Image: El control de los políticos

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Ensayo

El control de los políticos

José María Maravall

25 septiembre, 2003 02:00

José María Maravall. Foto: Begoña Rivas

Taurus. Madrid, 2003. 300 páginas, 15’90 euros

El doble sentido del título, pleno de agudeza, indica el objetivo del análisis de esta recopilación de artículos que se distinguen por su coherente interconexión temática. Por una parte, cómo actúan los políticos para controlar el poder y mantenerse y, por otra, la forma en que pueden ser vigilados y sancionados por su proceder.

En la persona de José María Maravall se reúne la faceta del científico social de prestigio y la del actor de una etapa central de la vida política española, como ministro de Educación del primer gobierno de Felipe González (1982-1984) y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. En definitiva, a su labor como investigador puntero se une una adscripción política que se trasparenta a menudo en el texto, sobre todo cuando ejemplifica sus indagaciones y conclusiones a partir de datos de la situación española y, más concretamente, de su partido en la etapa final de su hegemonía. Empero, el sesgo tanto en la elección de algunos episodios como en alguna exposición de los hechos, caso Sogecable (¿por qué no Banca Catalana?) y caso GAL (apenas crítico con el gobierno), no disminuye ni la importancia del trabajo ni su calidad.

El objetivo central de la obra de este sociólogo es criticar la teoría minimalista de la democracia, aquélla que concibe que los votantes pueden desalojar a los gobernantes debido a su mala gestión y que estos se ven incentivados por esa presión para satisfacer a quienes les han respaldado en las elecciones. El juicio sobre esta concepción se sostiene sobre cuatro pilares: las estrategias que emplean los políticos para sobrevivir, la capacidad real de los votantes para sancionar o compensar la gestión de los políticos, el papel de los partidos en el rendimiento de cuentas de los gobernantes y las relaciones entre los políticos y el poder judicial. Se echa de menos un capítulo dedicado a los medios de comunicación. El resultado del examen de las cuatro diferentes cuestiones respecto al control de los políticos no deja de producir cierto desaliento y escepticismo. Se confirma el punto central del que parte el autor: la enorme diferencia de información entre gobernantes y ciudadanos limita en muy alto grado la capacidad de los segundos para obtener la rendición de cuentas.

En primer lugar, se presentan las estrategias de manipulación de los gobernantes. Luego, aparecen las contradicciones internas en los partidos que están en el poder, entre la propensión a la democracia interna, que actúa en la dirección de mostrar división, algo que el electorado sanciona, y la rígida disciplina acrítica, cuyo producto es la tendencia a la cerrazón, que priva de la preciada información que el votante precisa para saber del cumplimiento o no del programa y las causas de los cambios. Finalmente, dentro de la permanencia del juego democrático, surgen los problemas que plantea la judialización de la política, atajo para llegar al poder o forma de preservarlo, que siempre tiene su origen en la negativa de los políticos a rendir cuentas y aceptar responsabilidades políticas.

¿Qué se deduce de este conjunto de análisis que subvierte la mencionada teoría minimalista de la democracia al profundizar en la complejidad que resulta de la diferencia de información entre políticos y ciudadanos? Fundamentalmente dos, preferencia por partidos con dirección fuerte y prevención acerca de un poder judicial independiente, sin mecanismos de control como los que tienen las democracias consuetudinarias (anglosajonas), ya que, quedando demostrado en las páginas del libro que ese poder puede no ser neutral o imparcial políticamente, es susceptible de manipulación por los políticos hasta alterar las reglas de la competencia democrática. No es poco.

Como importante aportación adicional, cabe destacar que queda patente que los activos del PSOE durante su hegemonía fueron, no tanto su ejecutoria, cuanto un fuerte componente ideológico, basado en parte en la imagen histórica del partido, el enorme atractivo de su líder y la incapacidad de la oposición para superar estas barreras.