Cultura y modernidad
Josep Picó
10 mayo, 2000 02:00Pero hoy día resulta de una candidez histórica extrema dar por sentado que estamos en una época posmoderna, cuando los avispados padres del invento (Lyotard, Vattimo) no querían ni oír hablar de ello desde hace años.
Conviene empezar a leer el libro por el último capítulo, pues en él se encuentra un buen resumen de lo que ha hecho y un espléndido apunte de lo que podía haber hecho. Advertimos una asimilación de cultura a "cultura moderna", y para mostrar su desarrollo el autor se refiere al "período clásico", al Renacimiento, la Reforma y la Ilustración, pasando a los siglos XIX y XX, que es lo que realmente le interesa. Pero queda sin analizar (no simplemente citar) el proyecto moderno en el Renacimiento, la Reforma y la Ilustración, siendo Kant una de las ausencias más llamativas. El resultado es una visión monolítica y tópica de la modernidad como época de la razón, del progreso y de la libertad, que se
duce con su proyecto emancipador del individuo, pero que desengaña cuando se advierte que es o se transforma en un instrumento de dominio de la naturaleza y el hombre. Ahora bien, si se hubiera analizado a fondo la modernidad, se habría descubierto que hay muchas "modernidades". ¿A qué modernidad aludimos? ¿A la estética, la filosofía, la cronológica, la política...? Y porque, efectivamente, hay muchas, el proyecto moderno es bien plural, lo suficiente para explicar la complejidad en la que estamos. El llamado posmoderno sólo puede afirmarse como plural desde la ignorancia de una modernidad múltiple. Y ésa es la que falta en el libro. Y ya que, en sintonía con ese talante, se abre con una cita muy graciosa de Lope de Vega, quizá no hubiera sido del todo inútil hacer alguna referencia a nuestra modernidad latina. Desde el (re)conocimiento de esta pluralidad y de la existencia de una razón crítica es difícil aceptar la tesis de que la modernidad es la culpable de la globalización e incapaz de entender y responder al multiculturalismo. También conclusiones idílicas: " la postmodernidad habría superado así la sociedad de clases". De hecho, y observando la diferente terminología empleada, se advierten ciertos momentos de distancia en el autor, como cuando afirma que "hoy día asistimos en esta nueva fase que algunos llaman postmoderna y otros segunda modernidad..." No es lo mismo.
Junto a ello, hay que resaltar el mérito nada desdeñable de que sabe utilizar los más variados registros, ya sea a propósito de autores (Simmel, Weber), pero también en el ámbito del arte, la literatura, la historia después de la Segunda Guerra Mundial, los medios de comunicación, el multiculturalismo, las nuevas clases medias y la cultura de consumo. En fin, ¡qué buen libro, si tuviera una buena tesis!