Nosotros, los Ybarra
Javier de Ybarra
22 mayo, 2003 02:00Emilio Ybarra. Foto: José Ayma
Con sólo unos meses de diferencia, han aparecido dos libros coincidentes en historiar la familia Ybarra, una de las más representativas de la burguesía industrial y financiera de los siglos XIX y XX.Aquí acaban las similitudes, pues ambos libros no son alternativos ni excluyentes: más bien complementarios. El de Díaz Morlán es una eficaz y elaborada síntesis de historia económica de dos siglos. El de Ybarra es una crónica familiar centrada en el Ochocientos. El primero trata de responder a las preguntas: ¿qué aportaron los Ybarra a la modernización de la economía española?; ¿qué beneficios extrajeron de sus negocios?; ¿cómo evolucionaron sus empresas? Ybarra trata de caracterizar, con la mayor viveza y detalle posibles, el comportamiento de una familia, una clase social y una región, en una España de guerras civiles y revolución industrial. Una historia cuyos protagonistas son los Ybarra, pero en la que también aparecen Isabel II y Espartero, los Heredia y los Urquijo, Sagasta y Cánovas.
En realidad, el libro de Javier de Ybarra está escrito a manera de flash-back, que pasa a ocuparse del linaje de José Antonio Ybarra de los Santos, el patriarca decimonónico, tras un capítulo introductorio, que lleva por título "ETA entra en casa". En sus páginas se narra el secuestro, en 1977, de Javier Ybarra Bergé y su posterior asesinato a manos de terroristas, así como las infructuosas gestiones de sus hijos, entre ellos el autor del libro, por liberar a su padre. Se reprocha aquí, sin ambages, con nombres y apellidos, la tibieza o el egoísmo de aquellos familiares que, según el autor, se mostraron rea-cios a prestar su ayuda para salvar la vida del secuestrado. Con esta introducción, puede el lector imaginar fácilmente que el tono del volumen dista de ser complaciente.
Nosotros, los Ybarra supera cualquier obra de ficción sobre la alta burguesía vizcaína durante el auge minero e industrial del siglo XIX, incluyendo El intruso de Blasco Ibáñez, que el autor cita varias veces. En el libro de Ybarra se describen personajes y situaciones con un pormenor que el lector puede juzgar más literario que histórico, aunque en su elaboración se han utilizado profusamente archivos empresariales y memorias familiares, además del conocimiento que el autor posee de paisajes, objetos y edificios. Surgen en estas páginas retratos verosímiles de empresarios, como los del propio José Antonio Ybarra o de Víctor Chávarri. Se analiza el empeño, a lo largo de varias generaciones, por asimilar técnicas y procedimientos avanzados y por lograr una protección política eficiente. Se analizan creencias religiosas, valores y comportamientos sociales, y situaciones de cooperación o rivalidad por el control del poder. Javier de Ybarra detiene su relato en 1902, cuando ya despuntan los protagonistas del primer tercio del siglo XX, Fernando Ybarra Revilla y Tomás Zubiría, quienes no parecen suscitar demasiadas simpatías en el autor. Sin embargo, concluye el libro con un prometedor "Continuará".
Pablo Díaz Morlán otorga a Ybarra Revilla y a Zubiría Ybarra una función relevante en la historia empresarial: presidentes, uno y otro, de Hidrola y de Altos Hornos de Vizcaya, durante treinta años, además de pertenecer ambos a muchos y diferentes consejos de administración. Surgen sectores nuevos en el Novecientos: al muy rentable arrendamiento de minas de hierro a los británicos y a las primeras fábricas siderúrgicas, al ferrocarril del Norte y al Banco de Bilbao, le siguen otras inversiones en banca -el Banco de Vizcaya-, la electricidad, la química, la maquinaria y la prensa. Los restantes Ybarra, de la tercera y cuarta generación eran, en su mayoría, rentistas afortunados, aunque cada vez menos con la incorporación de sucesivas ramas. Díaz Morlán también se ocupa de las obras sociales y de las actuaciones políticas de los Ybarra, de los cuales más de treinta murieron en la Guerra Civil; la mitad, asesinados en Bilbao y Madrid, empezando por Fernando Ybarra Revilla y su primogénito. El franquismo representó otra etapa favorable a los Ybarra, aunque seguramente, de 1940 a 1960, menos cómoda y apacible de lo que parece. La crisis de los años setenta marca una ruptura brutal en algunas de las empresas vizcaínas más representativas. Peores, desde luego, fueron las tragedias provocadas por el terrorismo. Aquí debe acabar la historia hoy.