Image: Historia del Cristianismo, II

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Ensayo

Historia del Cristianismo, II

Emilio Mitre

3 febrero, 2005 01:00

Coronación de Carlomagno por el Papa León XIII

(Coord.). Trotta/Universidad de Granada, 2004. 778 páginas, 28’85 euros

Segunda entrega -segundo volumen- de este notable empeño. Para quien no haya leído lo que dije del primero en El Cultural, repetiré que ya era hora de que un editor español confiara en especialistas hispanos la tarea de hacer comprensible un asunto de envergadura universal y sobre el que se ha escrito tanto, que es siempre osado escribir algo más.

Ahora añado que la aparición de esta Historia del Cristianismo corre paralela a la -más extensa- que está publicando, en París, Desclée y que, tratándose de Desclée, supongo que verá alguna vez la luz en castellano. Como uno colabora en esta otra, no entra en ninguna comparación. Tienen sitio las dos y, en este caso, de lo que se trata es de saludar un segundo volumen que es tan notable como el primero.

Aunque los historiadores conocen desde hace mucho tiempo la calidad de Emilio Mitre, aquí se pone de relieve de modo fehaciente y en su más ambiciosa proyección. Se esfuerza en hacer inteligible el enorme haz de corrientes de pensamiento y de comportamiento a que dio lugar el cristianismo desde el principio; de manera que se adivina que, en el volumen siguiente, se podrá entender por qué lo sucedido en el siglo XVI (Lutero, Calvino, Trento etcétera) tuvo bastante de "formalización" -en el sentido de concreción y "conceptualización"- de lo que venía gestándose y convirtiéndose en una multitud de desacuerdos. En ese sentido, después de leer este volumen, adivinamos que el siglo XVI se nos va a presentar como un hito histórico porque los disidentes se salieron de la Iglesia romana para construir sus propias iglesias -muchas- no porque fueran sus disensiones de más alcance que las disidencias que hubo hasta entonces (algunas de las cuales también se salieron de la Iglesia), sino porque, simplemente, eran otros tiempos. Acababan de nacer los primeros "estados" propiamente dichos (antes eran, generalmente, monarquías, pero no estados) y las iglesias se configuraron sobre el nuevo patrón, que era eminentemente formalista y administrativo.

Por eso, asuntos como la gestación del concepto de "herejía", por tanto también el de "dogma", la decisión de usar la fuerza para reprimir aquélla e imponer éste, el peso del continuo deseo de recomponer el Imperio Romano sólo que cristiano, sobre todo desde Carlomagno, y la opción consiguiente de concebir el pontificado, en la propia Roma, como un contrapunto de suficiente entidad -también política y suntuaria- a las veleidades neoimperiales de los monarcas laicos; la sorprendente aventura de la cristianización de los eslavos... son capítulos sustanciales en este volumen.

Se entiende por qué el coordinador insinúa, sin entrar en política, que, para un historiador de esas épocas, no ofrece mucha duda la raíz cristiana de Europa. No se evangelizó Europa para unirla, sino que, al evangelizarla, quedó definida como una cierta unidad. Pero aquí adquiere la importancia grande que tuvo lo de hacerlo sobre la plantilla de un idealizado Imperio Romano. Al cabo, la propia naturaleza cristiana de Europa la llevaría a emanciparse primero y a terminar después con el poder político de la Iglesia y eso está detrás -a mi juicio- de la decisión de no hacer referencia al cristianismo en la Constitución de la Unión Europea recién aprobada.
Sólo añadiré que Emilio Mitre ha tenido el acierto de contar ampliamente con la colaboración de Vicente álvarez Palenzuela y que a ellos dos se suma ese singularísimo historiador que no se sabe si además es notario o es notario que se deja desbordar por la dedicación a la historia (Antonio Linage Conde) y con González Crespo y Martín Alvira, con todos lo cuales el resultado es simplemente muy bueno.