Ensayo

La campaña de Trafalgar

Hugo O’Donnell

13 octubre, 2005 02:00

Hugo O’Donnell. Foto: C. Miralles

La Esfera de los Libros, Madrid, 2005. 728 págs, 39 euros

En el año en que se cumple el segundo centenario de los hechos, la batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805) está dando lugar a una serie de conmemoraciones, entre las que no podían faltar libros como el reciente de Hugo O’Donnell, seguramente el mejor conocedor de nuestra historia naval en la Edad Moderna.

De ello dan prueba sus numerosas publicaciones, respaldadas no sólo por sus conocimientos históricos y jurídicos, sino de forma muy especial por su condición de marino de guerra. No conviene olvidar que los buques de guerra fueron los utensilios más sofisticados de los tiempos modernos, lo que hace difícil acercarse a su historia, compleja ya desde la propia terminología, y mucho más si tenemos en cuenta la variedad de aspectos implicados por lo naval. En el mar, un barco de guerra, una escuadra o una armada son grupos humanos aislados y forzados a la autosuficiencia, lo que les convierte en mundos reducidos. La historia de la marina de guerra ha de atender, por tanto, cuestiones técnicas -como la construcción de los buques, su tipología, las piezas de artillería...-, humanas -como el reclutamiento de la tripulación y la guarnición-, organizativas y jerárquicas -ordenanzas y reglamentos, formación de oficiales y mandos intermedios...-. En fin, toda otra amplísima serie de ellas, desde las alimenticias y sanitarias -tan complejas en el Antiguo Régimen- hasta la organización de la vida a bordo, aspectos mentales y culturales, y un largo etcétera.

De todo ello se ocupa Hugo O"Donnell, quien plantea Trafalgar como el resultado de la pugna por el dominio del mar entre Inglaterra, Francia y España. A lo largo de sus capítulos, la comparación entre los tres países es permanente, lo que le permite valorar la situación respectiva de cada una de sus marinas de guerra en los años que precedieron a la batalla. El libro se sustenta sobre tres pilares básicos: el ya aludido del profundo conocimiento del mundo naval y sus complejas técnicas y tácticas -del que es buena prueba el utilísimo glosario náutico que incluye-; el dominio de la abundante bibliografía disponible, escrita en las lenguas de los tres países contendientes; y por último, el fácil manejo de las fuentes documentales, de entre las que destaca el uso abundante que hace de los fondos de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (sobre todo las colecciones Croquer y Pérez de Guzmán), así como los documentos del Archivo del Museo Naval de Madrid. Todo ello complementado con una utilísima selección de ilustraciones, en la que solo se echa en falta la mención a su procedencia.

En cuanto a la interpretación de los hechos, O"Donnell resalta, entre otras cosas, la crisis previa del poder naval español; la importancia decisiva de la derrota del cabo de San Vicente en 1797, que supuso el abandono de la política de construcciones de barcos -y el inicio del declive naval hispano ocho años antes de Trafalgar-; la sumisión absoluta de la España de Godoy a los intereses de Napoleón -y a las decisiones discutibles del mando francés-; la importancia del ataque de la escuadra británica mandada por Calder, en julio de 1805, que llevó a Villeneuve a abandonar el ataque a Inglaterra y refugiarse en Cádiz; los errores de la formación táctica franco-española; o la excesiva exaltación inglesa del heroísmo y la genialidad de Nelson, sin tener en cuenta la fortuna que acompañó su arriesgada maniobra. En cuanto a la trascendencia de la derrota, no lo fue tanto por las pérdidas -en la guerra de Sucesión o el combate de cabo Passaro (1718) habían sido mayores- cuanto por el abandono posterior de una política naval competitiva, que arruinó definitivamente la marina de guerra española a comienzos del siglo XIX.