Ensayo

Meditaciones en el desierto

Gaziel

27 octubre, 2005 02:00

Gaziel. Foto: Archivo

Destino. Barcelona, 2005. 266 páginas, 19 euros

La voz de Agustí Calvet (1887-1964), que fue quien hizo popular el seudónimo "Gaziel", no se había escuchado demasiado en la España de los últimos años hasta que, en 2003 se publicó una recopilación (Cuatro historias de la República) de la mayor parte de los artículos escritos durante el periodo republicano.

En ellas aparecía el punto de vista de quien fuera redactor de "La Vanguardia" desde 1914, y también su director, desde 1923 hasta el inicio de la guerra civil. Desde ese puesto había trabajado por la concordia de los españoles y, aunque se extrañó del país cuando estalló la guerra civil, no pudo evitar la animadversión de ambos bandos. Vuelto a España al finalizar el conflicto se vio sometido a un juicio por "excitación a la rebelión" del que no fue ajena la familia Godó, propietaria del periódico. Gaziel les ajustaría las cuentas con una Historia de "La Vanguardia", que se publicó en París en 1971 y se reeditó en 1994. A finales de los años 50 había dejado una crónica de sus años juveniles (Tots els camins duen a Roma. Història d"un destí. 1893-1914) que conoció varias ediciones y fue recogida en la recopilación de la Obra catalana completa que se publicó el mismo año de su muerte. Lo que se ofrece en estas Meditaciones en el desierto son las anotaciones personales -una "colección de meditaciones tristes y amargas", dice al final del libro- que Agustí Calvet empezó a tomar desde el estallido de la guerra civil y escribió entre mayo de 1946 y diciembre de 1953, mientras trataba de rehacer su vida profesional en Madrid con su trabajo en la editorial Plus Ultra. Unos años en los que se pasó desde el aislamiento internacional de España, que implicaba, para la oposición, la esperanza de la caída de Franco, al reconocimiento que recibió el dictador con el acuerdo firmado con Estados Unidos y el concordato con el Vaticano.

Las anotaciones de Gaziel, escritas para que sirvieran "de testimonio, de acusación y de escarmiento", son una voz del exilio interior y tienen un fuerte componente de decepción sobre lo que el autor consideraba el abandono en el que habían dejado a España las potencias democráticas occidentales tras la guerra mundial. El Reino Unido y Churchill son los principales destinatarios de estas invec-
tivas. Decepción también contra algunos intelectuales españoles que, después de haberse comprometido con el proyecto democrático republicano, trataron de buscar un apacible acomodo en el ambiente asfixiante de la España de la posguerra. La primera invectiva se la lleva Ortega y, por la pasarela de los conformistas desfilarán también Marañón, Azorín, Benavente, Pérez de Ayala, Gómez de la Serna, y periodistas como Víctor de la Serna, "Augusto Assía", Carlos Sentís y J. M. Massip, que tuvieron que adaptarse a las condiciones del nuevo régimen. Las meditaciones de Gaziel son, por último, las reflexiones de un nacionalista catalán desengañado que se siente demócrata. La Cataluña de aquellos años era otro motivo para acrecentar la decepción del autor, pero la reflexión sobre la experiencia nacionalista que había vivido cobra un extraña actualidad en los tiempos que ahora corren.