opinión amordazada, el libro en que Abrasha Rotenberg describe la vivencia del gran periódico argentino que se enfrentó con la dictadura militar. Contra lo que podría pensarse a primera vista lo que emana de sus bien escritas páginas no es un mero conjunto de recuerdos sobre una realidad distinta y distante sino el relato bien trabado de una terrible experiencia que podría repetirse en cualquier país, la de una sociedad fragmentada por la ambición y el miedo y que acabó desembocando en una terrible dictadura militar.

A varias décadas de su desaparición -nunca mejor empleado el término- resulta difícil decir dónde se fraguó el diario "La Opinión". Para muchos su origen se hallaría en la mente de Jacobo Timerman. Para otros, sin embargo, habría que retroceder al abigarrado mundo de la calle Corrientes de Buenos Aires, un punto de encuentro de inquietos judíos procedentes en buen número del este de Europa y hervidero de ideas, de cultura e incluso de genialidad. A ambos factores se unieron además la existencia de un banquero judío llamado David Graiver que estaba dispuesto a financiar un periódico independiente sin inmiscuirse en su funcionamiento con tal de que la dirección la ejerciera Timerman; así como la vida convulsa de una Argentina que desde 1930 no conocía la democracia.

Cuando salió a la calle "La Opinión" regía Argentina el general Lanusse que, supuestamente, pretendía encauzar el país hacia una transición democrática. Durante los primeros meses, Timerman lo sometió a un acoso no por valiente y audaz menos arriesgado y "La Opinión" estuvo a punto de verse estrangulada económicamente por el poder político. Si el diario no se hundió entonces se debió a un cúmulo de circunstancias entre las que destacó la asunción de la dirección por Abrasha Rotenberg, un economista de profesión que aceptó por amistad salvar la empresa del naufragio. A partir de ese momento, "La Opinión" se transformó en un gran diario que despertaría la admiración del mundo periodístico. Para esas fechas, el peronismo se estaba desdoblando en una línea tradicional, histórica y fascista, y en otra juvenil, nueva, utópica y de carácter izquierdista y revolucionario.

Antes de que se produjera la transición a la democracia, había decidido ya apoderarse de la nación y repartirla entre sus prohombres. En marzo de 1973, Timerman regresó a Argentina y desplazó sin ninguna elegancia a Rothenberg dando inicio el último período de vida de "La Opinión". El 25 de mayo de 1973, el peronista Cámpora se convirtió en presidente de Argentina con el respaldo de la mayoría de la población. Pasando por encima de la legalidad, aquella misma noche los presos políticos peronistas (sin excluir a los miembros de los tristemente célebres montoneros) fueron puestos en libertad. El 18 de junio de 1973, el propio Perón regresó a Argentina y tres meses después sustituyó a Cámpora en la presidencia. Al poco tiempo, se desató una guerra civil ni declarada ni reconocida pero en cualquier caso innegable. El 1 de mayo de 1974, Perón rompió con unos jóvenes a los que había agitado demagógicamente durante años. A partir de entonces la Triple A mató y secuestró sin rebozo. El 1 de julio, Perón falleció y su mujer asumió la presidencia.
A esas alturas "La Opinión" llevaba vividos dos años en los que los atentados habían resultado una constante. Cuando el 24 de marzo de 1976 se produjo un golpe militar millones de argentinos lo recibieron con alivio. Creían -sincera y equivocadamente- que aquello significaría el final del temor a salir de casa, la conclusión de los agobios económicos… Sin embargo, el nuevo gobierno militar se entregó a una práctica indiscriminada del terror. "La Opinión" intentó entonces dar cuenta a la población del infierno en que se estaba convirtiendo el país. Para burlar la censura y mostrar las listas de los desaparecidos recurrió al subterfugio de publicar sus nombres en las páginas de sucesos. Cuando la treta fue descubierta, se persistió en la defensa de la libertad y la condena de la salvaje represión. Se trató de una lucha casi en solitario. Abrasha Rotenberg -que figuraba en las listas de futuros objetivos de la dictadura- se exilió a España con su familia, una familia cuyos hijos eran Cecilia Roth, la futura actriz, y Ariel Rot, el original músico. Mientras tanto en Argentina se había desatado la caza del judío.

Alegando unos supuestos vínculos financieros entre los montoneros y Graiver, la dictadura militar embistió contra "La Opinión" y contra los supuestos resortes del poder judío en Argentina. Timerman fue encarcelado y torturado, mientras "La Opinión" era clausurada. Salvo en el extranjero, buena parte de los colegas de profesión presenciaron en silencio aquel atropello. Como escribiría años después Abrasha Rotenberg, "el mundo se había convertido en una enorme fosa donde descansaban los sueños que habíamos concebido y sepultado". Pero no era el final. En realidad, se trataba tan sólo del principio de algo diferente, una existencia nueva en la que no podía ser lícito el olvido. inspiración.