Image: España vertebrada

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Ensayo

España vertebrada

José Antonio Jáuregui

29 julio, 2004 02:00

José Antonio Jáuregui. Foto: Bernabé Cordón

Belacqva. Barcelona, 2004. 318 páginas, 17’31 euros

Este texto se articula en tres capítulos. El primero de ellos, "España vertebrada", el más largo, se extiende hasta la página 233, da título a todo el volumen y constituye el núcleo duro de la obra.

Desde la primera línea de la contraportada se advierte al lector que "este libro es un desafío a la España Invertebrada de José Ortega y Gasset". Dicha obra fue publicada en 1921 y cristaliza la preocupación por la debilidad de España como nación del filósofo, en una línea que arranca de los pensadores de la Institución Libre de Enseñanza, de Costa, de Ganivet y de tantos otros. El texto de Ortega le sirve a Jáuregui como yunque sobre el que da forma a su visión de una España unida por distintos y múltiples engarces. No es parco Jáuregui en su golpear la vida y obra de Ortega. Lo curioso es que ambos vienen de la preocupación por España que arranca en el último tercio del siglo XIX y se aproximan mucho en su queja de fondo sobre los españoles: el "particularismo" en Ortega y el "tribalismo" en Jáuregui.

Utilizando un estilo en el que el constante recurso a lo autobiográfico se enhebra con un sinfín de anécdotas y chascarrillos, se abre paso la afirmación básica: España está vertebrada. Dicha vertebración -"el 11M ha vertebrado a los españoles"- se manifiesta en primer lugar en la fuerza de un idioma al que los tacos dan fuerza. Al Descubrimiento dedica Jáuregui muchas páginas. Revive la peregrinación a Compostela que organizó en los 60. Desde ahí salta a la comida española. Las numerosas fiestas van componiendo para Jáuregui una estructura de ligazones. Las expresiones de la cultura encabezadas por la pintura se esparcen por los monumentos, los museos y el urbanismo. La prensa y el cine son instrumentos que "españolizan el cerebro poco a poco". El papel del Rey, del ejército y del Estado también es analizado. El capítulo segundo se abre con la Provisión de los Reyes Católicos ordenando que los judíos salgan de sus reinos. Se cierra este apartado con unas líneas en torno al carácter nacional como variable explicativa del comportamiento.

Por último, un mínimo capítulo tercero. Se inicia con la reproducción del testamento ológrafo de Rodríguez Lozano, capitán del Ejército de la República ejecutado por los insurrectos a poco de iniciarse la Guerra Civil, un ejemplo de ética y civismo encajado a martillo. No se le advierte al lector que se trata de las últimas voluntades del abuelo del actual Presidente, Rodríguez Zapatero. El resto de estas páginas es un batiburrillo en el que se recogen y se mezclan distintas contribuciones de reputados sabios de las culturas judía y musulmana que poblaron la Península Ibérica en un esfuerzo redundante por insistir en la tesis central de este volumen: España no sólo es posible sino necesaria. Conocerla es amarla.