La historiadora
Elizabeth Kostova
29 septiembre, 2005 02:00Elizabeth Kostova. Foto: Archivo
Decía Italo Calvino que en estos tiempos de prisas no se puede escribir una narración de más de 200 páginas. El lector no puede prestar tanta atención. Sin embargo, al avanzar la lectura de La historiadora, la inquietud se transmuta en temor a que acabe la historia. Frente a otros libros llenos de trampas, sean bienvenidos el entretenimiento y la buena escritura.Kostova ha realizado un magnífico esfuerzo de documentación erudita sobre el personaje que recorre, invisible, como una presencia ausente e inquietante: Drácula. Difundido por la literatura y las leyendas populares, y en el siglo XX por el cine, nuestra autora indaga y divulga todo rastro del mito a través de las investigaciones de los personajes de la novela, centrándose en el personaje histórico: Vlad III Tepes, Drakul, rey de Valaquia, llamado El Empalador. Su vida es un episodio sangriento de la historia del siglo XV. Ambientada en tres períodos distintos, la década de los 30, mediados de los 50, en plena Guerra Fría y el Telón de Acero, y a inicios de los 70, tres generaciones interrelacionadas por el amor a la historia y una conexiones inquietantes irán tras el rastro de Drácula, el Dragón, como neo-caballeros (y damas) andantes del siglo XX. De esta manera, la investigación histórica se convierte en detectivesca y deviene en novela casi de terror. La destreza de Kostova en introducir subgéneros narrativos es un ejercicio notable de pericia y ambición: es novela epistolar, y también policíaca, cuyos protagonistas son profesores universitarios de Historia. "El pasado es muy útil, pero sólo cuando puede enseñarnos algo acerca del presente. El presente es lo que cuenta" (p. 625) dice el propio Drácula. Tras cerrar estas páginas inquietantes, el lector podrá vislumbrar que los gérmenes del miedo también pueden aflorar en todos los escritos que contienen al ser humano.