Ensayo

Ciencia, cine e historia

Alberto Elena

9 enero, 2003 01:00

Alianza. 270 págs, 29 euros

Leyendo este libro llega uno a la conclusión de que los científicos tienen justos motivos para quejarse de cómo los ha tratado el cine. Y eso, a pesar de que éste, en sus comienzos, fue saludado como un utilísimo instrumento para la investigación y divulgación científicas. También desde sus comienzos el público decantó sus preferencias hacia las películas de fantasía y ficción (en la línea ilusionista inaugurada por Mèlies), frente a la probidad documentalista que preconizaban los Lumière. Y en ese ámbito fantasioso, el tipo de científico que se impuso fue el mad doctor de la literatura decimonónica, que pronto se reveló como un personaje idóneo para encarnar los delirios megalómanos del siglo. Por cada Frankenstein, Caligari o Mabuse popularizados por el cine, no obstante, hay una madame Curie o un Edison susceptibles de inspirar películas de éxito. Cosa que han logrado las muchas pesadillas de fundamento más o menos científico que el cine ha sido capaz de concebir.