Image: Casa del Olivo

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Ensayo

Casa del Olivo

Carlos Castilla del Pino

18 noviembre, 2004 01:00

Carlos Castilla del Pino. Foto: Domenec Umbert

Carlos Castilla del Pino. Tusquets. Barcelona, 2004. 502 páginas, 21’15 euros

Nacido en el año 1922 en San Roque, Cádiz, Carlos Castilla del Pino pertenece a esa excepcional veta de médicos cuyo saber trasciende la medicina y se transforma en conocimiento esencial del ser humano.

Autor de una extensa y compleja obra, sorprendió a sus lectores cuando en 1997 salió a la calle su primer tomo de memorias bajo el título Pretérito perfecto. Medio millar de páginas abrasadoras de las que en los dos primeros meses se vendieron tres ediciones. La segunda parte de la autobiografía de Castilla del Pino sale ahora quemando más si cabe. Quinientas páginas que arrancan desde la llegada, en 1949, de un joven psiquiatra al Dispensario de Psiquiatría de la ciudad de Córdoba, y que finalizan con el Castilla del Pino del año 2003. Estamos ante el relato de cincuenta y cuatro años de la vida de un médico que se instala en una pequeña capital de provincias andaluza y comienza su forcejeo con la España de la época. Un momento malo para un joven, soltero todavía, que tiene ambiciones intelectuales y que no comulga ni con el régimen del general Franco ni con el catolicismo que le sustenta.

Con una eficacia narrativa que atrapa al lector desde el principio, Castilla del Pino va dando cuenta, arriesgando, sin pelos en la lengua y dando nombres propios, de los avatares que atraviesa su biografía. Ayudado por su diario y por el testimonio de gentes que han convivido con él, su recuerdo es de una enorme precisión. De su memoria rescata la vida cotidiana de la Córdoba de los años cincuenta. Arrasada años después, como él mismo denuncia, por la voraz especulación urbanística y la corrupción de la corporación municipal.

Los viajes de Carlos Castilla del Pino por España, su reflexión costumbrista, dan lo que podríamos denominar la primera capa del retrato de su época, pero por debajo asoma enseguida y de forma continua el problema intelectual. Su lucha por entrar en el mundo académico atraviesa este volumen de principio a fin. Nunca alcanzó la cátedra que médicos, psiquiatras y franquismo pusieron más allá de sus méritos; la terrible maquinaria de las oposiciones a catedrático de universidad le trituró en varias ocasiones. En 1983, en pleno pasteleo de la Transición política, el Ministro de Educación le nombró catedrático extraordinario de psiquiatría a dedo (a Camilo José Cela le dieron la cátedra de geografía social).

En el entretanto, Castilla del Pino va escribiendo su obra, dando conferencias, entablando relación con muchos de los mejores escritores españoles, profundizando su oposición al Régimen. Entra en el Partido Comunista, y en paralelo va teniendo hijos en un matrimonio que no estaba pensado para tener descendencia y que se desgasta irremediablemente. La muerte visita a los Castilla, se lleva a cinco de sus seis hijos y a una nieta. Esa terrible pena acaba por destruir a su familia. En los últimos años, recompuesta su vida amorosa, Castilla del Pino recibe honores que tal vez premien una vida llena de esfuerzo y trabajo. Para quienes han vivido el franquismo o estén interesados en aquellos años, esta historia de vida les brinda una información de primera mano de hechos terribles. El de la muerte del joven estudiante Enrique Ruano, en su día paciente de Castilla del Pino, a raíz de su detención por la policía política es sin duda uno de ellos.

La trama de este volumen sigue una pauta habitual en las autobiografías: el autor muestra la formación de su identidad como un proceso en el que la conciencia reflexiva se va desarrollando en un acto de autoconciencia. Mientras las figura del padre, la madre, los tíos o los hermanos reciben un tratamiento amplio y detallado, las esposas o los maridos disponen de menos espacio en el texto. En este caso la figura de la primera mujer de Castilla del Pino queda muy desvaída, y el lector apenas recibe información, y ésta es siempre trivial. Por los últimos años de su vida pasa de puntillas. Como acontece en muchas autobiografías, el autor es más benigno consigo mismo que con los demás. En todo caso, esta historia de una vida singular, espejo de una época, sincera y valiente puede leerse de muchas maneras pero todas provechosas.