Ensayo

Taoísmo: el camino

ALAN WATTS

3 octubre, 2001 02:00

KAIRÓS. BARCELONA. 125 PÁGINAS, 1.300 PESETAS. BUDISMO. 113 PÁGINAS, 1.300 PESETAS

Prosigue la andadura de las ediciones de Kairós y, en particular, de la más conocida y emblemática de sus colecciones, Sabiduría Perenne; una expresión que parece derivar de aquel libro de Huxley, La sabiduría perenne, inolvidable por lo que suponía la recopilación de saberes ajenos y, a la vez, de análisis propios del novelista.

La expresión philosophia pennis había sido, en realidad, acuñada por Leibniz, pero a su vez ésta remitía a un tipo de saber inminente y trascendente que estaba ya en la base de los seres humanos iluminados de todos los tiempos. Esa misma expresión tuvo en nuestros días una versión más actualizada, y es la que E Capra utilizó para dar título a uno de sus libros más conocidos: Sabiduría insólita, obra, por cierto, también editada en su día por Kairós y que hay que situar junto a las no menos significativas de Ken Wiber, Fergurson, Aurobindo, Lobelock y, sobre todo, las de Stanislav Grof También hay que recordar, volviendo a la colección Sabiduría perenne, los libros de esa especie de Platón oriental que fue Jiddu Krishnamurti.

Algunos pensamientos de Krishnamurti pueden servirnos muy bien para iniciarnos en la lectura y el comentario de las dos obras de Alan Watts que aquí recogemos. Por ejemplo, que "antes que nada se necesita una mente serena, una mente no perturbada para cualquier cosa". O aquella otra que alude a que antes de que el deseoso de conocer busque un instructor, una creencia o que simplemente se busque a sí mismo "será sin duda muy importante que averigöéis quién es la persona que busca y qué es lo que busca".

Pero queríamos hablar, sobre todo, de Alan Watts y de Taoísmo y Budismo, dos obras diferentes, pero a la vez complementarias y en sintonía con esa misma sabiduría perenne e insólita de que hablábamos. No es nueva tampoco la presencia de las obras de Watts en la colección que comentamos. Hasta 14 títulos de él están ya recogidos en la misma, entre los que destacan obras tan significativas como Vivir el presente, El gran mandala o sus Memorias, la crónica de su vida entre 1915 y 1965. Watts pasa por ser el autor más significativo de lo que, a la ligera, se entiende por "contracultura". Acaso provenga su protagonismo de que él ha proporcionado a sus textos una claridad y una ligereza de tono -sin rehuir a la profundidad que ha hecho que los mismos hayan sido leídos. En él también se dan muchos de los temas a contracorriente que el tiempo materialista y contaminador que vivimos exigía: cercanía al pensamiento oriental, diálogo de éste con un cristianismo originario, valoración de la naturaleza, salud integral, mitos y ritos, etc.

Taoísmo y Budismo son también dos libros fruto de diálogos. El primero de ellos, de los celebrados entre 1968 y 1973, sólo un año antes de morir su autor. Estamos ante dos textos muy maduros, de última hora y, por ello, muy decantados en su sabiduría. Recordemos también que una de sus obras más conocidas, El camino del Tao, fue otro fruto de sus últimos días que él no llegó a ver completado. El tema o los temas del Tao están, por tanto, presentes en estos momentos finales en los que el saber de muchos años se clarifica y, a la vez, se ahonda.

A la luz de las historias de los maestros taoístas -Zi y Zhuang Zi, sobre todo-, Watts va exponiendo las ideas generales sobre esta especie de religión sin dios o, como también ha sido reconocida, como la raíz originaria de todos los misticismo. El mismo criterio de amenidad e información se maneja en Budismo; unas veces a través de la práctica del no-yo, de esa, también, no-religión, de sus particularidades (budismo zen), de sus prácticas (yogas tántricos), o de las diferencias de esa sabiduría de las "cuatro nobles verdades" con el hinduismo.

Estamos, pues, ante obras para personas que deseen iniciarse en estos temas, pero a la vez ante libros que subyugan al que ya los conoce a fondo. En medio dé tanto comercio editorial y de tanto falso profeta, los libros de Watts señalan al lector una vía de confianza para iniciarse en esos saberes que habrán de conducirnos a un tiempo en el que predomine el arte de un nuevo vivir, más rico en diálogos interdisciplinares y que se atenga a un tipo de conocimiento no de lo dogmático y de lo provisional, sino de lo que-por tener un sentido saludable de eternidad -, no pasará.