Image: En la punta de la lengua

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Ensayo

En la punta de la lengua

Álex Grijelmo

29 abril, 2004 02:00

Álex Grijelmo. Foto: Pino

Aguilar. Madrid, 2004. 289 páginas, 16’50 euros

En sus orígenes, La punta de la lengua fue una columna semanal del periódico El Día de Valladolid en la que Grijelmo daba cuenta de algunos usos controvertidos del idioma.

Y como a menudo se leen y se oyen usos idiomáticos con los que no sabes qué hacer, si reír o llorar, nuestro autor se decidió por lo primero, yo creo que buen criterio. Ha sido una buena idea trasformar esas columnas sueltas en un libro donde los lectores van a encontrar un conjunto de breves, variadas y amenas reflexiones sobre el español que se emplea cotidianamente en los medios de comunicación. Es bien conocida la preocupación de álex Grijelmo por las cuestiones idiomáticas. Aunque a él le guste decir que sus títulos son de enamorado de la lengua, lo cierto es que en todas sus obras hay mucho más que afición. La punta de la lengua, en concreto, está en línea con otros libros que el autor ha dedicado a la lengua en su vertiente más viva, práctica y cotidiana, como ocurría en El estilo del periodista (Taurus, 1997). Pero la ventaja de Grijelmo estriba es que es un autor de preocupaciones más sólidas expresadas con fundamento, como ha demostrado en Defensa apasionada del idioma español (1998) o en La Seducción de las palabras (2000), de modo que cuando retoma la materia práctica del idioma, como sucede ahora, lo que podría haberse convertido en una selección de anécdotas lingöísticas escritas con gracia, es, en realidad, algo más; algo de lo que pueden sacarse reflexiones más allá de la consabida recomendación sobre si la cosa está bien dicha o no lo está. Así que no estamos ante un libro que dicte normas o que repita las normas que dicta la autoridad (aunque no faltan recomendaciones al respecto, y en general justificadas), sino ante un libro que, sobre todo, considera el discurrir del idioma y lo curioso, absurdo, feliz, brillante o disparatado de ese discurrir.

Son muchos los ejemplos comentados que aparecen en La punta de la lengua tomados del vocabulario político, administrativo, técnico y científico, de la letra de canciones conocidas -un asunto este, el del influjo de lo que se dice con música sobre los usos idiomáticos de la gente común, más profundo de lo que puede parecer a primera vista- y de todo un poco. Sin embargo, muy ilustrativo del espíritu del libro es el último capítulo, dedicado a esas palabras moribundas cuyo análisis nos permite advertir cómo pasa el idioma en el tiempo y como queda según modas, usos, invenciones varias: anorak, utilitario, transistor, autoestop (por cierto, una palabra que aunque tenga pinta de anglosajona es acuñación del francés, igual que le ocurre a footing; el inglés prefiere to hitch y jogging respectivamente). En fin, un retrato sobre los usos cotidianos del idioma muy recomendable, hecho con frescura, agilidad y el saber que dan los años que Grijelmo lleva atento a lo que le pasa a la lengua española en general y, en particular, a su uso periodístico.