Ensayo

El profesor

Frank Mccourt

1 junio, 2006 02:00

Trad. A. Pareja. Maeva, 2006. 293 pp., 18 e.

Sostiene Mc-Court que "En Estados Unidos se admira y se premia a los médicos, a los abogados, a los generales, a los actores, a la gente de tv y a los políticos. No a los profesores. La enseñanza es la fregona de las profesiones".

Más aún, "dentro de la escala social, los maestros, los docentes que luchan diariamente en la enseñanza obligatoria pública, máxime los que instruyen a adolescentes difíciles en centros difíciles, son el colectivo menos reconocido de todo la jerarquía profesional". Las palabras de McCourt en la introducción a este relato autobiográfico, son, por desgracia, absolutamente ciertas. Y en esos profesionales recae la carga de formar a la juventud de un país, la base social de las llamadas sociedades del bienestar, cada vez más competitivas, que eliminan a los que no son triunfadores.

Por estas páginas llenas de vida y aulas, de jóvenes inmigrantes de todo el mundo, desfila un catálogo de seres que McCourt rescata del anonimato, devolviéndoles la dignidad de su vida humilde, rehumanizando ante el lector las cifras de las que se nutren las estadísticas, las fábricas, el ejército. Nos ofrece la otra cara del sueño americano. Desde finales de los 60, nuestro autor se enfrenta a generaciones de adolescentes, y nos muestra la pedagogía de la experiencia, la fragilidad de un profesor que procede también de la parte menos favorecida de la sociedad, la indefensión del docente ante tanta debilidad y dureza en sus aulas.

Escrito con inteligencia y sencillez, honestidad e ironía, McCourt es sensible sin caer en el melodrama, aunque el material que maneja tenga una alta carga de dramatismo. Galería ininterrumpida de jóvenes vidas, hiladas narrativamente por los avatares de un joven profesor que ha luchado él mismo con desesperación por escapar de la miseria, de una instrucción académica basada en el miedo y en la omnipresencia del pecado. No ofrece soluciones, sino la creatividad sensible e intuitiva de un pobre profesor que busca conectar con esos jóvenes, con la escritura como forma de amparo, necesario en tiempos de banalidad suprema.

McCourt, mundialmente conocido por su primera novela Las cenizas de ángela, escrita cuando tenía sólo 66 años, y que le valió el premio Pulitzer, continuó su andadura narrativa con Lo es, y ahora nos presenta El profesor, tres libros que son fundamentalmente autobiográficos. En su última entrega, nos habla de su experiencia durante décadas como oscuro profesor de secundaria en institutos marginales de la ciudad de Nueva York. Frente a la adversidad, el autor reconoce una virtud: la terquedad. No tiene tanto glamour como la ambición, el talento, el intelecto o el encanto, pero "no deja de ser lo único que me sacó adelante a lo largo de los días y las noches" (pág. 10)

En estos tiempos donde el éxito es grisalla de un día, con pesadilla incluida, en palabras del maestro Pessoa, es noble ser tímido, ilustre no saber hacer, grande no tener habilidad para vivir. Sólo la desventura elemental y el tedio puro de las desventuras continuas, es heráldica como lo son los descendientes de los héroes lejanos. Esos seres que pueblan esta hermosa narración.