Ensayo

Las nuevas guerras

MARY KALDOR.

3 octubre, 2001 02:00

TRADUCCIÓN DE M. L. Rodríguez TAPIA. TUSQUETS. BARCELONA, 2001. 242 PÁGINAS, 2.300 PESETAS

Lo mejor de esta obra es la descripción de las crisis recientes y el análisis del componente social de los nuevos conflictos. La relación entre el efecto de la globalización y los fenómenos vinculados con las identidades nacionales es tratada con conocimiento y maestría

El final de la Guerra Fría dio paso a un nuevo entorno estratégico. Poco a poco fuimos comprendiendo que en el futuro el conflicto no sería entre estados o bloques, como venía ocurriendo desde hacía siglos, sino entre grupos sociales cohesionados en torno a criterios de identidad. Las experiencias africanas y balcánicas animaron un debate académico que fue evolucionando desde la reivindicación del derecho de los estados a aislarse ante la barbarie de estos grupos fanáticos hasta la asunción de que era inevitable participar e intervenir. En concreto las experiencias de Bosnia y de Kosovo acabaron por decantar una posición académica y política a favor de la intervención, para evitar los desastres humanos que se venían sucediendo. El concepto, discutido y discutible, de "injerencia humanitaria" venía así a revolucionar el derecho internacional público, que desde el Tratado de Westfalia asumía la autonomía de cada estado para resolver sus asuntos internos.

En los últimos años han aparecido un conjunto de obras de gran interés sobre este nuevo entorno estratégico. En unos casos han sido informes o documentos surgidos de las administraciones, en otros resultado de trabajos académicos o ensayísticos. A este último grupo corresponde la obra de Mary Kaldor, ya en versión castellana.

Kaldor procede de las corrientes pacifistas y antinucleares, y aunque las diferencias ideológicas se han reducido mucho, llama la atención la pervivencia en su discurso de un prejuicio contra el uso de la fuerza, lo que la lleva a situaciones contradictorias. No intervenir ante una situación de crisis está mal, pero hacerlo es peor. A diferencia de otros muchos autores anglosajones, la argumentación de Kaldor carece de ese sentido pragmático tan característico de quien escribe buscando ser útil. Lo cómodo de su posición es que no necesita ser realista y siempre se puede parapetar en planteamientos morales. El problema es que en las relaciones internacionales los sujetos no pueden hacer lo que desean o les gustaría, sino que suelen encontrarse atrapados entre opciones poco atractivas.

Lo mejor de Las nuevas guerras. Violencia organizada en la era global es la descripción de las crisis recientes y el análisis del componente social de los nuevos conflictos. En la línea de los excelentes trabajos de Michael Ignatieff o de Robert Kaplan, desmenuza los elementos políticos y los mecanismos psico-sociales que hacen posibles crisis como las citadas anteriormente. La relación entre el efecto de la globalización, la debilidad de determinados estados y los fenómenos vinculados con las identidades nacionales es tratada con conocimiento y maestría. Sus explicaciones van acompañadas de mucha y bien tratada información.

Los acontecimientos del 11 de septiembre han producido un enorme impacto en la conciencia occidental, hasta el punto de que algún lector puede tener la sensación de tener entre sus manos una obra que trata de una realidad superada, algo que sólo concierne a los historiadores, como si las crisis balcánicas se hubieran desactivado definitivamente. Pero no es el caso. El análisis que Kaldor realiza sobre las fuentes del conflicto sigue teniendo interés, porque las coincidencias son muchas. También en el islamismo radical encontramos el efecto de la globalización, la realidad de unos estados débiles y con problemas de legitimidad y, por último, la aparición de unas reacciones en clave de identidad -islamismo frente a cosmopolitismo- ante un entorno que resulta difícilmente asimilable.

El entorno estratégico ha cambiado radicalmente y, poco a poco, hemos ido vislumbrando su nueva realidad. Las ilusiones de seguridad se disipan ante la contundencia del terror indiscriminado y las explícitas amenazas que nos llegan desde distintas partes del planeta. Sabíamos que el mundo se estaba transformando a gran velocidad, que una nueva sociedad "cosmopolita" -término que Kaldor utiliza con acierto emergía y que no todos ni en todas partes estaban dispuestos a aceptarlo. Ahora somos más conscientes de su conflictiva visión sobre las relaciones entre pueblos y culturas, de sus formas de lucha y de sus objetivos.