El respeto. Sobre la dignidad humana
Richard Sennet
13 noviembre, 2003 01:00Antonio Moreno
Desde el incisivo ensayo La corrosión del carácter (1998), merecedor del Premio Europa de Sociología y publicado en el 2000 por Anagrama, Richard Sennett, profesor de la London School of Economics, ha demostrado ser un fino y ameno ensayista capaz de interesar a un público muy heterogéneo.No en vano, Península ha vuelto a publicar recientemente dos títulos ya clásicos como son Vida urbana e Identidad personal (1970) y El declive del hombre público (1974). Por otra parte, el que el joven Sennett, tras ver frustada su carrera como violonchelista, se interesara por la historia, fructificaría en una de sus más ambiciosas obras de los años 90, Carne y piedra (Alianza, 1997), donde influido por un truncado proyecto de colaboración con Foucault, el autor investiga cómo las concepciones del espacio urbano desde la Atenas clásica hasta el Nueva York multicultural se entreveran con la experiencia corporal de los individuos.
El actual ensayo sobre el respeto entronca con todas estas materias, pero más directamente con su anterior estudio, como demuestran sus últimas palabras: "He aprendido del pasado duro y radical de mi familia [...] sé que un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad" (pág. 155).
En efecto, para disgusto de quienes conciben la sociología como tecnología neutral esta "indagación" sobre el desmantelamiento del Estado del bienestar "no aborda con mente absolutamente desprejuiciada" (pág. 74) tendencias sociales que estigmatizan la fragilidad humana como motivo de vergöenza, en vez de fomentar el respeto mutuo. Desde sus orígenes decimonónicos, la sociología ha pretendido institucionalizarse como "ciencia" académica, compitiendo con la literatura y las ciencias naturales (Wolf Lepenies, Las tres culturas), en su propósito de explicar y controlar el tránsito a la sociedad industrial. Sin embargo, no pocas veces su pretendida objetividad ha ocultado y sigue ocultando intereses ideológicos.
Cercano a la Nueva Izquierda americana, Richard Sennett no ha fingido distancia frente a los desafueros de la tan cacareada flexibilidad capitalista y su interés por presentar a los ciudadanos necesitados de asistencia pública como parásitos incapaces de iniciativa e independencia. Frente a la impersonalidad cientificista, el autor recurre a fuentes autobiográficas, en particular a su infancia "resiliente" en los años de la posguerra en un barrio marginal de Chicago, Cabrini, habitado por negros y blancos pobres, para mostrar los dilemas planteados por la irrupción de un nuevo capitalismo que pretende sustituir la rigidez piramidal del viejo Estado paternalista por el modelo de la red adaptada con mayor agilidad a las fluctuaciones del mercado global. Precisamente, la crisis del comunismo tiene mucho que ver con este proceso. La historia de su tío, brigadista en la guerra civil española y veterano sindicalista, sugiere a Sennett una interesante reflexión sobre el influjo que la organización fordista del trabajo, de corte militar, ejerció en la construcción del socialismo de Estado soviético y en las vanguardias de sus satélites occidentales. Sin asumir un fácil comunitarismo, Sennett reconoce el hecho de la desigualdad y del conflicto, pero no lo acepta como destino irreversible. Obtenido bien como desarrollo del talento, como cuidado de sí mismo o como ayuda a los demás, el respeto no puede ser ordenado, ciertamente, pero presupone la capacidad de negociar y aceptar en el otro aquello que no entendemos. Combinando rigor teórico y sensibilidad ética, Sennet ha vuelto a escribir un ensayo de lectura recomendable en estos tiempos de prosperidad económica y escasez de respeto.