Ensayo

Los mitos de la guerra civil

Pío Moa

6 marzo, 2003 01:00

La Esfera. Madrid, 2003. 605 páginas, 26 euros

Una vuelta al calcetín, eso es lo que proporciona Pío Moa cuando formula una interpretación de la historia contemporánea de España que constituye una profunda revisión de la misma, de la Guerra Civil, de sus antecedentes, el XIX, la Restauración, el franquismo y la Transición.

Para los acostumbrados a las explicaciones más ortodoxas, esta lectura es un viaje vertiginoso, incómodo pero sugestivo e incitador.
El libro se divide en dos grandes apartados en los que realiza un examen profundamente crítico de la II República y la guerra, junto a un epílogo que explica su visión de la historia española de los dos últimos siglos. La primera parte está destinada a perfilar el comportamiento de los protagonistas y a delimitar la responsabilidad de cada uno. En la segunda, centrada en la Guerra Civil, pasa revista a los episodios más destacados.

De las numerosas apreciaciones del autor, que refutan a las más que consagradas conclusiones admitidas por la historiografía, cabe destacar las de alcance más amplio, siempre debidamente argumentadas. Así pues, entre lo más sobresaliente se pueden incluir tres tesis. Primera, la responsabilidad de la Guerra Civil corresponde a la izquierda (jacobinos, nacionalistas y obreristas), que siempre pretendió monopolizar el sistema político a cualquier precio y cuya mejor concreción es la revolución de 1934, verdadero inicio de la guerra; la derecha católica y republicana, representadas por Gil Robles y Lerroux, fue la última para atajar la conflagración.

Segunda, la rebelión del 36 no se alzó contra un régimen democrático, sino que fue fruto de una reacción legítima al enfrentarse con un movimiento revolucionario que había ido destruyendo cualquier vestigio de legalidad democrática; en términos generales, la acción de los sublevados resultó, por lo tanto, positiva para el devenir histórico de España al impedir la instalación de un régimen totalitario de carácter comunista.

Tercera, el resultado de la contienda, la etapa franquista, supuso una auténtica novedad histórica, pues creó una nueva sociedad sustentada sobre un dinámico desarrollo económico que puso las bases materiales de la actual democracia.
Estas tres aseveraciones bastan para que el lector se pueda hacer una idea de la auténtica veta de novedades interpretativas que contiene un libro que representa un desafío para los contemporaneístas. Es cierto que abundan juicios parciales y lecturas excesivamente simplistas, como la percepción de las causas de la inestabilidad del siglo XIX, pero el autor busca la veracidad y expone los argumentos y conclusiones sin rebozo, persigue el rigor a través del argumento y el dato y va tras el debate abierto y sin complejos, aunque, frente a la ideologización que critica en los demás colegas, mantenga por su parte una orientación ideológica muy definida, conservadora (la identificación histórica de España con el catolicismo) y radicalmente antiizquierdista. Sea bienvenido ese debate.