Ensayo

El laberinto mágico

Ian Stewart

14 noviembre, 2002 01:00

Trad. J. García. Crítica. 316 páginas, 22 euros

Realmente parece otro el Minotauro, muy distinto de la fiera que encerraron en el laberinto de Creta. Fracasados sus intentos de encontrar la salida, lo ve Borges abatido de soledad, pidiendo a Teseo que lo mate. En cambio en el libro de Stewart lo que le propone es unir sus esfuerzos a ver si entre los dos consiguen hallar el modo de acceder al exterior. No es pequeña diversión ésta de oír a ambos enfrascados en un diálogo sobre los elementos topológicos del laberinto representados en un grafo.

Sin embargo, no es éste el laberinto del título sino sólo uno de sus pasillos: como si contempláramos un laberinto dentro del laberinto. El laberinto mágico consta de éste y otros tramos que se van enlazando, y cada uno de ellos traza un recorrido a través de uno o varios argumentos que la matemática ilumina. Tenemos el que mezcla los números y sus juegos. En otro se nos avisa de sutiles escollos en el cálculo de probabilidades y de las falacias en que podemos caer. Hay uno dedicado a las simetrías. Otro "sublaberinto" ocupa también todo un pasillo: la demostrabilidad. Los axiomas son la entrada de este laberinto parcial, las reglas de la lógica son los pasillos que conducen a nuevas encrucijadas, es decir, a nuevos teoremas. Así es el laberinto mágico de la matemática que, a diferencia del cretense, tiene una extensión infinita y está perpetuamente invadido por nuevos conceptos desde nuestro aún más mágico universo.

Esta guía es particularmente brillante: excita la curiosidad, proyecta sobre cada fenómeno la visión que un matemático adquiere de él y sabe explicarla del modo más asequible. él defiende que se puede ser un científico serio sin ser solemne y no se considera frívolo por escribir obras de divulgación, lo que permitiría también a otros científicos serios ampliar sus horizontes.