Jaime Mayor Oreja
ISABEL SAN SEBASTIÁN
7 noviembre, 2001 01:00Desde luego, la personalidad que retrata el libro de Isabel San Sebastián es capaz de más empeños. Mayor Oreja es un tipo soso, tímido, despistado, pero al mismo tiempo exhibe algunas de las virtudes más apreciables para la vida política: honradez, serenidad, constancia, rectitud, lealtad con un programa y unas personas... De todo ello da noticia esta obra escrita con la mínima frialdad que exige el género biográfico.
El libro es una biografía, pero también un testimonio del terrorismo de ETA, tan presente en la vida de este hombre, víctima de al menos tres intentos de asesinato. En este aspecto, es un documento notable de los heroísmos de tantas personas perseguidas por la tortura cotidiana que causan ETA y su entorno y de las complicidades de quienes no se sienten diana del terror, que la autora explica con anécdotas que ilustran más que un tratado. No me resisto a citar dos páginas (121 y 237) que ofrecen significativas pinceladas de la actitud de monseñor Setién.
En todo caso, el libro certifica que la gestión de Mayor Oreja, por mucho que ahora aparezca confinado en un segundo escalón, ha sido hasta hoy un éxito considerable, si se tiene en cuenta uno de los fines que se trazó cuando desembarcó en la política, sin haber cumplido aún los treinta años: "conseguir la implicación activa de la sociedad vasca no nacionalista en la vida pública". La firme defensa de la Constitución en Euskadi, que para muchos era una locura hace años, es el objetivo de una porción cada vez mayor de ciudadanos vascos. Es algo que se le debe a él. Naturalmente, la aventura no ha terminado. Su biografía, tan intensa -y ahora tan bien contada- es aún una obra abierta.