Image: La CIA y la guerra fría cultural

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Ensayo

La CIA y la guerra fría cultural

FRANCES STONOR SAUNDERS

7 noviembre, 2001 01:00

Traducción de Rafael Fontes. Debate. Madrid, 2001. 639 páginas, 3.500 pesetas

Este libro hará disfrutar al lector atraído por la historia de la cultura contemporánea: es una aventura en la que aparecen tangencialmente las grandes figuras del momento: Isaiah Berlin, Sartre, Orwell. Personajes como Stephen Spender se convierten en familiares.

El debate sobre el papel que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) jugó en la vida cultural norteamericana y europea durante los años de la Guerra Fría es un guadiana que aparece y desaparece con cierta periodización.

El interesante libro escrito por la periodista británica Saunders coincide en el tiempo de su publicación en España con la tramitación parlamentaria de una ley dirigida a definir el marco de actuación de nuestro servicio de inteligencia y con el debate sobre la necesidad de potenciar la capacidad de acción de los servicios de inteligencia para prevenir futuros ataques terroristas. Momento oportuno para reflexionar, a partir de la experiencia de aquellos tiempos y de los retos actuales, sobre el sentido de estos servicios.

La CIA se creó en los primeros años de la Guerra Fría, cuando la idea de que tras el hundimiento del Eje llegaría la paz se desvaneció ante la evidencia de que un nuevo conflicto comenzaba. La URSS dejaba de ser el aliado solidario para aparecer como un estado totalitario, que imponía su sistema de gobierno a aquellos países ocupados por el Ejército Rojo y que reconocía la imposibilidad de convivir con el "mundo capitalista", por lo que un nuevo conflicto mundial se hacía inevitable. En este contexto, un grupo de destacadas figuras de la vida política y académica norteamericana animaron la creación de un centro de inteligencia exterior. Entre sus funciones estaría la de combatir la pro-
paganda comunista, que encontraba un campo abonado entre los intelectuales europeos.
La crisis del liberalismo en el período de entreguerras llevó a muchos a considerar que esta filosofía política estaba muerta y que sólo el comunismo podía dar respuesta a los retos que los fascismos emergentes planteaban. Mucho se ha escrito sobre inmoralidad del comportamiento público de destacadas figuras de la vida intelectual occidental,al justificar o comprender el desarrollo político soviético o de las repúblicas populares. Valga en este caso como referencia el clásico trabajo de Furet El pasado de una ilusión (1995).

La acción exterior norteamericana tenía que combatir contra estas actitudes en un teatro de operaciones donde lo ideológico tenía enorme importancia ¿Qué ocurriría si en Francia o Italia el PC ganaba las elecciones? Para evitar llegar a una situación semejante era necesario fomentar el pensamiento democrático. De la misma forma que se creó la Alianza Atlántica para evitar una invasión militar y el Plan Marshall para acabar con la penuria económica y facilitar la reconstrucción de las clases medias, la CIA recibió el encargo de apoyar la labor venían realizando personajes de la vida cultural occidental a favor de la democracia. Con la discreción que las labores de inteligencia requieren, se fueron estableciendo plataformas para proyectar el mensaje deseado.

Como Saunders reconoce, el papel de la CIA en este terreno había sido ya objeto de análisis. Algunos de sus protagonistas, pasado ya el tiempo y en un contexto internacional bien distinto, le han aportado una muy interesante información sobre cuándo, cómo y por qué se desarrollaron aquellas actividades; quién sabía, quién sospechaba y quién desconocía el protagonismo de la Agencia. Un conjunto de datos que nos permiten conocer mejor lo que fue la vida cultural europea entre 1947 y 1999, cuando la alternativa comunista era todavía una opción para muchos miembros de la comunidad cultural. Hoy puede parecer lejano o irreal, pero no hace tanto de aquellos tiempos en los que despreciar la "democracia burguesa"era un gesto de buen gusto en los ambientes "progres".

Gestionar la información, cuando es rica y de calidad, resulta a veces complicado y puede volverse en contra de la calidad del trabajo ¿Cómo no utilizar tantos chismes recogidos de fuentes de primera calidad sobre las grandes figuras de nuestro tiempo? Saunders no ha estado dispuesta al sacrificio y a su trabajo le sobra cierto regusto por lo anecdótico. Aún así, el libro es una obra de interés, que hará disfrutar al lector atraído por la historia de la cultura contemporánea. Personajes como Stephen Spender, Nicolas Nabokov, Irving Kristol, Arthur Schlesinger Jr., se convierten en familiares a lo largo de una aventura política y cultural en la que tangencialmente aparecen las grandes figuras del momento, Isaiah Berlin, Sartre, Raymond Aron, George Orwell...