Image: El fracaso del nacionalismo

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Ensayo

El fracaso del nacionalismo

Alejandro Muñoz Alonso

19 julio, 2000 02:00

Plaza & Janés. Barcelona, 2000. 511 páginas, 2.995 pesetas

Los textos recogidos en El fracaso del nacionalismo se retrotraen a los años de la Transición y llegan hasta nuestros días y en ellos se percibe una lucidez extraordinaria

Hablar en estos días del nacionalismo en términos negativos parece una tarea intelectualmente obligada. Su rostro verdadero ha quedado tan claramente de manifiesto en conflictos como el de los Balcanes o, más cercanamente, como el del País Vasco que obrar así casi se reduce a señalar lo evidente. Sin embargo, esa actitud ha formado parte hasta hace apenas unas horas de lo "políticamente incorrecto" -así continúan considerándolo no pocos- y ha sido objeto de ataques acerados e injustos durante años. El mérito no está en indicar ahora lo que es el nacionalismo y cuáles son sus males sino el haberlo expuesto así años atrás cuando se consideraba señal de progresismo el cantar las loas de Pujol, de Arzalluz e incluso de ETA. Precisamente por eso, la edición de esta serie de artículos de Alejandro Muñoz-Alonso resulta especialmente oportuna.

Los textos recogidos en El fracaso del nacionalismo se retrotraen a los años de la Transición y llegan hasta nuestros días y en ellos se percibe una lucidez extraordinaria al indicar, por ejemplo, los cabos malamente sueltos de la Constitución de 1978 en materia de administración territorial; la legitimidad que el citado texto otorgó a unos nacionalismos que históricamente carecían de ella o el verdadero carácter de los nacionalismos catalán o vasco. Sin embargo, el libro va más allá de lo meramente recopilatorio. Su introducción posee de por sí la suficiente entidad para que merezca la pena abordar estas páginas. En ellas, de manera sólida, maciza y comprensible, Muñoz-Alonso muestra cómo en términos indubitables el nacionalismo ha fracasado como ideología durante el siglo XX creando una serie de dramas que figuran en la galería de los horrores de la Historia. Asimismo deja de manifiesto con claridad meridiana el doble y contradictorio juego de los nacionalismos vasco y catalán y el callejón sin salida -auténtica huida hacia adelante- en el que se han empeñado para desgracia de aquéllos a los que dicen representar. Las palabras de Muñoz-Alonso pueden desagradar a los seguidores del nacionalismo o a los que se empeñan en contemplarlo rodeado de una aureola mítica, pero las conclusiones difícilmente pueden resultar más innegables. Actualmente, el nacionalismo -incluido el que se da cita en algunas regiones españolas- ha fracasado, y lo ha hecho fundamentalmente porque constituye un grave obstáculo para una convivencia en paz y libertad.