Image: Jesús, el mesías de Dios

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Ensayo

Jesús, el mesías de Dios

Josep Maria Rovira Belloso

29 septiembre, 2005 02:00

J. M. Rovira Belloso. Foto: Archivo

Sígueme. Salamanca, 2005. 352 páginas, 18 euros

Josep Maria Rovira Belloso es, sin duda, uno de nuestros mejores teólogos. Ha dedicado su vida a la docencia en la Facultad de Teología de Cataluña, y es conocido por obras como La humanidad de Dios y Los sacramentos, símbolos del espíritu.

Se ha esforzado Rovira Belloso por abrir el ámbito de la teología a la cultura, a la cultura humanística, al mundo de las humanidades, de manera que se pudiera evitar la peor tentación teológica: convertirse en un coto cerrado en un país tan católico como insensible a las cuestiones que atañen a sus creencias.

Este libro que ahora aparece constituye, en cierto modo, la culminación y el reto final de una larga trayectoria, al cabo de la cual el teólogo se encuentra, inevitablemente, con el fundador de la materia religiosa que constituye su objeto de estudio. Allí sorprenden particulares dificultades al teólogo cristiano, dado el carácter en cierto modo enigmático de la figura de Jesús de Nazaret. Sus origenes humildes, la peculiaridad y paradoja de su mensaje, su trágica muerte, su gloriosa exaltación final, todo ello dibuja un perfil muy diferente de otros fundadores religiosos, de origen principesco, como el Buda, o de un medio de mercaderes enriquecidos, como Mahoma.

El libro de Josep Maria Rovira Belloso se mueve en el difícil margen entre los resultados de la investigación sobre las fuentes de los testimonios evangélicos o paulinos, los comentarios primeros a esos textos que configuran el canon, y cierta orientación pastoral dentro de la tradición católica. A mitad de recorrido el libro nos sorprende con un precioso regalo: la traducción y el comentario de la célebre Fuente Q, que significa, en pura redundancia, la primitiva Quelle (en alemán "fuente"): aquélla impresionante reconstrucción del material que es común a los evangelios de Mateo y Lucas, y que permite acaso vislumbrar las primeras recopilaciones de dichos de Jesús de Nazaret, que incluye también, a contraluz, algunos de sus hechos más célebres.

Se dibuja así la doctrina del sermón de la montaña, con la exaltación de los humildes y de los más pequeños, y la bendición de quienes padecen persecución por la justicia. El libro se demora también en el original género de exposición de la doctrina de Jesús: las parábolas, comenzando por la que en cierto modo constituye la clave hermenéutica de todas ellas, que es la parábola del sembrador. Poco a poco nos vamos aproximando, a través de este interesante libro, a una figura enigmática, fuente de fe y doctrina para el creyente, y de admiración para toda persona sensible a las peculiaridades fundacionales de una de las más relevantes religiones de la tierra.

En el libro se da cita la cuidada exégesis, el examen de las fuentes, el comentario teológico, siempre acompañado de escogidas y bien seleccionadas sentencias de los primeros padres de la iglesia, o de los grandes teólogos de la edad media.
En nuestro país debiera iniciarse ya una necesaria apertura e interés por los temas teológicos, desterrados de nuestras universidades, para general empobrecimiento de nuestra cultura humanística. Libros como éste debieran interesar a un público amplio, ya que el conjunto de materiales textuales relativos a la vida, obras y dichos de Jesús de Nazaret, que incluye también a las personas que forman parte de su entorno, su madre, sus primeros discípulos, las cartas de Pablo, etcétera, debieran interesar con el fin de esclarecer nuestras propias raíces, o para conocer las fuentes cultuales de nuestras principales convicciones, conscientes o inconscientes, reconocidas o no reconocidas: las que componen las bases mismas de nuestra cultura y de nuestras más profundas creencias.

Frases tales como "los últimos serán los primeros", o actitudes como el amor a quienes nos aborrecen, o la célebre hipérbole relativa a entregar la otra mejilla a quien nos abofetea, por ceñirme a unos pocos ejemplos, exigen libros como el de Josep Maria Rovira Belloso para su perfecta intelección, o para descubrir el ámbito en el cual adquieren su sentido.