Image: La búsqueda del interlocutor

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Ensayo

La búsqueda del interlocutor

Carmen Martín Gaite

26 julio, 2000 02:00

M.R.

Anagrama. Barcelona, 2000. 224 páginas, 2.200 pesetas

Hace ya casi treinta años, Carmen Martín Gaite publicó un libro de ensayos, La búsqueda de interlocutor, que, como ella misma indica, se ha convertido en una referencia inevitable para todos los interesados por sus ficciones. Hay una buena razón para ello: lo que, en principio, era un feliz título, tomado de uno de los textos recopilados, viene a resumir una preocupación central del conjunto de su narrativa. Y aun diría que de una actitud existencial que la lleva siempre a salir de sí misma y a confrontarse con otro o a dirigirle un mensaje en solicitud de respuesta, verbal o de otra clase.

Tan arraigado debe de estar este impulso en Martín Gaite que lo transmite a sus escritos. En las novelas, los personajes hablan mucho (en el diálogo se halla una de las mejores cualidades de la autora) y observan con cuidado las reacciones que sus hechos, gestos y palabras provocan. Respecto de sus estudios, la propia escritora explica cómo su investigación sobre Melchor de Macanaz tomó el giro definitivo del cual salió una excelente monografía cuando sintió que el proscrito ilustrado le exigía convertirse en albacea de su memoria. Son rasgos de esa imperiosa necesidad de comunicación presente a lo largo de la obra entera de la salmantina.
Meditaciones de la escritora sobre la necesidad de espejo y de interlocución dieron lugar al mencionado libro, bastante pequeño en su primera salida, algo ampliado en una segunda, y que hoy se presenta muy crecido en esta tercera edición con treinta textos variados tanto por la forma como por los asuntos. Unos tienen una andadura pausada mientras que otros tienden a la síntesis propia de las reducidas dimensiones del artículo de prensa. También ofrecen diversidad de motivos, dentro de la temática central señalada, a partir, en todos los casos, de experiencias personales.

Algunas piezas tienen especial valor para apreciar las novelas de la autora. Así, el último, "Charlar y dialogar". Pero no se ciñen a ello, porque contienen observaciones de alcance general sobre el arte de narrar. Este motivo se amplía a la necesidad humana de contar y de escuchar. Y, en un caso, se concreta en la recuperación del diálogo por desgracia ya imposible con alguien; esto hace en un artículo sentido y memorable, y bastante conocido, el obituario de Ignacio Aldecoa, el amigo ido en plena juventud. Todos los textos, en cualquier caso, implican una apuesta rehumanizadora frente al paradójico autismo producido por la presente sociedad de la comunicación global.

Estos ensayos se escriben con una prosa cuidada, precisa y sin énfasis innecesario. Parece como si Martín Gaite siguiera la sugerencia orteguiana de que la sencillez debe ser la gentileza del pensador. Con esto acentúa el carácter comunicativo de unas páginas que dicen cosas interesantes con una expresión nada retórica ni artificiosa. A esta verdad humana se debe algo muy difícil en esta clase de textos, que incluso los más antiguos no hayan perdido nada de su frescura original. Este afecto no es separable de un punto de partida no explícito, pero fundamental: Martín Gaite, en el fondo, está poniendo en práctica también con estos ensayos una búsqueda de interlocutor por medio de un tono de cordial sinceridad, deliberadamente seductor.

ENTRE VISILLOS

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925), fallecida el pasado domingo en Madrid, estudió Filosofía y Letras en Salamanca y Madrid. Actriz ocasional, en 1948 se trasladó a Madrid, donde contactó con jóvenes escritores como Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos, Josefina Rodríguez, Alfonso Sastre, Medardo Fraile y otros, y en 1962 fue finalista del premio Biblioteca Breve, en la convocatoria en la que triunfó Vargas Llosa. En 1978 recibió el premio Nacional de Literatura por El cuarto de atrás, que se concedía por primera vez a una mujer y en 1988 fue galardonada con el Príncipe de Asturias de las Letras, que compartió con José ángel Valente.