Ensayo

Manual de literatura para caníbales

Rafael Reig

8 junio, 2006 02:00

Rafael Reig. Foto: Julián Jaén

Debate. Barcelona, 2006. 311 páginas, 19 euros

He aquí una prueba más de que los contornos de lo que entendemos convencionalmente como novela son borrosos o extraordinariamente elásticos; de que la novela es, en efecto, como aseveró Baroja, "un género donde cabe todo".

Con tanta libertad como inventiva, Rafael Reig mezcla en esta obra la narración, la historia literaria, la crítica y hasta los manuales escolares que ofrecen ejercicios complementarios y preguntas al final de cada capítulo. Por otra parte, los personajes que pueblan estas páginas son Espronceda, Rubén Darío, Juan Goytisolo, Azorín, Zorrilla, César Vallejo, Cela, Benet, García Márquez y otros escritores, e incluso algún personaje literario conocido, como Juanito Santa Cruz. El hilván que permite recorrer dos siglos de literatura en lengua española es la presencia, en sus diversas etapas, de miembros sucesivos de la familia Belinchón -estos, sí, de carácter ficcional-, todos ellos unidos por su vocación literaria y por su carácter de escritores epigonales, llamados en cada caso a adscribirse a una estética ya periclitada. Este planteamiento permite al autor, sin abandonar los cauces de la literatura narrativa, edificar una reconstrucción libre y sin prejuicios de la historia literaria cuyos ribetes paródicos y humorísticos no ocultan agudos y personalísimos juicios de lector, así como valoraciones hechas al margen de los cánones académicos. Como el autor declara en las breves líneas introductorias, "los novelistas y poetas [...] son siempre caníbales: se devoran unos a otros". Y añade: "Este estudio expone de forma accesible la compleja cadena trófica del canibalismo literario, en el que cada especie tiene su propio depredador y, a su vez, se alimenta de otra especie diferente".

La idea básica es que, sobre todo desde el Romanticismo, "la historia de la literatura se convertirá en la historia de los movimientos literarios: una carrera de relevos que se disputan los equipos ciclistas de la Vuelta a España" (p. 48), donde hay siempre un ganador que sube al podio, pero también gregarios, lanzadores, vencedores de etapa... Un ejemplo: "En el equipo Generación del 27, por ejemplo, el líder indiscutido, García Lorca, contó con gregarios de lujo como Altolaguirre o Villalón, y con el mejor director técnico disponible en aquellos momentos: Ortega und Gasset, formado en Alemania con disciplina teutona". Hubo, además, quienes tuvieron "la oportunidad de ganar una meta volante (Pedro Salinas, por ejemplo, o Dámaso Alonso), o de vestir el maillot a lunares de Rey de la Montaña (como hizo Rafael Alberti) [...] o de ganar una contrarreloj (Vicente Aleixandre) o de llevarse ese premio a la Regularidad (mortecino, opaco galardón que fue concedido a Jorge Guillén" (p. 49). Los juicios alternan con los retratos literarios, a veces detallados, como en los casos de Rubén Darío, de César Vallejo o del "hombre que no quiso ser Pepe Martínez" (es decir, Azorín). La visión desenfadada con que se repasan obras y autores -con algún despiste, como la colocación de El estudiante de Salamanca entre las obras dramáticas- afecta igualmente a los enfoques críticos. Léase el capitulillo titulado "Horacio en España", en el que, con el apoyo de una afirmación del poeta latino glosada durante siglos, se establece la distinción -sólo en apariencia paródica- entre el escritor dómine y el escritor médium, ejemplificados inicialmente con los nombres de Isaac Montero y de Juan Benet, que desembocará poco después en el episodio de la "guerra de las dos Marías", jocoso relato que a ningún "letraherido" dejará indiferente. Y no dejen de leerse con detenimiento los ejercicios recomendados al final de cada capítulo -así, los que llevan los números 3 y 4 en la página 252-, que añaden humor y sarcasmo al conjunto.

Manual de literatura para caníbales no es sólo un ejemplo de humorismo de la mejor ley, del que Rafael Reig había ofrecido ya notables muestras. Es un relato concebido y desarrollado de manera inteligente, donde las cargas de profundidad contra ciertos valores "oficiales" no son incompatibles con un profundo amor a la literatura; la misma literatura de la que esta obra se nutre.