Ensayo

Los jefes de ETA

CARMEN GURRUCHAGA

3 octubre, 2001 02:00

LA ESFERA DE LOS LIBROS. MADRID, 2001- 368 PÁGINAS, 2.900 PESETAS

Se abren estas páginas con la emoción de saber que su autora está amenazada de muerte por expresar su opinión en medios de comunicación y en libros. ETA ha decidido que Carmen Gurruchaga no tiene derecho a la vida porque es enemiga del pueblo vasco por más que haya nacido en San Sebastián en 1955 y su genética sea vasca. Ya ha sufrido un atentado y ha de vivir protegida por escoltas.

Lo peor llega tras la lectura de Los jefes de ETA: con esta gente no se puede negociar. Los que mandan en la organización sólo creen en la violencia. Su lenguaje es el de las pistolas y la dinamita. Si el día de mañana disponen de mejor armamento, de mayor potencia de fuego, la utilizarán, sin dudar, contra seres humanos.

Carmen Gurruchaga ha estructurado su obra en tres partes. La primera consiste en un breve prólogo que esboza una psicosociología del terrorista vasco. En su opinión este se forma a partir de chicos normales que odian España y que han estructurado un sistema de creencias en una patria vasca que, sin haber existido nunca en la realidad, ha sido mancillada por los españoles. Una porción del ejército etarra procede de hijos de emigrantes que se sobreidentifican con el nacionalismo para ganarse el respeto de los vascos fanáticos y violentos.

La segunda parte de este libro está dedicada a presentar al lector un "Quién es quién" en el mando de ETA. Aquí estamos ante veintisiete biografías de los que mandan en la organización. Gentes distintas unas de otras que coinciden en sus orígenes burgueses y en utilizar territorio francés como refugio y espacio organizativo.

Por último, Carmen Gurruchaga, en lo que es el grueso de este volumen, enhebra la historia de ETA desde los años cincuenta hasta la actualidad. Tras el Congreso Mundial Vasco celebrado en Paris en 1956 el germen etarra comienza a tomar forma ante la incapacidad organizativa e impotencia intelectual del Partido Nacionalista Vasco. Tras el asesinato de Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Social de la Policía en San Sebastián, el uso de la violencia política cementa a la organización terrorista. Mientras, la izquierda que sólo ve el "enemigo principal", el franquismo, hace gala de una miopía histórica tan torpe como difícil de explicar.

Muerto el general Francisco Franco, el terrorismo etarra se transforma y se hace más complejo, gana en estructuración. Carmen Gurruchaga muestra cómo tras el fracaso de las conversaciones de Argel se llega al predominio de KAS, a la kaleborroka y al coche bomba. Se socializa el sufrimiento y con Iñaki de Gracia se produce un punto de inflexión en el desprecio a la vida humana.

Al hilo de las páginas de Los jefes de ETA asistimos a las transformación de las víctimas en objetivos despersonalizados. Las personas son transformadas en objetos, en algo privado de los elementales derechos humanos, o incluso, de cualquier tipo de compasión. Algo terrible y sin esperanza.