Vicente Ferrer
Alberto Oliveras
31 mayo, 2000 02:00El narrador, que conoce de antiguo a Vicente Ferrer, cuenta, por una parte, sus aventuras, que podrían tacharse de quijotescas si no fuera por dos pequeños detalles: los gigantes contra los que lucha el protagonista son tan reales como la hambruna en la India, la sequía, las enfermedades y la ignorancia; y Ferrer,como David con su honda,sabe hacerles frente. Por otra parte, el propio Ferrer desgrana sus recuerdos con una voz que resplandece de sinceridad,de veracidad,de humor, de memoria y de una clarividente sabiduría para ver la vida. Desde los interesantes episodios de una guerra civil vivida a través de un adolescente militante del POUM, de la "quinta del biberón", que descubre a Dios en pleno frente leridano, hasta el milagro del millón de personas integrado en una de las primeras ONGs del mundo, la RDT, en Anantapur, la "Ciudad del Infinito", las peripecias y vicisitudes que esta especie de loco idealista capaz de materializar sus sueños ha vivido en La India, su país de adopción, son tan heroicas como jugosas y llenas de anécdotas.
Algunas de las escenas de su vida son de un simbolismo grandioso, como cuando en Manmad, siendo todavía sacerdote jesuíta, decide abrir los graneros y entregar de forma rebelde y evangélica al campesinado hambriento las reservas expedidas y controladas por la Procuradoría de Bombay. O cuando un millón de campesinos se manifiestan en Bombay contra la orden de expulsión perpetrada por integristas hindúes recorriendo a pie 250 kms. desde Manmad y logrando que Indira Gandhi se entreviste con él y decida invalidar dicha orden.
El regreso de Ferrer a la India, tras el amago de expulsión, coincidiendo con su salida de la Compañía de Jesús, su llegada a Anantapur, centro de la entonces más desolada región del país, con unos cuantos seguidores incondicionales, su posterior boda con Anne Perry, la audaz y jovencísima periodista inglesa que no había dudado en abandonar un futuro en Australia para seguirlo hasta aquel fin del mundo, y el relato de la cadena de coincidencias o milagros, de trabajos de Hércules y esfuerzos que llevarían la prosperidad a los intocables de Anantapur, hacen de esta biografía un antídoto contra esa sensación tan de telediario de que el mundo no tiene remedio.